Por Grant Whitty
“El desafío no es ser ordenado. El desafío es formar hombres que vivan como sacerdotes santos. Por eso estamos aquí”, dijo el padre Ángel Pérez-López, rector del seminario teológico St. John Vianney (SJV, por sus siglas en inglés), a una sala llena de benefactores durante la jornada anual de puertas abiertas del seminario.
Con fieles benefactores provenientes de toda la arquidiócesis, el evento estuvo marcado por varios avances emocionantes en el campus del seminario, nuevos liderazgos y la clase de ingreso más numerosa en la historia del SJV.
Después de un breve mensaje de bienvenida, los asistentes se dividieron en pequeños grupos guiados por seminaristas. Cada grupo recorrió casi todos los rincones del seminario, desde las zonas en construcción hasta las capillas privadas.
El recorrido comenzó con una visita al casi terminado centro recreativo Monsignor Glenn, ubicado en la esquina noreste del campus. El edificio contará con un gimnasio, áreas de cardio y pesas, vestidores y un campo de pasto sintético al aire libre para fútbol y otras actividades.
“El llamado al sacerdocio es uno de los mayores dones que he recibido”, dijo Tommy Myers, seminarista de Denver que estudia en el SJV, mientras guiaba a su grupo. “Y tener un seminario que apoya tanto nuestra salud espiritual como la física; es también es un verdadero regalo”.
Ese sentimiento de gratitud y misión trasciende los muros del seminario. Para Paul Doherty, feligrés de la parroquia All Souls en Englewood, apoyar al SJV se ha convertido en una misión personal para sostener a la Iglesia.
“Aunque no soy rico, he sido bendecido en mi vida”, compartió. “Siento que tengo el deber de retribuir, y qué mejor manera que invirtiendo en nuestros hombres. Nuestro mundo necesita hombres fuertes, sacerdotes fuertes”.
A medida que los grupos avanzaban desde el nuevo centro recreativo hacia el edificio principal del seminario, tuvieron acceso exclusivo a los pasillos —y al recién renovado oratorio privado ubicado en la torre del campanario de la capilla Christ the King—, espacios donde Dios está formando a esos futuros “sacerdotes fuertes”.
Finalmente, los recorridos continuaron hacia la capilla Christ the King, donde los visitantes recibieron una explicación detallada de casi todos los elementos artísticos del lugar: desde los hermosos vitrales hasta las estatuas de los santos, los altares laterales y los sutiles detalles de diseño.
El recorrido concluyó en la capilla antes de la Misa, cuando más seminaristas se unieron a la celebración, llenando las bancas con el blanco y negro de sus sotanas y sobrepellices. El padre Ángel presidió la Misa junto a dos diáconos seminaristas y varios sacerdotes formadores. En su homilía, invitó a los presentes a vivir la humildad del Evangelio, haciéndose pequeños como la semilla de mostaza y reconociendo a Dios como el autor de todo movimiento en la propia vida.
Después de la Misa, todos se reunieron nuevamente en el refectorio del seminario para una recepción y un mensaje del nuevo rector.
“Este año tenemos la clase de seminaristas más grande de los últimos tiempos… y yo llevo aquí mucho tiempo”, comentó con humor el padre Ángel, quien ha sido un rostro familiar en el SJV por casi dos décadas. “Nos alegra compartir que tenemos noventa y seis hombres en formación este año”.
Además del número récord de nuevos seminaristas arquidiocesanos, más de 900 hombres fueron nominados en la reciente campaña “Llamados por su nombre” de la arquidiócesis como personas con potencial para ser buenos, santos y felices sacerdotes. Casi 100 de ellos participaron recientemente en un retiro “Ven y verás” en el seminario teológico St. John Vianney, iniciando su discernimiento vocacional.
Para acompañar a estos hombres, especialmente cuando ingresan al seminario, la arquidiócesis ha reunido un equipo comprometido de sacerdotes, religiosos, diáconos y laicos. Entre ellos se encuentran los recién incorporados padres Julius Lule y Jorge Jesús López. Estos nuevos sacerdotes se unen a un dedicado equipo de formadores que acompañan a los seminaristas mientras disciernen la voluntad de Dios y siguen las directrices de formación del 2017 del santo padre, que continúan aplicándose en los seminarios de todo el país y del mundo.
Aquí, en la arquidiócesis de Denver, el éxito de la misión depende de la santidad de los sacerdotes de la Iglesia. Gracias al apoyo de los muchos benefactores reunidos en la jornada anual de puertas abiertas, el seminario teológico St. John Vianney puede formar hombres en la santidad y el servicio, una misión con impacto eterno.
“Los sacerdotes santos son el ancla del éxito de la misión de la Arquidiócesis de Denver”, dijo Andrew Castillo, director arquidiocesano de promoción de la misión. “Son necesarios para que en Jesucristo todos sean rescatados y tengan vida abundante, para gloria del Padre.”
Es en el seminario teológico St. John Vianney donde se forjan esas anclas en el fuego santo, para convertirse en los hombres de Dios que la Iglesia del norte de Colorado necesita en los años por venir.
