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jueves, marzo 28, 2024
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La Arquidiócesis honra a Julia Greeley en el centenario de su muerte

Cientos de fieles se reunieron en la Catedral Basílica Immaculate Conception el 7 de junio para celebrar una misa de la Sierva de Dios Julia Greeley a cien años de su fallecimiento.

Foto de Anya Semenoff/Denver Catholic.

Aquellos que asistieron tuvieron la oportunidad de ver de cerca la tumba de Julia y prestarle respeto a la mujer que está en camino a la santidad.

El arzobispo Samuel J. Aquila presidió la misa.

«Hoy es un día histórico para la Iglesia del norte de Colorado, nos reunimos en esta iglesia catedral para celebrar el centenario de la muerte de Julia Greeley en esta vigilia del Sagrado Corazón de Jesús», dijo durante su homilía.

El arzobispo explicó que el amor desinteresado de Jesús dado en la Eucaristía es el mismo amor que Julia encarnó en su propia vida.

“Está profundamente arraigado en el sacrificio” dijo el monseñor Aquila. “En entregarse por completamente al Señor sin importar el precio”.

Julia creció siendo una esclava. Perdió un ojo cuando su madre estaba siendo golpeada y el látigo le pego a ella en lugar de su madre, y aun así vivió una vida feliz.

Después de convertirse en una mujer libre y mudarse a Denver, caminaba por las calles ofreciendo ayuda a los pobres. Un viernes al mes visitaba la estación de bomberos donde distribuía estampitas del Sagrado Corazón de Jesús. Julia no solo tuvo el coraje de repartir amor de esta manera, sino que además lo hizo mientras luchaba con artritis en todo su cuerpo

«Incluso en medio de su terrible artritis y en el quebranto y el dolor de su propio cuerpo, todavía llevaba un espíritu alegre porque conocía el amor de Cristo», dijo el arzobispo Aquila. “Su vida es un testimonio de la gracia, del poder de Dios y de la humildad y del don total de sí”.

El coro de música afro americana Joyful Noise Youth Choir  cantó durante la misa de centenario de muerte de la Sierva de Dios Julia Greeley.

El arzobispo pidió a los presentes que consideren el profundo amor que Dios tiene por todos y cada uno de ellos y que vean en la vida de Julia Greeley un ejemplo de santidad.

«… elevamos nuestros corazones en gratitud al padre por el don del sagrado corazón de Jesús, por el don de su hijo para el mundo y por la fidelidad de una antigua esclava que estaba verdaderamente enraizada y cimentada en el amor”, expresó.

 

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