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miércoles, abril 24, 2024
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Celebran Misa por bebés que no nacieron

El pasado 2 de noviembre, día en que la Iglesia conmemora a los fieles difuntos, la parroquia Queen of Peace, en Aurora, celebró una Misa en memoria de todos aquellos niños fallecidos antes de nacer, o que nacieron sin vida. La Misa presidida por el Vicario Parroquial, P. John Nepil, ofreció consuelo y un camino de sanación a los 400 fieles allí reunidos.

En carne propia
“Es necesario reconocer que la vida existe, rezar por ellos y confiar que ya están con Dios”, dijo el p. Nepil, en relación a la pérdida de un bebé; él hablaba por experiencia propia, pues años atrás, sus padres perdieron a sus dos hermanos mayores.

“Ellos- dijo el p. Nepil, refiriéndose a sus hermanos mayores- son completamente únicos y hermosos a los ojos de Dios; es importante que reconozcamos que son reales, con almas de verdad y aunque lidiar con el dolor es a veces desagradable y difícil, al final te da una libertad profunda, te ayuda a crecer en tu fe y en tu conversión, haciendo que este dolor valga la pena”.

Testimonio y lección
“Perder un bebé no es un tema del que la gente hable y hasta que no sufrí una pérdida yo misma, no sabía lo complicado que es”, dijo Bernadette Prochaska, quien valientemente compartió su testimonio al finalizar la Misa.

Los esposos Prochaska perdieron dos niños en el curso de dos años. “Esta experiencia es muy dura –dijo Bernadette – especialmente en una cultura que ve a los niños que están en el vientre como un ‘producto’”. Luego, con voz entrecortada, dijo que una de las cosas más duras que enfrentó al perder a su bebé Clare, fue darse cuenta que uno de los formularios del hospital pedía su consentimiento para eliminar “lo que ellos llamaban ‘desperdicio médico’. Esto rompió mi corazón” dijo.

Bernadette se negó a firmar el documento y pidió los restos de su bebé para darle un entierro apropiado. “Tuvimos que pelear para tratar a Clare con la dignidad que merecía”, señaló la madre. Finalmente los Prochaska enterraron a su niña en el cementerio Sacred Heart of Mary, en Boulder, junto a su pequeño Samuel y es un gran consuelo para ambos poder visitarlos.

De hecho, según dijeron, una de las cosas que más los ayudó en el proceso de sanación, fue reconocer la dignidad de sus hijos, darles un nombre, celebrar una Misa por ellos y enterrarlos.

“Una de las palabras más consoladoras que he recibido”, señaló Bernadette, son las del p. Nepil, quien me dijo: “Ésta es tu niña y necesitas llorarla como tal”. Estas palabras “me dieron permiso para hacer duelo”.

“Si tienes miedo de llorar tu pérdida porque el mundo no te comprende –dijo Bernadette- quiero que sepas que estas vidas son un don y por lo tanto merecen ser lloradas y la sanación es posible”.

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