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viernes, marzo 29, 2024
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Si Dios existe ¿Por qué me mandó así?         

Yajaira Barraza tenía escasos 8 años cuando se hizo esta pregunta por primera vez: “No entiendo. Si Dios existiera no me hubiera mandado así como estoy”.

La infancia de esta jovencita, hoy de 17 años, no fue fácil. Ella tuvo que enfrentar –literalmente hablando- la muerte en varias ocasiones. Yajaira fue prematura, y sólo un día después de su nacimiento fue dada de alta junto a su madre, a quien le pareció que el tiempo que mantuvieron a su bebé en el hospital fue poco. “Yo pensaba que sólo veinticuatro horas en el hospital para una bebé que nació de 8 meses era poco, pero los doctores saben mejor que uno, así que no dije nada”, dijo Eva, la madre de Yajaira.

Con una semana de vida y durante su primera visita médica, Yajaira dejó repentinamente de respirar. Al percatarse los doctores de ello, le pusieron una mascarilla y lograron resucitarla.

El tiempo transcurrió y a los seis meses de vida, ocurrió un nuevo accidente que sería el más crítico de su vida: Una estampilla se le atoró en su garganta. Por algunos minutos no pudo respirar. “Mi hermana mayor me tomó en los brazos y metió sus dedos en mi boca para sacar la estampilla”, relata Yajaira. “Eso me hizo vomitar, pero cuando traté de respirar la estampilla se volvió a atorar en mi garganta”, añadió.

En ese momento su madre la tomaba en brazos, mientras su hermana mayor se comunicaba con el 911. “Recuerdo que la bebé había cambiado de color y sentí que se soltó y yo grité ¡ya se murió!”, comparte la madre de Yajaira. En ese crítico momento, la operadora del 911 dio un consejo: Había que agarrar a la pequeña entre los brazos y ponerla en una mesa. Yajaira volvió a respirar pero tras la llegada de los paramédicos, la llevaron a un hospital.

Ya en emergencias le realizaron estudios para determinar si la estampilla estaba atorada en sus pulmones, ya que no apareció por ningún lado. Mientras tanto, la familia oraba para que eso no pasara; ya que esto pondría en riesgo la vida de la niña.

“La bebé hizo un ruido y le extendió su bracito a mi hija mayor y cuando su puño cerrado se abrió, ahí estaba…la niña le estaba entregando la estampita a mi hija”, agrega Eva, la madre.

La familia se refiere a esto como un milagro, pues era difícil que la estampilla estuviera en la manita de la niña, siendo que había sido revisada por ellos, por los médicos y paramédicos una y otra vez.

Yajaira continúo su vida normal hasta que unos meses después presentó anomalías en su desarrollo. “La bebé no usaba su mano derecha; luego nos dimos cuenta que tampoco su pierna derecha la usaba igual, además de atorársele mucho la comida al tragar”, agrega Eva.

Fue entonces que a Yajaira le diagnosticaron semi-parálisis cerebral, una condición que le impidió desarrollarse normalmente. La niña recibió muchas terapias, no caminó hasta casi los 3 años y le fue muy difícil hablar. Como si esto fuera poco, a los 7 años comenzó a desarrollar convulsiones, y depresión, lo que la llevó en varias ocasiones a estar internada en el hospital. Durante muchos años y debido a su apariencia física, Yajaira experimentó lo que ella describe como un coraje interno hacia un Dios que “me mandó así”.

Pero la grandeza de Dios es infinita, y no tardaría mucho en manifestarse.

Al llegar a su adolescencia esta joven comenzó a conocer más de un Dios bueno y misericordioso que ella ignoraba. “Empecé a ir a la iglesia, me empecé a sentir mejor. Ahí me di cuenta que Dios tiene una misión para cada uno de nosotros y ahora sé que Él me mando así por una razón”, dijo la joven con mucho entusiasmo. Su situación ayudó a mantener a su familia más unida que nunca y les enseñó que en la vida los obstáculos se vencen.

Actualmente la joven está involucrada en un grupo juvenil religioso, continúa creciendo espiritualmente, lucha por lograr sus metas y sigue sorprendiendo a su familia con su fuerza y entereza.

“Uno de mis mayores sueños era sentir el viento pegar en mi cara al andar en bicicleta. Nadie pensaba que podría lograrlo porque la parte derecha de mi cuerpo no funciona bien”, afirmó la joven. Pero Yajaira no sólo logró su sueño, yendo más allá del asombro de los médicos y su familia, sino que ahora ella sabe la razón por la que Dios la puso en este camino. “Tengo una misión en la vida y con su ayuda y su gracia (de Dios) la voy a cumplir”, finalizó Yajaira.

 

 

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