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miércoles, abril 24, 2024
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Las Fraternas celebran su aniversario de plata

Por: Martha Fernandez-Sardina

Este pasado 1 de abril, las “Fraternas” celebraron en Denver sus 25 años de fundación con una Misa en la Parroquia de Holy Name concelebrada por varios sacerdotes y presidida por el Arzobispo Samuel J. Aquila, quien les sirvió a su llegada a estas tierras en 1998 de “padre espiritual” cuando se le conocía como “Padre Sam”.

La Fraternidad Mariana de la Reconciliación (FMR) – o Marian Community of Reconciliation (MCR) como se conoce en inglés – fue fundada en Lima, Perú el 25 de marzo de 1991. Aprobada canónicamente como Sociedad de Vida Apostólica el 21 de enero de 2011, esta comunidad sirve a Dios y a Su Iglesia por medio de laicas consagradas enviadas a diversas diócesis y apostolados como mensajeras de reconciliación y amor.

Su identidad como laicas consagradas les permite estar insertas en el mundo – sin ser de él – y ayudar a los laicos a que descubran su vocación a la santidad y su rol evangelizador en la Iglesia, el cuerpo místico de Cristo.

Su emblema es María al pie de la Cruz y como ella acompañan a Jesús en Su dolor y buscan estar firmes en las diferentes pruebas que se presentan día a día.

 

Gratitud y fortaleza

En la Misa de aniversario, el Arzobispo Aquila dio gracias a Dios por el regalo de su espiritualidad y por el bien y fruto que ha producido en la Iglesia: “Mi corazón se reboza de gratitud por todo el bien que han logrado en estos 25 años, especialmente en su misión en Denver. Han sido una gran bendición para la Iglesia y como las mujeres del Evangelio siguen dando un fuerte testimonio de fidelidad a Cristo de que Cristo es fiel a Sus promesas”.

Reflexionando sobre las pruebas que todos enfrentamos, incluyendo su comunidad, las exhortó a que “mantengan sus ojos puestos en Cristo. Han experimentado la cruz, han estado al pie de la cruz, pero recuerden siempre que el desaliento y la desesperanza es obra del maligno, pero en la resurrección, Cristo conquista el mal y ahí está nuestra esperanza”. Añadió que “cuando vemos cómo su misión se ha expandido aquí en los Estados Unidos y en Italia”, a Australia y en países de América Latina “vemos que ha sido porque ustedes han mantenido sus ojos en Cristo, proclamando a Cristo, confiando en la gracia que Dios le ha dado a su Comunidad”.

 

Oración y apostolado

Las Fraternas tienen una fuerte vida comunitaria que les permite crecer en amistad con el Señor Jesús y unas con otras. Tienen una profunda vida de oración y buscan que ésta sea la savia que nutra todo su día. Así, buscan vivir la espiritualidad de la acción. Están presentes en ocho países de tres continentes.

Sus áreas de apostolado son la evangelización de los pobres, los jóvenes, la cultura, la familia y la defensa y promoción de la vida desde su concepción hasta la muerte natural. Sus actividades incluyen catequesis y pastoral universitaria; Belén para niños; Convivios para jóvenes; Betania para mujeres; Nazaret para matrimonios; Navidad es Jesús ayudando a niños pobres en los barrios; misiones con indígenas en zonas remotas de América Latina; y otros dinámicos ministerios con los que llevan el Evangelio del amor a todos los sectores de la sociedad en países diversos.

En Estados Unidos están presentes en Denver desde 1998 gracias a la invitación del entonces arzobispo, Monseñor Charles Chaput, OFM Cap.; en Bridgeport, Connecticut; en San Antonio, Texas.

En Denver, las Fraternas trabajan para la Arquidiócesis en la Oficina de Evangelización y Pastoral Familiar y en la Oficina de Comunicaciones en la edición y redacción de El Pueblo Católico, al igual que prestando liderazgo en el Movimiento de Vida Cristiana (MVC) o Christian Life Movement (CLM), dirigiendo un grupos de niñas (Belén), dos agrupaciones marianas de jóvenes y tres grupos de señoras, y como encargadas de la formación de los misioneros del apostolado con “homeless” llamado Christ in the City.

