Por Daniel Campbell
Como director de la Escuela Bíblica, tengo la bendición de supervisar programas de estudio únicos. Estos programas son únicos porque el seminario St. John Vianney y la arquidiócesis no solo se preocupa por formar futuros clérigos, sino que también cuenta con una división dedicada a formar a los laicos.
Nuestra misión en la escuela bíblica es poner a las personas en contacto y comunión con Jesús, quien solo nos conduce al corazón del Padre en el Espíritu. Nos consideramos parte de la gran comisión dada por nuestro Señor a la Iglesia en el 28º capítulo del Evangelio según san Mateo para bautizar a todas las naciones y enseñarles todo lo que él ha mandado. En esencia, se trata de hacer y madurar discípulos.
Lo hacemos a través de diversas ofertas que estudian el llamado de Dios a cada persona para tener una relación personal con él en la Iglesia que estableció con la preciosa sangre de Jesús. En español, tenemos la Escuela Bíblica Católica de Denver, un estudio de cuatro años de las Sagradas Escrituras. En inglés, también se ofrece clases a través de la Escuela Bíblica además de la Escuela Catequética Católica de Denver, un estudio de dos años del Catecismo de la Iglesia Católica. También ofrecemos otros programas de estudio en inglés: cursos de “enriquecimiento” de un año sobre diferentes temas de la fe, cursos cortos, series de conferencias a lo largo de las temporadas litúrgicas, talleres y conferencias de un día, y conferencias gratuitas durante todo el año. ¡Tenemos algo para todos, sin importar dónde se encuentren en su fe! ¡Esperamos que nuestras ofertas en español crezcan en los siguientes años!
El primer paso para ser discípulo de Cristo es conocer la fe. Esto se debe a que no podemos amar lo que primero no conocemos. O, como podríamos decir de otra manera, no podemos elegir algo que no sabemos que está allí para ser elegido. ¿Cómo podríamos pensar en amar a Cristo, menos aún con todo nuestro corazón, alma y mente, como él declara que debemos, sin conocerlo? Así que el primer elemento para cumplir nuestra misión radica en llevar a las personas al conocimiento de Jesús, sin el cual no podemos amarlo.
Pero, por supuesto, no termina ahí porque, como escribe san Pablo, la mayor de todas las virtudes es la caridad. Aunque hay una primacía lógica del conocimiento en la medida en que no podemos amar lo que primero no conocemos, hay una primacía moral o espiritual del amor sobrenatural, infundido por Dios y al prójimo, sin el cual nuestro conocimiento no da fruto para el Reino de Dios. En ese sentido, consideramos nuestra enseñanza no tanto académica como formativa. No quiero decir que nuestra enseñanza no sea intelectualmente sólida, pues creo que nuestros programas desafían la mente de maneras que nunca ha sido desafiada. Estoy seguro de que no encontrarás nada para los laicos tan intelectualmente sólido como lo que ofrecemos. Me refiero a formativa en el sentido de que nuestra enseñanza está destinada a transformar no solo la mente, sino también el corazón. Como nos dicen las escrituras, debemos ser hacedores de la Palabra, no solo oidores. ¿De qué sirve nuestra enseñanza de la fe si no transforma vidas? ¿Si no lleva a las personas a desear una relación con Cristo? ¿A comprometerse con la vida interior, la única cosa necesaria? ¿A ser más fieles al cumplimiento de los deberes de su estado de vida como esposos, esposas, padres, madres? Nuestros programas son sólidos intelectualmente, siempre arraigados en la enseñanza de la Santa Madre Iglesia, tal como se expresa más claramente en los padres y doctores de la Iglesia. Es solo que somos más que eso, ya que nuestra enseñanza no solo atrae a la mente, sino también al corazón, más profundamente en relación con Cristo.
Para complementar esto, podemos llevarlo un paso más allá: no solo es imposible amar lo que primero no conocemos, sino que tampoco compartiremos lo que primero no amamos. Esta es la culminación de nuestra formación: llevar al estudiante a una relación más profunda con Cristo e inculcar el deseo y la confianza para dar testimonio a él, ya sea con la palabra o el simple testimonio de una vida transformada en Cristo.
No podemos amar lo que primero no conocemos, y no compartiremos lo que primero no amamos. Esa es nuestra misión: llevar a los fieles laicos a conocer, amar y compartir la vida de Cristo, tal como lo hicieron los apóstoles. Si Dios quiere, nuestros estudiantes podrán algún día decir, como leemos de san Pablo en Gálatas 2:20, que “ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí”.
Habiendo dicho esto, estoy emocionado de anunciar que, a partir de este año académico, estamos expandiendo nuestra misión al ofrecer clases en inglés en línea que están abiertas a cualquier persona, en cualquier parte del mundo. El mejor secreto guardado de la arquidiócesis de Denver, que ha cambiado la vida de miles, ahora está disponible para cualquiera, en cualquier parte del mundo. ¡Te invito a unirte a nosotros en nuestra misión de discipulado! Consulta nuestras opciones de clases en español e inglés en sjvlaydivision.org y prepárate para que tu vida cambie al estudiar la fe con nosotros.
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Las clases para el próximo año comienzan el lunes 9 de septiembre. Para más información sobre la Escuela Bíblica en español, incluso nuestras clases y sesiones informativas, visita nuestro sitio web. Para ver todas las opciones de clases, ubicaciones, horarios en línea, etc. En inglés, visita sjvlaydivision.org. ¡Estudia con nosotros para aprender tu fe y llegar a conocer y amar a Jesucristo!