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jueves, abril 25, 2024
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La misericordia es amiga de la justicia

El Papa francisco publicó el pasado 11 de abril la bula Misericordiae Vulutus, para convocar al Jubileo Extraordinario de la Misericordia que comenzará el 8 de diciembre y que tendrá como lema la frase “misericordiosos como el Padre”.

La bula es un documento papal que expresa decisiones importantes como doctrinas, sentencias de canonización, reglamentos de disciplina eclesiástica, años jubilares, entre otros.

El Papa ha querido convocar al Año de la Misericordia en un mundo que es testigo de cómo “la experiencia del perdón se desvanece cada vez más”. Y advierte que sin el perdón solo puede existir “una vida infecunda, estéril, como si viviese un desierto desolado”.

Por ello el Pontífice exhortó a cada comunidad cristiana a ser un “oasis de misericordia”. También invitó a los católicos a hacer una peregrinación a algún santuario, como representación de que nuestra vida es “una meta por alcanzar” la cual requiere de “compromiso y sacrificio”.

Enemigos de la misericordia

En su bula, el Papa señala las contrarias a la misericordia, en las cuales muchas veces caemos los cristianos. La primera es la visión justiciera contra los demás. “¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia!”, señala. “Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme”, indica el Papa, quien además invita a todos los cristianos a “saber percibir lo bueno que hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo”.

Otra actitud que va en contra de la misericordia es la indiferencia, “que humilla en la habitualidad, que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye” y exhorta a todos los cristianos a abrir los ojos para “mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad” para poder “escuchar su grito de auxilio”.

Por ello el Papa invita a mirar a cada uno de los “más pequeños” en quienes “está presente Cristo mismo”.

La avaricia también es otro enemigo de la misericordia y con ella viene la corrupción que “destruye los proyectos de los débiles y oprime a los más pobres”, un mal que va anidándose “en gestos cotidianos” para después expandirse a “escándalos públicos”. “La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero y el poder”.

“¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida!”, dice el Papa a los corruptos. “Basta solamente que acojáis la llamada a la conversión y os sometáis a la justicia mientras la Iglesia os ofrece misericordia”, indica.

Misericordia y justicia

El Papa reitera que la misericordia no se opone a la justicia, e indica que la justicia es dar a cada quien lo que le es debido pero advierte el peligro de “caer en el legalismo, falsificando su sentido originario y oscureciendo el profundo valor que la justicia tiene”. ¿Qué novedad trae Cristo a la justicia de Dios? Que ahora se convierte “en la liberación para cuantos están oprimidos por la esclavitud del pecado y sus consecuencias. La justicia de Dios es su perdón”, luego dice. “Si Dios se detuviera en la justicia dejaría de ser Dios” (…) Sería como todos los hombres que invocan el respeto por la ley” por la actitud justiciera resulta contraproducente y se corre el riesgo de “destruir la justicia”. Así el Papa invita a acoger el amor de Dios, quien “nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida”.

Obras de misericordia corporales:

  • Dar de comer al hambriento
  • Dar de beber al sediento
  • Vestir al desnudo
  • Acoger al forastero
  • Asistir a los enfermos
  • Visitar a los presos
  • Enterrar a los muertos

 

Obras de misericordia espirituales:

  • Dar consejo al que lo necesita
  • Enseñar al que no sabe
  • Corregir al que yerra
  • Consolar al triste
  • Perdonar las ofensas
  • Soportar con paciencia a las personas molestas
  • Rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.
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