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miércoles, abril 24, 2024
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El mes morado se vivió en Denver

Bajo un hermoso sol y cielo despejado, los miembros de la Hermandad del Señor de los Milagros en Denver, llevaron al Cristo Morado sobre sus hombros, por algunas calles de la ciudad. Fue el domingo 13 de octubre, cuando cargadores, cantoras, sahumadoras y fieles, se vistieron de morado, en símbolo de penitencia y oración, para acompañar a su Señor por los alrededores de la Iglesia St. Cajetan.

“Vine para pedir por la salud de mi nietecito, que tiene leucemia y está muy delicado”, dijo Petronila Asián, quien entregó un hermoso ramo de flores moradas al Señor. “Tengo mucha fe en Él y siempre he sido devota, pues desde chiquita mi mamá me llevaba a la procesión en Lima. Pero estaba tan preocupada por mi nieto, que me olvidé de todo”. Sin embargo, el Señor se encargó de recordárselo. “Una noche soñé con flores moradas y me acordé: ¡Es el mes morado! Por eso estoy aquí y he dejado la foto de mi nieto junto al anda del Señor de los Milagros”, dijo Petronila.

Milsa Gutierrez, por su parte, llegó temprano vestida de morado y con la mantilla blanca sobre su cabeza. Caminó de cara al Cristo Morado, elevando incienso, en expresión de amor y reverencia. Milsa vive en Wyoming, y si bien conoció la devoción en su patria, el Perú, nunca antes estuvo tan cerca. “Ahora vengo todos los años con mi familia a rezarle y pedirle por todas nuestras necesidades, y me siento muy orgullosa de poder participar aquí”.

Si bien ésta es una devoción de origen peruano, el Señor de los Milagros responde a gente de todas las nacionalidades.

Stephanie Spoor, una joven professional americana que estudió un semestre en el Perú, llegó “para recordar la belleza de aquella devoción tan grande y hermosa que conocí. Todo un país siguiendo al Señor. ¡Impresionante!”, afirmó.

Damian Vigil, hija de padres mexicanos nacida en Estados Unidos, vio al Cristo Morado por primera vez en su vida y le pareció increíble. “Experimenté la presencia de Dios y estuve muy feliz de estar tan cerca de Él, porque lo estaba necesitando. Le pedí perdón y le pedí por mi familia y amigos, para que nos sane a todos”, dijo Damian.

Entre los fieles, un joven llamó especialmente la atención. A lo largo de toda la procesión no se despegó del anda del Señor. Su nombre es Martín Olivas, mexicano que hace un año cayó de una altura de 18 pies y hoy está vivo. “He pasado por algunas cosas difíciles pero sé que mi Padre Dios es muy grande, y para Él no hay imposibles”. “Tengo mucha fe en Él y le pido por mi hijo, por mi familia y por todo el mundo”, compartió.

Así pues, ese domingo el Cristo Morado acogió a todos los que le pidieron por sus necesidades, dolores y preocupaciones. Y así lo ha venido haciendo por más de 350 años, desde que surgió la devoción en el Perú. Desde entonces, cada año crece más y hoy recorre las ciudades del Perú, Chile, Colombia, México, Japón y Estados Unidos, entre otros.

“Invito a todos a venir a conocer al Cristo Morado”, dijo Mónica Lara, Secretaria General de la Hermandad del Señor de los Milagros en Denver, quien contó que la Hermandad comenzó hace 21 años en Colorado, por iniciativa de la familia Lara.

“Las puertas están abiertas para todos los que necesiten al Señor de los Milagros –señaló Mónica- especialmente en este mundo tan lleno de violencia y sufrimiento. Es necesario tener fe y confiar en Él, y estar seguros que pesar de los obstáculos, Él nos ayudará a salir adelante”, concluyó.

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