La vida del diácono John Ferraro ha sido profundamente moldeada por las escuelas católicas, desde sus primeros días como estudiante en la escuela Guardian Angels en Denver, hasta su trabajo como maestro en la preparatoria Regis Jesuit en Aurora y ahora como diácono y capellán hospitalario. Al celebrar la Semana de las Escuelas Católicas, su historia es un testimonio poderoso del impacto duradero de la educación basada en la fe.
Originario de Denver, el diácono John Ferraro encontró por primera vez los fundamentos de la fe que guiarían su camino en la escuela Guardian Angels.
“Fue allí donde se plantaron las semillas de la oración y el servicio en mi corazón”, dijo.
El servicio como monaguillo alimentó aún más su amor por la liturgia, estableciendo una conexión temprana con el ministerio.
Después de graduarse de la preparatoria, el camino del diácono John lo llevó a la universidad Creighton, una universidad jesuita en Omaha, Nebraska. Su tiempo allí amplió su comprensión de la espiritualidad ignaciana, que ve a Dios como activo y presente en todos los aspectos de la vida.
“El énfasis jesuita en ver a Dios en todas las cosas realmente dio forma a mi cosmovisión”, compartió el diácono John. “Me atrajo su compromiso con el servicio y la educación”.
Inspirado por el ejemplo de los sacerdotes jesuitas, el diácono John ingresó a la formación jesuita después de la universidad, donde abrazó el ministerio y la docencia. Durante su regencia, un período de servicio activo dentro de la formación jesuita, comenzó a enseñar en la preparatoria en Omaha.
“Allí fue donde me enamoré de la educación católica”, dijo. “No solo se trataba de lo académico; se trataba de formar a la persona en su totalidad”.
Aunque discernió que la vida jesuita no era su vocación, la pasión del diácono John por la educación católica persistió. Enseñó en la preparatoria católica Roncalli en Omaha y luego regresó a Denver en el 2001, donde se unió al cuerpo docente de la preparatoria Regis Jesuit. Durante más de dos décadas en Regis, el diácono John sirvió como maestro de teología y ministro del campus.
“El ministerio del campus me permitió acompañar a los estudiantes en sus caminos de fe”, dijo. “Vi de primera mano cómo las escuelas católicas pueden formar a los jóvenes”.
El trabajo del diácono John incluyó organizar retiros, planificar liturgias y fomentar una cultura de servicio, todo lo cual profundizó su apreciación por el papel único de la educación católica en la formación de discípulos.
Fue durante su tiempo en Regis Jesuit que discernió un llamado al diaconado.
“Inicialmente pensé, ‘Ya estoy haciendo lo que hacen los diáconos’, pero Dios tenía otros planes”, explicó.
Desde su ordenación en 2019, el diácono John ha descubierto que su ministerio como diácono se basa en su experiencia en las escuelas católicas.
“La humildad y apertura que aprendí como maestro y ministro del campus han sido esenciales en mi ministerio ordenado”, compartió.
En 2021, el diácono John hizo la transición de la educación a la capellanía, un paso que describe como “un llamado dentro de un llamado”. Como capellán nocturno en el hospital Saint Joseph en Denver, utiliza su formación ignaciana para guiar a los pacientes en sus luchas espirituales.
“El discernimiento de espíritus, una parte clave de la espiritualidad ignaciana, me ayuda a caminar con las personas mientras navegan por momentos de gracia y desafío”, dijo.
A lo largo de su vida, el diácono John ha sido testigo del poder transformador de la educación católica, no solo en sus estudiantes, sino también en él mismo.
“Las escuelas católicas me dieron las herramientas para reconocer la presencia de Dios y responder a su llamado”, dijo.
Mirando hacia atrás, el diácono John atribuye gran parte de su vocación a los educadores y mentores que influyeron en él, desde sus padres, que le mostraron la fe en acción, hasta los sacerdotes que lo alentaron a considerar su llamado.
“Mi mamá me inculcó la importancia de la oración, y mi papá me enseñó a poner mi fe en acción”, comentó.
Al celebrar la Semana de las Escuelas Católicas, el camino del diácono John nos recuerda que estas instituciones son más que lugares de aprendizaje. Son comunidades que inspiran fe, servicio y un compromiso de por vida con Cristo.