Cuando Josh conoció a Raúl por primera vez en Samaritan House de Caridades Católicas, creyó que solo sería una amistad laboral. Ambos trabajaban horarios similares y en puestos parecidos para ayudar a las mujeres que vivían en el refugio. Lo que comenzó con conversaciones casuales sobre películas como El caballero de la noche y El Padrino poco a poco se convirtió en algo más profundo.
“Vi que llevaba un crucifijo”, recordó Josh. “Y me dijo que era católico. Eso dio pie a conversaciones muy buenas”.
Josh y su esposa habían sido parte de una iglesia luterana, luego de haber salido de una comunidad no denominacional. Sin embargo, el catolicismo siempre le había interesado, aunque le había sido presentado de manera negativa mientras crecía.
Raúl nunca presionó; sus pláticas eran orgánicas y reflexivas. “No eran debates”, dijo Raúl. “Josh simplemente preguntaba qué creían los católicos sobre diferentes temas, como María, el papa y los santos. Yo solo compartía lo que sabía”.
Pero el momento fue providencial. Al mismo tiempo, Josh estaba tomando una clase de historia cristiana en el Seminario de Denver que profundizaba en la formación de la biblia, la Iglesia primitiva y el papel que la Iglesia católica desempeñó en ella.
“Fue como un efecto dominó”, dijo Josh. “Todo lo que me había causado dudas al crecer de repente empezó a tener sentido, y Raúl me ayudaba a conectar las piezas”.
Josh había estado cuestionando algunas preguntas fundamentales: ¿El bautismo realmente hace algo al alma? ¿Es simbólico o salvífico? ¿Podría existir una iglesia que posea la plenitud de la verdad? Se encontró reflexionando con mayor profundidad.
“Me di cuenta de que los mismos argumentos que usaba para justificar ser luterano —la tradición y la conexión con los comienzos del cristianismo— aplicaban aún más al catolicismo”.
Pero lo que más le impactó fue la unidad, la continuidad histórica y lo que los católicos llaman “la plenitud de la fe”.
Él y su esposa hablaban a menudo sobre el cambio en sus corazones. Josh pensó que ella podría dudar, pero después de un mes aprendiendo y viendo crecer su entusiasmo, ella pidió acompañarlo a OICA (Orden de Iniciación Cristiana de Adultos, anteriormente conocido como RICA).
“Ella simplemente dijo, ‘Yo también quiero unirme’”, cuenta Josh. “Pensábamos: esto es. Aquí es donde Dios nos está guiando”. Josh y su esposa Sierra serán bautizados y confirmados en la fe católica este verano.
En Caridades Católicas, nuestra misión es clara. Como dijo una vez el ex arzobispo de Washington, D.C., James Aloysius Cardenal Hickey, “Servimos a las personas sin hogar no porque sean católicos, sino porque nosotros somos católicos. Si no cuidamos a los enfermos, educamos a los jóvenes y atendemos a personas sin hogar, entonces no podemos llamarnos la Iglesia de Jesucristo”.
Esa identidad forma el corazón de todo lo que hacemos. Así como con Josh y Raúl, la fe en Caridades Católicas nunca se impone, sino que se ofrece con suavidad y alegría. Misas programadas regularmente, oportunidades de oración y eventos de formación opcionales son solo algunas de las maneras en que se invita a los empleados a crecer en su fe.
Al mirar atrás, Josh se siente agradecido por este camino inesperado. “Es increíble pensar que unas horas compartiendo turnos y una conversación sobre El Padrino llevaron a esto”, dijo. “Pero Dios trabaja así”.
“Yo también fui protestante alguna vez. Entendía de dónde venía”, dijo Raúl con una sonrisa. “Solo traté de compartir lo que había llegado a creer, y me siento muy honrado de haber caminado con él en este recorrido”.
¿Y ahora? Dos compañeros de trabajo, una amistad para toda la vida, arraigada en la fe, y un camino de regreso a la Iglesia católica.