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viernes, abril 19, 2024
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Sínodo: Así busca la Iglesia llegar a los jóvenes

Foto de L´Osservatore Romano

Resumen de agencias

Tras intensos días de diálogos y discusiones entre obispos y jóvenes invitados se clausuró en Roma el pasado 28 de octubre el Sínodo sobre los Jóvenes y el Discernimiento Vocacional.

Ofrecemos un breve resumen del documento que fue aprobado un día antes de la clausura y que cuenta con 167 puntos y propuestas para transmitir de manera creativa la palabra de Dios a los jóvenes, la misma ayer, hoy y siempre.

Sexualidad

El documento indica que la Iglesia trabaja “para transmitir la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad». Se piden modalidades más adecuadas para transmitirla. “Se necesita proponer a los jóvenes una antropología de la afectividad y de la sexualidad capaz también de dar el valor justo a la castidad”. Para ello, “es necesario cuidar la formación de los trabajadores pastorales para que sean creíbles, a partir de la maduración de su propia dimensión afectiva y sexual”.

 

Acompañamiento a «personas homosexuales»

Aunque habla de «personas homosexuales», el texto considera «reductivo» definir a una persona por su «orientación sexual».

Dios ama a cada persona, y así lo hace la Iglesia, renovando su compromiso contra toda discriminación y violencia por motivos sexuales”. “Igualmente, reafirma la determinante relevancia antropológica de la diferencia y de la reciprocidad entre el hombre y la mujer”.

En este sentido, pone el acento en que “ya existen en muchas comunidades cristianas caminos de acompañamiento en la fe de personas homosexuales: el Sínodo recomienda favorecer tales recorridos”.

La mujer

El texto indica que la diferencia entre hombres y mujeres “puede ser un ámbito en el cual nacen formas de dominio, exclusión y discriminación, de los cuales la sociedad y la Iglesia misma necesitan liberarse”.

Hace hincapié en que entre los jóvenes existe la voluntad de “que haya un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia”. “Muchas mujeres desempeñan un papel insustituible en la comunidad cristiana, pero en muchos lugares hay una resistencia a otorgarles su espacio en los procesos de toma de decisiones, incluso cuando no se exige de forma específica una responsabilidad ministerial”.

Dice además, que “la ausencia de la voz y de la mirada femenina empobrece el debate y el camino de la Iglesia, sustrayendo al discernimiento una contribución preciosa”. Por ello, “el Sínodo recomienda que todos sean más conscientes de la urgencia de un cambio ineludible, también a partir de una reflexión antropológica y teológica sobre la reciprocidad entre hombres y mujeres”.

Vocación

El Documento llama a «una verdadera y específica cultura vocacional y un constante compromiso de oración por las vocaciones”.

Afirma que “la misión de muchos consagrados y consagradas que se entregan a los últimos en las periferias del mundo manifiesta concretamente la dedicación de una Iglesia en salida”.

“Si en algunas regiones se experimenta la reducción numérica y la fatiga del envejecimiento, la vida consagrada continúa siendo fecunda y creativa también por medio de la corresponsabilidad con tantos laicos que comparten el espíritu y la misión de los diferentes carismas”.

Destaca que “la Iglesia siempre ha tenido un particular cuidado por las vocaciones al ministerio del orden sacerdotal, en la conciencia de que este último es un elemento constitutivo de su identidad y necesario para la vida cristiana”.

Además, el Sínodo también reconoce que la condición de soltero, la cual, “asumida en una lógica de fe y de entrega, puede derivar en muchos caminos por medio de los cuales actúa la gracia del bautismo y dirige hacia esa santidad hacia la que todos estamos llamados”.

Abusos:

El tema de los abusos de poder, económicos, de conciencia y sexuales en el seno de la Iglesia también tiene una importante presencia en el documento, el cual reconoce que “los diversos tipos de abusos cometidos por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos provocan en aquellos que son víctimas, entre los que hay muchos jóvenes, sufrimientos que pueden durar toda la vida”.

Se recuerda que ese fenómeno “está extendido en la sociedad, afecta también a la Iglesia y representa un serio obstáculo para su misión. El Sínodo reitera su firme compromiso para la adopción de medidas rigurosas de prevención que impidan el que se repita a partir de la selección y de la formación de aquellos a los que se confiarán responsabilidades educativas”.

El Sínodo pide actuar en la raíz del problema: “el deseo de dominio, la falta de diálogo y de transparencia, las formas de doble vida, el vacío espiritual, así como la fragilidad psicológica”. También agradece a quienes “tienen la valentía de denunciar este mal rápidamente: ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de lo que ha sucedido y de la necesidad de actuar con decisión”.

Formación al sacerdocio, pastoral juvenil y matrimonio

La formación de los futuros sacerdotes y consagrados es “un desafío importante para la Iglesia”. No solo basta elegir formadores “culturalmente preparados”, sino capaces de “relaciones fraternas, de una escucha empática y de profunda libertad interior”.

Además, se pide que la formación tenga presente la experiencia previa de los candidatos al sacerdocio o vida consagrada. Ignorarla afecta el crecimiento de la persona y el desarrollo de los dones de Dios y la conversión del corazón.

Alienta a las Iglesias particulares, a las congregaciones religiosas, movimientos y otras realidades eclesiales, a “ofrecer a los jóvenes una experiencia de acompañamiento en vista al discernimiento”. Tal experiencia “se puede calificar como un tiempo destinado a la maduración de la vida cristiana adulta”.

Igualmente incentiva a acompañar a los novios en el “camino de preparación al matrimonio”, para que cuenten con “los elementos necesarios para recibir (el sacramento) con las mejores disposiciones”. El acompañamiento debe seguir sobre todo en los primeros años del matrimonio, ayudándolos a formar “parte activa de la comunidad cristiana”.

Migración

“La preocupación de la Iglesia se dirige, sobre todo, hacia aquellos que escapan de la guerra, de la violencia, de las persecuciones políticas y religiosas, de los desastres naturales producidos por los cambios climáticos y de la pobreza extrema”, afirma el texto.

En general, los migrantes dejan sus países para buscar “oportunidades para ellos y para sus familias”. Sin embargo, en el camino quedan expuestos a la violencia y la vulnerabilidad. Muchos parten de una visión idealizada de la cultura occidental, “nutriéndola a veces de expectativas irreales que los exponen a duras decepciones”.

En especial, los padres sinodales llamaron la atención sobre “la particular vulnerabilidad de los migrantes menores no acompañados”. También en algunos países de destino, “los fenómenos migratorios suscitan alarmas y miedos, con frecuencia fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidad xenófoba, (…) que es necesario rechazar con decisión”.

Liturgia: celebrar con noble sencillez

“La celebración eucarística es generadora de la vida de la comunidad de la Iglesia. Es lugar de transmisión de la fe y de formación a la misión”.

“Los jóvenes han mostrado que saben apreciar y vivir con intensidad celebraciones auténticas en las que la belleza de los signos, el cuidado de la predicación y la implicación comunitaria hablan realmente de Dios”. Por lo tanto, “es necesario favorecer su participación activa”.

Se anima a que los jóvenes descubran “el valor de la adoración eucarística como una prolongación de la celebración, en la cual vivir la contemplación y la oración silenciosa”.

 

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