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lunes, octubre 7, 2024
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Cómo san José nos enseña a ser santos

Por el padre Erick Vigil

El padre Erick sirve como párroco en la iglesia de Santa Helena en Fort Morgan y en las misiones de Nuestra Señora de Lourdes en Wiggins, Colorado, y San Francisco de Asís en Weldona, Colorado.

Este año tenemos el privilegio de celebrar el aniversario de san José como protector de la Iglesia. A la luz  de este santo, podemos ver que lo que la constitución dogmática Lumen Gentium dice sobre el llamado universal a la santidad es algo alcanzable. Este llamado y camino a la santidad es personal. Así pues, meditar en algunas virtudes de san José nos puede alentar a ser santos de nuestro tiempo, en medio de los retos del presente.

Humildad

Aunque la vida de san José no es muy conocida, a no ser por los escritos de algunos santos padres de la Iglesia y la tradición de la Iglesia, podemos ver algunas de sus virtudes. Como en todo santo, su humildad es admirable. Como dice santo Tomás de Aquino, esta gracia nos ayuda a eliminar los obstáculos de la fe, pues nos recuerda nuestra dependencia de Dios. La humildad nos ayuda a ser receptivos y cooperadores con la gracia de Dios.

Amor

La humildad hizo que san José fuera sensible a la presencia de Dios. Esta cercanía tiene como fruto el amor. Santa Teresita del Niño Jesús dijo que nuestros corazones están hechos para amar, y san José se vuelve un excelente ejemplo de esto, pues amó de una forma desinteresada, llegando al punto de ver la voluntad de Dios en aquellos que amó. Es muy probable que san José haya experimentado el amor de Dios a través de sus padres, los cuales le enseñaron el amor a Dios y al prójimo. Por lo tanto, es de suma importancia que nuestros jóvenes tengan esa primera experiencia de amor en sus familias.

Obediencia

Dice san Ignacio de Loyola que para el que ama a Dios no es difícil obedecerle. En consecuencia, podemos decir que el amor a Dios y la obediencia a su voluntad van de la mano. Vemos cómo san José, en su obediencia a la misión de ser padre adoptivo de Jesús, nos manifiesta la confianza al plan de Dios. Muchos nos podemos sentir abrumados o incluso con miedo a la voluntad de Dios, y podemos ver que san José tampoco fue exento de esto. Pero en medio de todo, nos muestra que la humildad y la valentía necesarias para aceptar la voluntad de Dios no son en vano. Cuando somos obedientes al plan de Dios, nos damos cuenta de que las cosas fluyen de forma natural. Por lo tanto, es importante que pidamos a san José su intercesión cuando tengamos miedo de ser obedientes a la voluntad de Dios.

Trabajo

Otra virtud ejemplar de san José es la del trabajo. Este santo nos muestra la importancia y dignidad del trabajo. San Josemaría Escrivá decía que “la santidad, para la gran mayoría de las personas, implica la santificación de su trabajo, santificándose a sí mismos como a otros en él.” San José tampoco fue ajeno a las necesidades del hogar, de la vestimenta o de sustento, por lo que le mostró a Jesús desde muy pequeño la dignidad y la importancia del trabajo. Hoy en día muchas veces podemos pensar que nos “falta” tiempo para orar, pero deberíamos seguir el ejemplo de san José, pues convirtió lo ordinario de su trabajo en algo extraordinario que lo santificó.

Protección

Este año se cumplen 150 años desde que el papa Pío IX declaró a san José protector de la Iglesia. En la misión que se le dio a san José podemos ver que la Sagrada Familia también tuvo problemas y retos, pero es la imagen fuerte de san José que a la vez nos muestra la protección constante de un padre amoroso. Es importante que todo hombre y mujer tenga la capacidad de proteger a los más vulnerables. De una manera particular, el esposo debería santificar a su esposa como lo dice san Pablo en Efesios 5,26: con el amor que Cristo le tiene a su Iglesia. Todos estamos invitados a imitar esta hermosa virtud de san José de proteger al vulnerable y al mismo tiempo santificarlo.

 

“En la misión que se le dio a san José podemos ver que la Sagrada Familia también tuvo problemas y retos, pero es la imagen fuerte de san José que a la vez nos muestra la protección constante de un padre amoroso».

Pureza

San José, como cualquier otro varón judío, pudo haber tenido planes de casarse y tener muchos hijos, pero muchas veces los planes de Dios no coincide con los nuestros. San José sabía lo que era el amor puro y desinteresado, por lo que siempre miró con pureza a la Inmaculada Virgen María; como una delicada flor, siempre la cuidó. En su castidad, san José deja a todo hombre el ejemplo de cómo se debe amar y proteger a la mujer: un amor que siempre es fructífero.

Silencio

Es increíble que en nuestro día algo tan sencillo como el silencio sea tan difícil de alcanzar. Todos nuestros sentidos son constantemente bombardeados, y muchas veces no podemos escuchar la vos de Dios. La virtud del silencio es algo necesario para poder escuchar a Dios. En la Sagrada Escritura no encontramos palabra alguna de san José, solo se nos dice que era un “hombre justo”. Aunque no tenemos palabras de él, podemos ver que fue una persona que podía oír la voz de Dios en el silencio, pues se nos narra que en tres ocasiones se le reveló en sueños la voluntad de Dios. Por consiguiente, es de suma importancia que siempre mantengamos el silencio interior para poder escuchar a Dios y hacer lo que nos pida que hagamos.

Buena muerte

Contemplar el misterio de la Sagrada Familia nos lleva a pensar en las cosas hermosas que han de haber vivido: ver a Jesús crecer, aprender el amor a Dios uno de otro, saber depender de la providencia de Dios y tantas otras cosas que seguramente fueron normales para ellos. Una de las cosas que tuvieron que vivir como familia fue la muerte de san José. Qué honor y privilegio tan grande de morir en los brazos de la Virgen María y de Jesús. Esta última virtud de la buena muerte se le pide al que tuvo el privilegio de tenerla. Esta virtud es importante para todo cristiano e implica un amor a la Sagrada Eucaristía y al mismo tiempo un amor a María a través de nuestras devociones. Estos dos amores seguramente nos van a acompañar y dar paz y alegría el día que Dios nos llame a su presencia.

 

¿Sabías que…?

Una “buena muerte” significa morir en estado de gracia, habiendo recibido los sacramentos, en especial, la confesión, la unción de los enfermos y la Eucaristía. San José es el patrono de la buena muerte porque tuvo la dicha de morir en los brazos de Jesús y María. Pidamos su intercesión para que nosotros también podamos morir en presencia de Jesús y María.

 

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