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miércoles, abril 24, 2024
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Fieles de Denver dan la despedida final al Padre Tomás Fraile

El 26 de marzo, más de 3 mil fieles de Colorado se dieron cita en la parroquia San Cayetano para ofrecer el último adiós al sacerdote Teatino Tomás Fraile, quien fue párroco de dicha Iglesia por más de 41 años. 

La Misa de resurrección fue presidida por Mons. Samuel Aquila, Arzobispo de Denver y concelebrada por la comunidad de Teatinos y sacerdotes de la Arquidiócesis de Denver.

Durante la homilía, el P. Lawrence Gallegos de la orden Teatina, recordando la vida del P. Tomás señaló que “San Cayetano- Fundador de los Teatinos- debe estar orgulloso de su hijo Tomás, quien ofreció  41 años de servicio a la gente de Colorado, servicio a su orden y servicio a la Iglesia en esta parroquia”.

“¡Cuántos sacramentos celebró para nosotros- continuó el P. Lawrence-, bautizos, primeras comuniones, confesiones, a cuántos agonizantes asistió con los últimos sacramentos!, todo eso no se puede contar, sólo Dios sabe y será Dios quien lo premie”.

Asimismo el sacerdote Teatino, expresando su dolor y tristeza por esta pérdida y consolado a quienes lloraban su partida, señaló que en medio de la tristeza, tenían que alegrarse, “esto no se termina, hoy empieza una nueva etapa, para Tomás y para todos nosotros, porque ustedes son la semilla de todo lo que él sembró, ustedes serán quienes escriban una nueva historia. Hoy le decimos adiós al Padre Tomás y el desde arriba nos responde ¡con ánimo, adelante!”

El Arzobispo Aquila ofreció también algunas palabras en español a los presentes, expresándoles su deseo de acompañarlos “en este día en el que sus corazones se despiden de un sacerdote que se entregó incansablemente a ustedes por más de cuarenta años”.

Mons. Aquila señaló que “San Cayetano fue una de las primeras parroquias hispanas en la Arquidiócesis de Denver, una de las pioneras en servir a esta comunidad tan querida entre nosotros.  Y el Padre Tomás juntó con sus hermanos Teatinos se han entregado día a día por todos y cada uno de ustedes. ¡Cuántos de ustedes podrán decir que están aquí en la Iglesia porque aquí se sintieron comprendidos y acogidos! Y el Padre Tomás hizo mucho porque así fuera”.

Finalmente el Arzobispo de Denver dijo que “nuestra Madre Santa María de Guadalupe, a quien él tanto quiso a pesar de no ser mexicano, lo debe tener ya cerca de su corazón y entre sus brazos. ¡Gracias por todo lo que hizo padre Tomás, lo vamos a extrañar!”.

El prelado leyó además unas palabras enviadas por el Cardenal Francis Stafford, quien fue Arzobispo de Denver desde 1986 a 1997. La nota decía: «Mientras lo conocía mejor, más lo admiraba- decía la carta, refiriéndose al P. Tomás-. Élfue un hombre íntegro, un hombre maduro en Cristo. Era conocido por su fidelidad. Muchos admiraban su silenciosa lealtad hacia el Padre Prohens, su párroco por muchos años. El P. Prohens le enseñó a ser un hijo ejemplar de San Cayetrano, fundador de los Teatinos. En su largo y fiel ministerio en la parroquia San Cayetano, el P. Tomás se convirtió en un “cazador de almas”. Un buen religioso fue descrito alguna vez como “alguien que nunca busca lo que considera mejor para sí mismo, sino en cambio, lo que considera mejor para los demás”. Día y noche el P. Tomás fue ese tipo de religioso ¡Que descanse en Paz!».

El Padre Tomás llegó a Denver en abril de 1971, y el 6 de marzo de  1973 inició su servicio en la Parroquia San Cayetano como Párroco asociado, junto a su entrañable hermano y compañero de misión, el P. Jaime Prohens, quien fue párroco de dicha comunidad hasta su fallecimiento en el 2007. Desde ese entonces, el P. Fraile asumió el cargo de párroco y lo ejerció hasta poco antes que fuera llamado a la presencia del Señor.

Como lo recuerdan muchos de sus parroquianos y hermanos sacerdotes, el Padre Tomás fue un amante de las Escrituras, “las tenía grabadas en su corazón” recordó el P. Gallegos, y continuó diciendo que “sus homilías eran largas, pues tenía tanto en su corazón sobre las Escrituras que quería compartirlo con todos sus fieles, quería que todos nosotros también nos enamoráramos de Jesús”.

Sus últimas palabras antes de partir fueron precisamente las del Salmo 23: “El Señor es mi Pastor nada me falta…”, uno de los fieles que lo acompañó en esos últimos minutos recuerda que, “interrumpió a sus hermanos que rezaban el rosario y les pidió que leyeran ese Salmo,  lo repitió como 15 veces y no dijo más, luego el Señor lo llamó a su presencia”.

Al finalizar la Misa, los fieles se reunieron en el estacionamiento de la parroquia y formaron dos filas a lo largo del recorrido que haría el carro fúnebre que llevaba los restos del sacedote, al pasar el coche aplaudieron entre llantos y gozo, despidiendo así a quien entregó casi toda su vida sacerdotal amándolos y sirviéndolos.

 

 

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