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Carta de obispos de Colorado sobre las vacunas contra el COVID-19

14 de diciembre del 2020

Los obispos de Colorado afirman que el uso de algunas vacunas contra el COVID-19 es moralmente aceptable bajo ciertas circunstancias. El desarrollo y uso de las vacunas para erradicar ciertas enfermedades infecciosas es un gran avance en la tecnología médica. La Iglesia Católica apoya el desarrollo moralmente legítimo de las vacunas para eliminar el sufrimiento y promover la dignidad humana y el bien común. Considerando el impacto mundial del COVID-19, las vacunas para este virus parecen ser especialmente necesarias y urgentes.

A la vez, debemos recordar que un buen fin no puede justificar malos medios. Las vacunas deben ser desarrolladas según el criterio ético. No se deben utilizar líneas celulares humanas que provienen de fetos abortados en el diseño, desarrollo, producción o análisis de laboratorio de las vacunas. El desarrollo de vacunas y otras medicinas a partir de células de fetos humanos abortados es éticamente inaceptable. Ofende la dignidad del bebé no nacido y abortado y de su familia, así como la dignidad de la vocación médica de los doctores y científicos. Afirmamos la enseñanza de la Iglesia de que “los cadáveres de embriones o fetos humanos, voluntariamente abortados o no, deben ser respetados como los restos mortales de los demás seres humanos”.[1] Es importante considerar los problemas éticos con respecto a la “cooperación al mal” a la hora de aceptar o promover una vacuna.[2]

La Iglesia Católica enseña que es moralmente admisible buscar y recibir una vacuna que no ha sido desarrollada éticamente cuando no hay ninguna otra alternativa y cuando existe un gran riesgo a la propia salud, siempre y cuando se excluya cualquier cooperación al mal.[3] La Academia Pontificia para la Vida dice que “todas las vacunas recomendadas clínicamente pueden ser utilizadas con clara conciencia y… el uso de dichas vacunas no implica algún tipo de cooperación con el aborto consentido”. [4] En el caso de una pandemia global, el compromiso católico de promover el bien común incluye el considerar la salud y bienestar de los demás. Sin embargo, si las personas tienen objeciones morales serias o preocupaciones de salud con respecto a las vacunas, esas preocupaciones deben ser respetadas por la sociedad y el gobierno, y esos individuos no deberán ser forzados a vacunarse en contra de su conciencia. El gobierno no debería imponer las vacunas del COVID-19 sobre sus ciudadanos.

La rápida propagación de la pandemia del COVID-19 ha hecho que muchos países aceleren el desarrollo de una vacuna. Se han creado varias vacunas de manera ética, mientras que otras inmoralmente han utilizado células de fetos abortados en su diseño, desarrollo, producción y pruebas de confirmación de laboratorio. El Instituto Charlotte Lozier, una organización nacional de investigación provida sin fines de lucro, ha proporcionado una lista útil de todas las vacunas que se están desarrollando, indicando cuáles están moralmente comprometidas. Alentamos a nuestra comunidad a revisar esa lista.[5]

Debido a los avances médicos, el desarrollo de las vacunas ya no requiere el uso de células humanas. Muchas vacunas ahora se crean sin células, o usando células de animales, insectos, huevos de gallina o levadura. En el caso del COVID-19, la Operación “Warp Speed» de Estados Unidos desarrolló ocho vacunas, y seis de esas vacunas no utilizan células de fetos abortados, incluyendo las vacunas de Pfizer y Moderna, que pronto estarán disponibles.

En el caso de las vacunas para el COVID-19 de Pfizer y Moderna, su uso es moralmente aceptable, ya que ninguna de las empresas utilizó líneas de células fetales de un bebé abortado en ningún nivel del diseño, desarrollo o producción. Sin embargo, también debemos reconocer que estas dos opciones de vacunas no están del todo exentas del aborto, ya que ambas se basaron en células fetales de un bebé abortado para una de las pruebas de confirmación de laboratorio. En nuestras circunstancias actuales, cuando no hay mejores opciones disponibles, el uso de las vacunas de Pfizer y Moderna sigue siendo una opción moralmente válida. Por otro lado, otras vacunas como la de AstraZeneca-Oxford utilizan líneas de fetos abortados en el diseño, desarrollo, producción y verificación y, por lo tanto, no son una opción moralmente válida porque hay mejores opciones disponibles.

Los católicos tienen el deber de utilizar vacunas que respeten la vida humana cuando estén disponibles. Estamos agradecidos de que muchas de las empresas y países que trabajan para proteger la vida y la salud humanas del COVID-19 también estén considerando métodos éticos en el desarrollo y las pruebas de sus vacunas.

Sinceramente suyo en Cristo,

 

Reverendísimo Samuel J. Aquila

Arzobispo de Denver

Reverendísimo Stephen J. Berg

Obispo de Pueblo

Reverendísimo Michael J. Sheridan

Obispo de Colorado Springs

Reverendísimo Jorge Rodríguez

Obispo Auxiliar de Denver

 

[1] Congregación para la Doctrina de la Fe, “Instrucción Donum Vitae sobre el respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación”, consultado el 7 de diciembre del 2020, Vatican.va, 1:4.

[2] Congregación para la Doctrina de la Fe, “Instrucción Dignitas Personae sobre algunas cuestiones de bioética”, consultado el 7 de diciembre del 2020, Vatican.va, 32.

[3] “Reflexiones Morales sobre las vacunas preparadas a partir de células de fetos humanos abortados”, Academia Pontificia para la Vida, Junio del 2005.

[4] “Note on Italian Vaccine Issue,” Pontifical Academy for Life, 31 de julio del 2017.

[5] Vea la tabla proporcionada por el Instituto Charlotte Lozier: COVID-19-Vaccine-Candidates-and-Abortion-Derived- Cell-Lines.pdf (pcdn.co), consultado el 11 de diciembre del 2020: https://s27589.pcdn.co/wp-content/uploads/2020/11/COVID-19-Vaccine-Candidates-and-Abortion-Derived-Cell-Lines.pdf

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