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viernes, marzo 29, 2024
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¿El aborto dejó de ser grave?

Una vez una joven vino muy afligida a contarme que se había practicado un aborto años atrás. Tenía la idea de que lo que había hecho era imperdonable. No obstante, quería confesarse. La acogí y le dije que Dios miraba con bondad su corazón arrepentido, pero tuve que decirle también que no podría confesarse con cualquier sacerdote. Pese a su arrepentimiento sincero, se sentía parcialmente rechazada. Quiso desistir de esa idea. Yo llamé a un sacerdote que pudiera confesarla y así lo hizo. La chica fue recobrando la paz que durante años había perdido y se propuso a sí misma no cometer jamás un acto como este.

El Papa Francisco ha publicado, el pasado 20 de noviembre,  tras finalizar el Año de la Misericordia, (que había iniciado el 8 de diciembre de 2015) la carta apostólica “Misericordia et misera”. Un texto para leer y meditar que recoge algunas reflexiones, frutos y determinaciones luego de transcurrido este Año Santo.

En este establece, entre otras medidas, que el pecado del aborto puede ser perdonado por cualquier sacerdote. Facultad que era concedida solo a los obispos y, en algunas diócesis, a algunos sacerdotes.

La razón para ello es que el Código de Derecho Canónico indica que existen pecados –entre ellos el aborto– que además son delitos por la extremada gravedad -ya que el niño que se está asesinando no tiene cómo defenderse- y quien los comete o es cómplice de ellos cae en la pena de excomunión “latae sententiae”, es decir, “en automático”. Por ello no bastaba la absolución de un sacerdote y era necesario que interviniera un obispo u otro sacerdote habilitado para ello.

Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente”, escribe el Papa en su carta apostólica luego de exponer su nueva determinación. “Con la misma fuerza, sin embargo, puedo y debo afirmar que no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir, allí donde encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre. Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial”, indica el Pontífice más adelante.

Ante un mundo que ha perdido la sensibilidad por la vida del no nacido el Papa, busca nuevas vías de misericordia tanto a las mujeres como a los cómplices del aborto que tengan un corazón arrepentido (que solo Dios ve) y con el propósito de no volver a hacer algo así (ambos son requisitos indispensables para que los pecados sean perdonados).

Con la nueva decisión del Papa Francisco el aborto sigue siendo considerado tan grave como siempre. Pero muchas personas, como la chica que conocí aquella vez, podrán encontrar en la Iglesia ese “hospital de campaña” que sea capaz de curar heridas y de abrir sus brazos de madre porque Jesús, como dijo el Papa al finalizar el Año de la Misericordia, “está dispuesto a borrar por completo y para siempre el pecado, porque su memoria, no como la nuestra, olvida el mal realizado y no lleva cuenta de las ofensas sufridas”.

Artículo publicado originalmente en www.elcolombiano.com

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