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martes, abril 23, 2024
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Desde el pesebre, Jesús nos invita a la perfección

“La Navidad es el momento en que experimentamos la humildad del nacimiento de Cristo y el gozoso testimonio de los pastores, los ángeles y los Reyes Magos sobre el revelador plan de amor de Dios»

San Juan Eudes dijo una vez que todo cristiano pasará por las fases de la vida de Jesús durante su propia vida. Esto forma parte de cómo Dios nos llama a permanecer en él, un camino que se hizo posible para toda la humanidad en Navidad, en el entorno empobrecido de un establo.

En el momento en que Jesús fue concebido en el vientre de María, comenzó su plan para rescatarnos a través de una relación con él. Cuando elegimos entrar en esa relación a través de nuestro bautismo y nuestras elecciones posteriores, comenzamos el proceso de imitación que describió san Juan Eudes.

Para la mayoría de las personas, lo primero que viene a la mente es la forma en que imitamos y participamos en los sufrimientos y las humillaciones que experimentó Jesús, luego en las tentaciones de pecar y finalmente en las alegrías de la vida que reflejan el esplendor de la transfiguración y el cielo mismo.

Nuestra tendencia a detenernos primero en lo difícil y doloroso es una indicación de que sabemos en nuestro propio ser, en lo más profundo de nuestras almas, que fuimos creados para más, fuimos creados para la vida eterna, pero a la vez reconocemos que nuestra vida diaria no lo refleja. Este camino hacia la perfección, este rescate de nuestro estado quebrantado, es la misión de Jesús al convertirse en un niño y un hombre.

Para citar nuevamente a san Juan Eudes: “Quiere llevar a término en nosotros los misterios de su encarnación, de su nacimiento, de su vida oculta, formándose en nosotros y volviendo a nacer en nuestras almas por los santos sacramentos del bautismo y de la sagrada Eucaristía, y haciendo que llevemos una vida espiritual e interior, oculta con él en Dios” (Tratado de san Juan Eudes sobre el reino de Jesús, Opera omnia 1, 310-312).

Mientras celebramos el inmerecido pero desesperadamente necesario regalo de Jesús que viene entre nosotros en la Navidad, los animo a que le pregunten al Señor: “¿En qué aspecto de tu vida me estás guiando ahora?” ¿Será en su educación y crianza en la fe cuando era niño, su confirmación como hijo amado de Dios en el bautismo del Jordán, su tentación en el desierto, su formación de discípulos, su transfiguración, su traición por Judas y por la mayoría de sus seguidores, su sufrimiento y muerte o su resurrección? Hay tantas maneras en que Jesús puede estar obrando, refinándonos y conformándonos a él.

Lo que le sucedió a santa Teresita de Lisieux es un buen ejemplo de cómo Jesús puede purificarnos. Cuando tenía 13 años, santa Teresa experimentó lo que llamó su “milagro de Navidad”. Cuando era niña, era muy vulnerable a la terquedad y a arrebatos exagerados de emoción cuando se sentía ofendida. Mientras subía las escaleras para cambiarse para abrir los regalos, escuchó a su padre decir que ya era muy grande para seguir con esa tradición. Normalmente se habría echado a llorar ante tal comentario, pero en lugar de eso, dijo que Jesús le dio la gracia para dominar sus emociones y volver abajo para abrir sus regalos con alegría, lo que hizo que su padre pasara de irritado a alegre.

La Navidad es el momento en que experimentamos la humildad del nacimiento de Cristo y el gozoso testimonio de los pastores, los ángeles y los Reyes Magos sobre el revelador plan de amor de Dios. En la Eucaristía, Jesús continúa haciéndose presente entre nosotros como lo hizo primero en Belén. Esto hace que sea el momento perfecto para estar en las primeras etapas de nuestro Avivamiento Eucarístico, que comenzó en la arquidiócesis de Denver el 20 de noviembre, la solemnidad de Cristo Rey. (Lee mi nota pastoral sobre el Avivamiento Eucarístico).

Jesús vino a nosotros en el entorno humilde de un establo cuando era bebé. Del mismo modo, él viene a nosotros en la humilde y sencilla apariencia exterior del pan. El Creador del universo nos enseña con su ejemplo y nos invita a humillarnos, a encontrarlo y amarlo en la Eucaristía.

Esta Navidad, los invito a aceptar la mano extendida del Niño Jesús que los llama a venir a él, aceptar su llamado al arrepentimiento y ser transformados por la Eucaristía. Visiten a Jesús en la sagrada comunión y hablen con él en el tabernáculo de su corazón.

Este artículo se publicó en la edición de la revista de El Pueblo Católico titulada «Déjate transformar por la caridad». Lee todos los artículos o la edición digital de la revista AQUÍ. Para suscribirte a la revista, haz clic AQUÍ.

 

Arzobispo Samuel J. Aquila
Arzobispo Samuel J. Aquila
Mons. Samuel J. Aquila es el octavo obispo de Denver y el quinto arzobispo. Su lema es "Haced lo que él les diga" (Jn 2,5).
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