En Denver, la Fraternidad Mariana de la Reconciliación y el Movimiento de Vida Cristiana desarrollan su apostolado en y desde la Parroquia Holy Name.

CelebrationEn la celebración del aniversario, cientos de personas honraron a las que con su ejemplo y trabajo siguen acercando a tantas personas y familias a Cristo y a Su Iglesia. Las palabras que usaron para describirlas en el festejo incluyeron “alegres, gozosos, divertidas, cercanas, amorosas, buenas y fieles amigas, llenas de fe, de mucha oración, discípulas de Cristo, hijas y reflejo de María…” y muchas otras con las describen quienes las conocen.

Lauren Droege, universitaria de 23 años, fue una de las niñas del primer grupo Belén en Denver y compartió su experiencia: “Yo tendría 6 o 7 años y nos reuníamos unas 10 o 12 niñas para actividades divertidas y temas religiosos que nos ayudaron a crecer en la fe. Por ejemplo, juegos que nos ayudaban a entender la importancia de decir la verdad o cómo reconciliarnos cuando peleamos con nuestros hermanos y a conectar la vida diaria con la fe católica”. Reflexionando sobre el testimonio de las Fraternas, Lauren añade: “Nos enseñaron a acercarnos a Jesús y cómo ser católicos y divertirnos al mismo tiempo. Eran tan alegres: nos enseñaron a tener gozo en nuestras vidas, manteniendo a Cristo en el centro y dejando las puertas abiertas a lo que Él quiera”.

 

El Pueblo Católico conversó con varias Fraternas con motivo de sus Aniversario de Plata.

 

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Mayé Agama

¿Cómo describirías tú a una Fraterna?

“Es una mujer llamada por Dios a consagrarse totalmente a Él para amarlo con todo su corazón y servirle y Él y a los demás y anunciarle a Él en medio del mundo. Somos laicas consagradas llamadas a ir a distintos lugares a dar a conocer ese amor, el maravilloso mensaje que tiene el Señor para todos nosotros”.

 

¿Qué significa para ti ser Fraterna?

Eso le preguntamos a María Jessica Agama – conocida por todos como Mayé. “Es el regalo más hermoso y más inmenso que Dios me ha hecho en mi vida – el llamarme a ser toda de Él, a amarlo muchísimo, con todo mi corazón y toda mi vida, y con ese amor también amar a las personas a mi alrededor”, dice con gran pasión Mayé, quien trabajó por varios años como editora de El Pueblo Católico y sirve como superiora local de la Fraternidad Mariana de la Reconciliación. Mayé entró a la Comunidad a los 25 años después de haber resistido el llamado que le hiciera Dios a consagrarse “porque tenía otros planes, otras ideas, otros sueños para mi vida que pensaba eran mejores que los de Dios” y a pesar de que no respondía, confiesa con humildad, “Dios, que es tan amoroso y paciente, me siguió llamando y lo escuché”.

 

¿Qué incluye la evangelización de la cultura?

“Es llevar al Señor a las distintas manifestaciones de la vida, de la cultura, de la sociedad y hacer que ese amor y mensaje de Dios llegue a muchas más personas. Se puede hacer de distintas maneras. Por ejemplo, una Fraterna de Denver trabaja en la Oficina de Evangelización y Pastoral Familiar; otra trabaja en El Pueblo Católico que es una manera de evangelizar la cultura. Por otro lado, tenemos los Talleres de Reconciliación que es una manera muy bonita de llevar el Evangelio de la reconciliación a mucha gente – retiros de cuatro sesiones donde tenemos momentos de charlas, oración y reflexión personal. Todos tenemos momentos difíciles, un sufrimiento, una cruz, algo que nos cuesta, y el Señor viene con Su amor a respondernos, a decirnos que el sufrimiento no tiene la última palabra, sino que el amor de Dios nos sana, nos reconcilia, nos trae bendición”.

 

¿Qué le recomendarías a alguien que está indeciso o resistiendo o confundido respecto al llamado, a la vocación de Dios?

