La solemnidad de la Inmaculada Concepción, que se celebra el 8 de diciembre de cada año, es una de las fiestas más queridas pero incomprendidas de la Iglesia. También es un día de precepto, ¡así que asegúrate de asistir a Misa este día! Además de las Misas del día, muchas parroquias también ofrecen Misas de vigilia el día anterior.
Si bien muchos piensan que la Inmaculada Concepción se refiere a la concepción de Jesús por la Virgen María, en realidad honra la forma en que la Virgen María misma fue concebida. (La fiesta de la Anunciación el 25 de marzo honra la concepción de Jesús).
Ahora, muchos podrían preguntarse, «¿por qué es esta una parte tan importante de la enseñanza de la Iglesia?» El Catecismo de la Iglesia Católica da la respuesta:
Para ser la Madre del Salvador, María fue «dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante». El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como «llena de gracia». En efecto, para poder dar el asentimiento libre de su fe al anuncio de su vocación era preciso que ella estuviese totalmente conducida por la gracia de Dios.
A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María «llena de gracia» por Dios había sido redimida desde su concepción. Es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX:
‘… la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano’ (CCC 490-491).
Además de asistir a Misa en este día, otra forma pequeña pero significativa de honrar esta fiesta es invocar la intercesión de la Santísima Madre rezando una avemaría antes de las comidas.
