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jueves, septiembre 12, 2024
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200 años de sacerdocio: Celebrando los Jubileos de Oro de nuestros sacerdotes

En nuestra fe católica, el sacerdocio a menudo se compara con un matrimonio, un pacto de toda la vida entre un sacerdote y su esposa, la Iglesia. Este año celebramos el Jubileo de Oro de cuatro sacerdotes, honrando su dedicado servicio a la Iglesia durante las últimas cinco décadas. Así como un aniversario de bodas de oro marca el amor y compromiso duradero de una pareja, este hito refleja la fe inquebrantable y el servicio incansable de estos sacerdotes.

Pedimos a los cuatro jubilares que reflexionaran sobre su sacerdocio durante el último medio siglo. ¡Lee sus respuestas y conócelos mejor!

Padre Bill Breslin

1. ¿Cómo discernió su vocación al sacerdocio?

Nací en New Jersey, el menor de cuatro hijos. Mi mamá era maestra y mi papá era vendedor. Me gusta pensar que incorporé ambos aspectos del trabajo de mis padres: enseñar a la gente sobre Dios y convencerlos de quiénes somos como Iglesia. Cuando tenía 13 años, mi mamá falleció y mi papá continuó criándome. Durante mi infancia, siempre me sentí amado a pesar de perder a mi madre. Mi padre realmente se puso las pilas.

Fui al seminario en Baltimore a los 18 años. Siempre supe que quería ser sacerdote desde el principio. No recuerdo haber querido hacer otra cosa. Después de ser ordenado, pasé ocho años allí. Pero mi hermano Jack, que se había mudado aquí y tenía tres hijos, perdió a su esposa, así que vine para el funeral. Luego, una serie de tragedias golpeó a mi familia, incluida la pérdida de mi padre. Fue demasiado para mí, así que pedí moverme aquí en 1977 para estar cerca de mi hermano.

2. ¿Cómo han sido los últimos 50 años de sacerdocio?

Cuando llegué aquí, fui asignado a la parroquia St. Mary Magdalene en Denver y fui capellán de la preparatoria Central Catholic. Después de eso, fui asignado a la parroquia Immaculate Heart of Mary en Northglenn por ocho años. Luego, construí la iglesia de Queen of Peace en Aurora y estuve allí durante 14 años. Después, me mudé a la parroquia Sacred Heart of Jesus en Boulder por 21 años.

Durante mi tiempo allí, contraje meningitis bacteriana, lo cual realmente me afectó, así que a los 66 años tuve que jubilarme por razones médicas. Fui al seminario Redemptoris Mater como capellán y director espiritual de los seminaristas hasta el 2020, cuando me trasladaron a la casa Prophet Elijah para los sacerdotes jubilados durante COVID. Todavía soy parte del cuerpo docente y personal del seminario St. John Vianney como director espiritual y capellán.

Además, mientras estaba en Queen of Peace, un profesor de la universidad Regis y yo comenzamos a ayudar a las personas a través de los ejercicios ignacianos, lo cual impactó profundamente a la parroquia a lo largo de los años, vi una partida de la fe, y el arzobispo Charles J. Chaput invitó al Camino Neocatecumenal a la parroquia mientras estaba en Sacred Heart en Boulder. Eso fue muy impactante para mi ministerio.

3. ¿Tiene algún consejo para jóvenes hombres o mujeres que estén discerniendo una vocación al sacerdocio o a la vida religiosa?

Es más difícil creer ahora. Cuando era joven, era natural. La cultura era católica especialmente en Nueva Jersey. He visto cómo nuestra cultura se ha apartado hacia el relativismo. Entonces, diría que cultiven una relación con un Dios personal. Tienes que ser valiente y estar dispuesto a ser diferente.

 

Padre Tom Coyte

1. ¿Cómo discernió su vocación al sacerdocio?

Fui a la escuela St. Joseph en Fort Collins, y, en mi último año, todos hicimos un ensayo sobre las vocaciones. Creo que fui el único chico que no escribió sobre el sacerdocio Luego, fui a la universidad Notre Dame para prepararme a estudiar odontología. Durante la escuela, tenían adoración perpetua, donde mi fe realmente creció y se hizo personal. Después de un año en Notre Dame, fui a un retiro de Cursillos y luego al seminario St. Thomas en Denver con el padre Fox y Mons. Bernie.

2. ¿Cómo han sido los últimos 50 años de sacerdocio?

Han pasado muy rápido, te lo diré. No soy alguien que haya tenido dudas o haya sido tentado a renunciar mi vocación. Siempre he disfrutado siendo sacerdote. Desde mi segundo año de seminario, mi enfoque fue trabajar con las personas sordas. El arzobispo James Casey preguntó si alguien estaba interesado, así que empecé a tomar clases de lenguaje de señas. He trabajado con la comunidad sorda a lo largo de mi sacerdocio. Mi segunda parroquia fue Holy Cross en Thornton, y estuve allí durante 25 años. Mi última asignación fue en St. Bernardette en Lakewood y las personas sordas se mudaron conmigo, y ese es ahora su hogar.

3. ¿Tiene algún consejo para jóvenes hombres o mujeres que estén discerniendo una vocación al sacerdocio o a la vida religiosa?

Nunca he dudado y he disfrutado plenamente de estos 50 años. Es una vida plena y feliz con muchas oportunidades maravillosas. Mi consejo sería mantener la mente abierta.