“Que confíe muchísimo en Dios con la certeza de que lo que Él pida va a ser lo mejor, va a ser un camino que te va a hacer más feliz, el camino que va a ser más seguro, más pleno. Y no quiere decir que no vas a pasar dificultades, que no va a ser exigente, pero va a ser hermoso porque Él más que nadie sabe lo que es mejor para ti, lo que te va a hacer feliz plenamente – ¡y santa! – y de eso se trata: de ser santos. Yo recomendaría que confíe, que crea, que se arriesgue también porque hay que lanzarse y si Dios te llama es para tu bien. Y lo digo porque hace 23 años que soy Fraterna y ha sido la mayor bendición de mi vida: soy feliz y no me arrepiento”.

 

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Luciane
Luciane con su padre Umberto Urban.

Luciane Urban, quien es originaria de São Paulo, Brasil, ingresó a la Fraternidad Mariana de la Reconciliación en el 1996 e hizo su Profesión Perpetua en el 2003. Ella fue de las pioneras que trajeron la Comunidad a los Estados Unidos, estableciendo su primera fundación en la Arquidiócesis de Denver.

 

¿Cuál ha sido tu experiencia como pionera en Estados Unidos tres veces para ayudar a traer la Fraternidad Mariana de la Reconciliación tres arquidiócesis?

“Fue una gran aventura”, comparte con El Pueblo Católico durante su visita de regreso para celebrar los 25 años. “Éramos jóvenes, todo era nuevo y diferente, conociendo un poquito de inglés, pero había que adaptarse a la cultura y hablar del Señor en otro idioma”, cuenta. “Fue interesante estudiar el Catecismo de nuevo en inglés y aprender a orar en inglés”, un reto con el que muchos migrantes se identifican, especialmente cuando sus hijos regresan a casa hablando inglés. “En casa orábamos y hablábamos en inglés con un propósito”, añade Luciane, “aprenderlo mejor para poder integrarnos a la cultura que veníamos a servir. Queríamos aprender y entender para poder ser útiles en nuestro apostolado: no vinimos a traer ‘lo mío’, mi cultura; nunca pensamos en perderla, pero uno va con la idea de ‘voy a hacerme uno con este pueblo’”.

 

¿Qué nuevos retos enfrentaron?

“Ha sido muy bonito y la experiencia de Denver me ha ayudado mucho: al llegar a otros lugares ya sabes que debes prestar atención a ciertas cosas y no cometer los mismos errores. Fue una experiencia de mucho aprendizaje”. Luciane, brasileña mudada a Perú, comenta sobre su primera migración y la subsiguiente: “fue distinto porque esas culturas son más cercanas”. Agrega: “pero por nuestra vocación tenemos un espíritu misionero. Hicimos muy buenos amigos: la gente ha sido muy acogedora con nosotras”, dice con agradecimiento.

 

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¿Qué significa para ti ser Fraterna?

Ursula
Úrsula Jimenez durante su Profesión Perpetua, el 5 de enero de 2015.

Ursula Jiménez, originaria de Perú, sirve a la Arquidiócesis de Denver como coordinadora del Rito de Iniciación Cristiana para Adultos en la Oficina de Evangelización y Pastoral Familiar. Reflexionando sobre su vocación, ella comparte: “Para mí ser Fraterna es entender lo que Dios pensó cuando me creó; es leer, entender lo más profundo de mi corazón y solamente con la descripción de quién es una Fraterna me puedo comprender”, dice.

 

“¿Quién es una Fraterna?” se pregunta, repitiendo mi pregunta: “Una Fraterna es una mujer que quiere darse toda al Señor, que ha sido llanada para vivir en Comunidad, para darse a los demás, para vivir una maternidad espiritual profunda, para amar con todo al Señor y para desapegarse de todo lo que no la deja amarlo y entregarse totalmente a las personas”, dice con los ojos aguados de emoción.

 

¿Cómo vives la maternidad espiritual?

“Es la capacidad que Dios me da para amar a las personas más allá de haberlas llevado en el vientre, dejando entrar en el corazón a más personas y comprometerme a amarlas, preocuparme, cuidarlas y sobre todo ayudarlas a acercarse al Señor. Eso puede vivirse con las personas a las que damos acompañamiento espiritual, las que dirigimos, pero también abrazando al mundo en general”. Explicando lo que es el acompañamiento espiritual, Ursula añade: “es ayudar a la persona a comprender los designios de Dios, a orar, a escuchar la voz de Dios y a entenderla, y acompañar a la persona para que se acerque cada vez más a Él y vaya cumpliendo Su plan.”. En el día a día, Úrsula trata de acompañar espiritualmente a toda la gente que se encuentra, pero concretamente y de manera más formal “a unas 10 o 12 personas, semanal, quincenal o mensualmente, incluyendo jóvenes solteras y casadas de todas edades”.

