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Fortaleciendo tu relación con la Santísima Trinidad

Haces la señal de la cruz y comienzas a orar. Pero luego te das cuenta de que no solo Jesús, sino también el Padre y el Espíritu Santo son Dios. Y entonces te confundes y no sabes a quién rezar o cómo hacerlo. ¿Cómo nos debemos relacionar con la Santísima Trinidad?

Afortunadamente, los cristianos se han preguntado cómo el hecho de que Dios es uno en tres personas afecta la forma en que él se relaciona con nosotros y cómo nosotros nos relacionamos con él.

Pero lo primero que debemos tener en cuenta es que cuando se trata de tener una relación con Dios, no se trata de una competencia de quién recibe más atención.

«Las personas de la Santísima Trinidad son un solo Dios, por lo que no tienes por qué preocuparte de que si se descuida a una u otra: el Espíritu Santo, por ejemplo, nunca se siente olvidado», dijo el padre Daniel Barrón, director de formación espiritual en el Seminario Teológico St. John Vianney y miembro de los Oblatos de la Virgen María.

El padre Barrón hace una especial referencia al pasaje en el que Felipe le pide a Jesús que muestre a sus discípulos al Padre, «y eso será suficiente». Y Jesús lo regaña: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14, 8-9).

Sin embargo, eso no significa que no debamos buscar una relación única con cada uno.

«Incluso así, para Dios es un gran honor y gloria que realmente lo conozcamos y lo amemos como él es: tres personas distintas», continuó el Padre Barrón. «Dios se nos revela como Amor, no una mónada solitaria a lo lejos, sino como una comunidad inseparable que desea atraernos a esa unión».

“Una forma de hacer esto es practicar el ‘triple coloquio’ que San Ignacio de Loyola sugiere en sus Ejercicios Espirituales”, dijo.

Un coloquio es una conversación íntima que el santo recomienda al final de cada meditación y debe hacerse con un corazón transparente, sin temor a mostrar afecto. Sugiere un «triple coloquio» al hablar con cada persona de la Santísima Trinidad.

“Cuando uno comienza a rezar este coloquio, uno comienza a experimentar una relación distinta que se desarrolla con cada una de las personas de la Trinidad. Sin embargo, es difícil ponerlo en palabras y quizás sea único para cada persona”, dijo el padre Barrón. “Aun así, cuando abrimos nuestros corazones a Dios, él nos abre el suyo. Incluso podemos confiar en que Dios está trabajando en y a través de nuestra imaginación para responder. ¡No tengas miedo de escuchar y dejar que el Señor hable! »

Sin embargo, en el proceso para crecer en relación con el Dios trino, hay muchas cosas que pueden necesitar purificación y sanación.

“Quizás el mayor obstáculo para una relación más profunda con la Trinidad es el dolor emocional. Las heridas de nuestras relaciones humanas pueden mantenernos encerrados en el espíritu e incapaces de abrirnos al amor de Dios”, dijo el padre Barrón.

«Si una persona siente que el dolor emocional le impide tener una relación íntima con Dios, el primer paso para la sanación es ir a la oración y contarle a Jesús toda la historia del dolor… Incluso es bueno preguntarle a Jesús dónde estaba cuando esto sucedió y por qué lo permitió”, dijo. “Al orar de esta manera más y más, gradualmente te darás cuenta, con fe, de que no te estás hablando a ti mismo y que no estás solo. Si no estás solo, no duele tanto. Cuanto más frecuentemente dejes que Jesús vea tus heridas, más rápidamente sus heridas sanarán las tuyas».

Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez es el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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