 

Padre James Fox

1. ¿Cómo discernió su vocación al sacerdocio?

Crecí en Rapid City, Dakota del Sur, y el sacerdote que dirigía nuestra parroquia cerraba la cocina los sábados y domingos. Entonces, los vicarios parroquiales tenían que salir a buscar comida. Como mi mamá era una cocinera maravillosa, los sacerdotes frecuentemente iban a mi casa principalmente por el pastel de chocolate de mi mamá.

Fue así como conocí al monseñor William O’Connell, y algo sobre su dinamismo, energía y pasión por su vocación realmente captó mi atención. También fui formado por las hermanas benedictinas durante la escuela, y ocasionalmente me decían: «Deberías pensar en ser sacerdote». No quería, pero obviamente sembraron algunas semillas.

Luego, en la universidad, solía escuchar con regularidad los problemas de mis amigos y, como resultado, comencé a plantearme la posibilidad de convertirme en sacerdote en vez de estudiar farmacia.

2. ¿Cómo han sido los últimos 50 años de sacerdocio?

Bueno, una cosa sobresaliente es que nunca pienso en esto en términos individuales: mi trabajo, mis éxitos, lo que he hecho. He sido bendecido de manera única en todas las parroquias en las que he servido, para trabajar tanto con personas laicas como religiosas.

Pensando en los últimos 50 años, realmente ha sido un viaje en compañía para ayudar a que nuestras parroquias sean vivificantes y nutritivas para los fieles. Realmente no es mi viaje, sino el viaje de los con quien he trabajado. No siento más que gratitud por las oportunidades que he tenido.

Me gustaría expresar mi gratitud a los hermanos con los que he servido. El padre Tom, el padre Bill y Mons. Bernie han sido increíblemente solidarios en este camino. Hemos reído y llorado juntos, y he sido bendecido de tener su amistad.

3. ¿Tiene algún consejo para jóvenes hombres o mujeres que estén discerniendo una vocación al sacerdocio o a la vida religiosa?

La vocación al sacerdocio o a la vida religiosa siempre parece abrumadora. Pero como vocación, es una oportunidad para servir con amor a los demás. Si te abres para servir, incluso en medio del trabajo, conocerás bendiciones abundantes.

 

Monseñor Bernie Schmitz

1. ¿Cómo discernió su vocación al sacerdocio?

Empecé a pensar en el sacerdocio cuando estaba en la escuela, pero lo dejé porque, en ese momento, la Misa era completamente en latín y básicamente fracasé en el entrenamiento de monaguillos porque me costaba aprender latín. Pero luego, en mi último año de escuela, la parroquia invitaba a sacerdotes misioneros a las aulas, y me enamoré de la idea de convertirme en misionero. Estoy seguro de que tenía más que ver con la aventura por todo el mundo que con la evangelización, pero estaba obsesionado.

Soy el mayor de siete hijos, y solicité ir al seminario de los padres columbanos en Nueva York. Sin embargo, mi madre dijo con firmeza que no podía viajar al otro lado del país a los 13 años para ir a la escuela en Nueva York. Así que la idea de convertirme en sacerdote quedó en segundo plano.

Luego, fui a la universidad Western State durante un año, y allí conocí a un joven sacerdote. Nunca había conocido a alguien joven que hubiera sido ordenado, y él tuvo influencia en mí. En ese momento, se estaban llevando a cabo todas las protestas contra la guerra en Vietnam, y tuve el deseo de servir de alguna manera. Decidí aplicar al seminario e ingresé al seminario St. Thomas en Denver en 1967.

2. ¿Cómo han sido los últimos 50 años de sacerdocio?

Ha tenido sus altibajos, como cualquier persona en una vida vocacional bien lo sabe; El Señor ha estado purificándome lentamente, capa por capa. Me involucré mucho en Encuentro Matrimonial durante unos 11 años, lo cual fue un punto de inflexión en mi vida. Pero también ha habido decepciones y baches en el camino, momentos en que las cosas no salieron como yo quería o personas que se alejaron de la Iglesia.

Una experiencia clave en mi vida también fue cuando fui a Colombia a servir después de haber sido ordenado durante unos 15 años. En ese momento, la arquidiócesis tenía una cooperación misionera con Montería, Colombia, así que enviaron sacerdotes, laicos y religiosos a trabajar en parroquias allí. Fui párroco de una iglesia mientras luchaba con el español y trataba de sobrevivir.

Estuve allí durante siete años y no lo cambiaría por nada. La gente allí sufrió terriblemente, pero fueron resilientes y me enseñaron mucho. Si tuviera que señalar un punto central de mi ministerio, es la santidad de la gente y su hambre de conocer a Dios.

3. ¿Tiene algún consejo para jóvenes hombres o mujeres que estén discerniendo una vocación al sacerdocio o a la vida religiosa?

En primer lugar, no la ignores. No finjas que desaparecerá, porque no lo hará. El mundo fue diferente después de haber sido ordenado. Vivimos en un mundo donde la tecnología puede ser de gran ayuda, pero puede darnos la ilusión de que no necesitamos a Dios. Cuando eres sacerdote o religioso, la gente te invita a las partes más profundas de sus vidas. Te permiten ver las heridas y alegrías de su vida, algo que no se puede hacer en otras vocaciones.

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