 

En 9 de abril hacen 15 años que Ursula entró a la Comunidad.

 

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Carmen Elena Villa Betancourt, originaria de Colombia, entró a la Comunidad hace 11 años. Periodista de profesión y autora de dos libros en español, con experiencia profesional en Colombia, Perú y Roma, Calen sirve a la Arquidiócesis de Denver como editora de El Pueblo Católico desde su llegada a los Estados Unidos hace un año.

 

Calen
Calen Villa.

¿Qué ha sido lo más significativo para ti en estos 11 años en la Fraternidad Mariana de la Reconciliación?

“Sentirme llamada a vivir la plena disponibilidad apostólica. Varias veces, siendo fraterna, he recibido llamadas el día que menos espero y me han dicho que me al lugar que menos espero; y ver que donde voy el Señor me cuida con Su providencia y me llena de bendiciones. El Papa Francisco habla mucho de dejarnos sorprender de Dios: cada día en la Fraternidades para mí es una sorpresa, pero llena de bendiciones que llegan gratuitamente y que el Señor me pide darlas gratuitamente”. Calen ha servido en varios lugares: “He estado en Lima en formación, luego en Roma, de regreso a Lima, seis meses en Connecticut y ahora en Denver”. Comparte que en Roma trabajó tres años en la Agencia Zenit y dirigió grupos de jóvenes. Su tiempo en Denver, lo describe como una “experiencia de entrega y servicio a la Iglesia local a través de mi trabajo en el periódico y a través de la misión evangelizadora del Movimiento de Vida Cristiana (MVC) presente en Denver desde el 1996”.

 

¿Cómo entiendes tu doble vocación de periodista y consagrada?

Calen ve la mano de Dios en su formación tanto en el ámbito profesional como religioso “como un don que me ha dado el Señor gratuitamente, por el tiempo que Él quiera y que me pide que ponga a Su servicio – como un deber, como una canal para evangelizar y para que, gracias a los talentos gratuitamente recibidos yo también pueda estar más cerca de Él y anunciarlo”. Agradece la oportunidad de estudiar periodismo y poner sus conocimientos al servicio de El Pueblo Católico de Denver, reconociendo que “es contribuir un granito muy pequeño que a veces se multiplica”. Su servicio en los medios de comunicación ha ayudado a personas que han comentado que “gracias a un artículo, su postura frente a un tema ha cambiado, se han formado”. Añade que “es una evangelización distinta de la que se hace cara a cara porque uno riega la semilla y no sabe dónde va a caer – y quizás muchos frutos solo los sabré en el Cielo”, admite con paz. “Los poquitos de los que me entero me dan mucha alegría porque lo único que yo hago es poner a Su servicio un pequeño don que Dios me ha dado y Él lo multiplica”.

 

¿Cuál ha sido tu experiencia con el pueblo católico de Denver?

Calen comparte con alegría que disfruta mucho el contacto con la gente de toda edad que conoce regularmente en los eventos a los que asiste: “En Denver, lo que más me llama la atención y más me alegra de la población hispana es su amor a Dios tan grande; su deseo grandísimo de conservar y transmitir la fe y la sencillez de corazón en un lugar nuevo donde muchas veces Cristo está ausente en la esfera pública”.

 

¿Qué significan para ti estos 25 años de a Fraternidad?

“Es un aniversario muy bonito para darle gracias a Dios porque Él es quien ha mantenido la Fraternidad: no por nuestros esfuerzos, sino por Dios que nos alienta, nos sostiene, nos da la gracia. Él es quien pensó en la Fraternidad desde siempre y nos sostiene día a día”.

 

Calen renovó su Profesión Temporal el 30 de marzo por tercera vez, como parte del proceso hacia su Profesión Perpetua.

 

Para conocer mejor y participar de la vocación y el apostolado de la MCR y del MVC, visita sus páginas de internet y Facebook: www.farternas.org y http://mvcweb.org/.

 

 

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