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jueves, marzo 28, 2024
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¿Qué pensar sobre la pena de muerte?

Por: Bárbara Symmes

El mes de mayo ha sido de particular interés para los que están a favor o en contra de la pena de muerte en Estados Unidos. A comienzos de mes se inició en Colorado el juicio para determinar la culpabilidad de James Holmes, quien mató a 12 personas e hirió a 70 al abrir fuego en un cine en Aurora, el 2012. En caso de encontrar al acusado culpable – podría no serlo por motivos de salud mental – enfrentaría la pena de muerte en un estado que solo la ha aplicado una vez desde 1976.

Pero más impactante aún ha sido la condena de Dzhokhar Tsarnaev, el joven de 21 años quien ha sido encontrado culpable del atentado de la Maratón de Boston, que perpetró junto a su hermano Tamerlan y que dejó 3 muertos y más de 260 heridos. Este juicio se llevó a cabo por medio de la ley federal, ya que Massachussets como estado abolió la pena de muerte en 1984.

Y en una votación, que puede sentar precedente en Estados Unidos, Nebraska se convirtió  en el estado número 19, junto al distrito de Columbia, en abolir la pena de muerte. Es el primer estado tradicionalmente conservador en hacerlo desde Dakota del Norte, que lo hizo en 1973.

Estos eventos se han llevado a cabo en medio de una creciente ambivalencia en la población estadounidense con respecto a la pena de muerte. El apoyo de la población a la pena máxima ha bajado de un 80% en la década de los 90´a un 56% en la actualidad.

El Papa Francisco, en una carta del 20 de marzo del 2015, dijo: «Hoy día la pena de muerte es inadmisible, por cuanto grave haya sido el delito del condenado», ya que «es una ofensa a la inviolabilidad de la vida y a la dignidad de la persona humana”. En el pasado, la pena de muerte podía ser aceptada en casos extremos, cuando era la única manera en que la sociedad podía defenderse de determinados criminales. Pero hoy en día, las sociedades cuentan con medios no letales para proteger a sus ciudadanos de los delincuentes. Como dice el Catecismo, “corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana” (número 2267). Llama la atención que Estados Unidos, uno de los países más pudientes del mundo y que cuenta con más medios no letales para proteger a sus ciudadanos, sea uno de los que aplica la pena capital con mayor frecuencia.

La posición de la Iglesia, en el caso de Boston, fue expresada por uno de los testigos, la hermana Helen Prejean, quien mantuvo conversaciones con Dzhokhar, y dijo que el joven estaba “verdaderamente arrepentido de lo que había hecho”. Los padres de una de las víctimas, un niño católico de solo 8 años, también se manifestaron en contra de la pena de muerte, ya que «podría generar años de apelaciones y extender el día más doloroso de nuestra vida«.

No olvidemos que la condena debe tener un fin rehabilitador; debe dar al delincuente la posibilidad de cambiar, y de vivir un proceso de reconciliación con la propia culpa. Por ello, el Papa Francisco decía a los capellanes de las cárceles de Italia, en el 2013, que pidan a los presos con quienes hablan que no se “desanimen, que no se encierren en si mismos, porque el Señor está cerca de ellos, no se queda fuera de las cárceles, sino que está dentro de sus celdas”. Porque al fin, decía el Pontífice, nos podemos preguntar: «¿Por qué él y no yo?», ¿merezco yo más que él para no estar allí?”

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