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lunes, marzo 18, 2024
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Corazones listos para responder

Durante todo el año litúrgico, hay solo dos santos de quienes la Iglesia celebra formalmente su nacimiento: San Juan Bautista y la Santísima Virgen María. ¿Por qué estos santos y no otros? Porque Dios les dio la misión de anunciar a Jesús y traerlo al mundo. Hoy en día, cada creyente es también invitado por Dios a prepararse para la misma misión.

Las celebraciones de cumpleaños son un reconocimiento del hecho de que con cada nacimiento, el mundo cambia; una persona nueva y única es añadida al grupo de los vivientes. Ahora bien, cuando celebramos el nacimiento de Santa María el 8 de septiembre, reconocemos y afirmamos que el mundo cambió de una manera mucho más profunda y eterna. En la Virgen vemos el cumplimiento de la promesa de Dios en Génesis 3, 15, en donde se anunció que el demonio sería aplastado por el linaje de la Mujer. Dicha mujer es María, la Nueva Eva, cuyo rol fue hermosamente descrito por San Ireneo de Lyon en el siglo II. «De la misma manera que aquella ―es decir, Eva― había sido seducida por el discurso de un ángel, hasta el punto de alejarse de Dios desobedeciendo a su palabra, así esta ―es decir, María― recibió la buena nueva por el discurso de un ángel, para llevar en su seno a Dios, obedeciendo a su palabra; y como aquella había sido seducida para desobedecer a Dios, esta se dejó convencer a obedecer a Dios; por ello, la Virgen María se convirtió en abogada de la virgen Eva. Y de la misma forma que el género humano había quedado sujeto a la muerte a causa de una virgen, fue librado de ella por una Virgen; así la desobediencia de una virgen fue contrarrestada por la obediencia de una Virgen…» (Adv. Haer., 5, 19, 1).

El nacimiento de la Virgen María marcó un momento decisivo en la historia de la salvación. Fue el momento en que la Nueva Eva nació, y en el que gracias a su “sí” a ser la madre del nuevo Adán, Dios se hizo hombre.

Dios también nos llama a cada uno de nosotros a anunciar el Reino de Dios hoy, en un forma única y propia, según los dones que Dios nos regalado. Todos tenemos nuestro papel en la salvación del mundo; y este próximo viernes 13 de octubre podría ser un momento especial de gracia en nuestro camino a nuestro verdadero hogar en el cielo.

La importancia del 13 de octubre viene de que ese día se cumple el centenario de las últimas apariciones de la Virgen María en Fátima. El mensaje central de Fátima sigue teniendo relevancia y es este: que María quiere ayudarnos a través de su Inmaculado Corazón, a llevar al mundo de vuelta a Dios. El deseo más hondo de la Virgen es que el mundo conozca la misericordia y el amor de su Hijo. Que cada ser humano se encuentre con Él y que ponga su fe en Él.

Dada la inmensa necesidad que todos tenemos de que nuestros corazones sean formados por Jesús, el Obispo Rodríguez y yo queremos invitarlos a todos a consagrarse personalmente y como arquidiócesis al Inmaculado Corazón de María, en una ceremonia especial que se llevará a cabo en la Basílica Catedral el próximo 13 de octubre. Cada parroquia podrá participar de esta consagración, ya sea con su propia celebración, o siguiendo en vivo la ceremonia de la catedral, vía livestream.

La arquidiócesis también está trabajando en algunos materiales de preparación que pueden encontrar en https://archden.org/corazondemaria. Visiten la website y busquen de qué manera se pueden preparar personalmente para esta consagración y así poder participar más plenamente de ella.

Al celebrar el nacimiento de María, ruego a Dios para que cada uno de ustedes abra sus corazones y pueda escuchar las palabras que Jesús pronunció en la Cruz antes de morir: “Ahí tienes a tu madre”. Abran sus corazones para recibir a María como su madre, y para crecer en intimidad con ella, pues ella siempre nos llevará hacia su Hijo Jesús. Pidan a Dios que les conceda una fe más profunda, una fe como la de María, que fue bendecida por su confianza total en el cumplimiento de las promesas de Dios hacia ella (Lc. 1, 45). Recen también por la conversión del mundo, para que cada ser humano abra su corazón y se encuentre con Jesús y conozca su amor eterno. ¡Que María los cubra con su manto de amor y los proteja siempre!

Arzobispo Samuel J. Aquila
Arzobispo Samuel J. Aquila
Mons. Samuel J. Aquila es el octavo obispo de Denver y el quinto arzobispo. Su lema es "Haced lo que él les diga" (Jn 2,5).
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