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jueves, abril 25, 2024
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Suicidio asistido en Colorado, nuevamente derrotado

El suicidio médico asistido es un tema que no dejará de discutirse y la gente de buena voluntad – no solamente los católicos – necesita entender sus trágicas consecuencias.

Este es el mensaje de los obispos de Colorado a raíz de la derrota del proyecto de ley 1054 Opciones al final de la vida para los pacientes terminales” que pretendía legalizar el suicidio asistido en este estado el pasado 24 de febrero.

El hecho de que este tema no está perdiendo fuerza se hizo evidente el pasado 4 de febrero cuando el proyecto de ley fue introducido en la Cámara de Representantes al día de haber sido derrotado en un Comité del Senado. Después de varias horas de testimonio, el proyecto de ley fue aprobado con votos de 6-5 en el Comité Judicial de la Cámara de Representantes.

Una segunda lectura de la legislación fue fijada para el 24 de febrero, pero se pospuso para junio con lo cual, en efecto, el proyecto de ley queda derrotado en esta sesión legislativa.

“Aunque hemos ganado esta vez, la batalla continuará y no podemos bajar la guardia”, dijo Jenny Kraska, directora ejecutiva de la Conferencia Católica de Colorado, quien actúa y habla a favor de los obispos de Colorado en las cuestiones legislativas.

“Siempre existe la posibilidad de que quienes promueven el suicidio asistido en este estado propongan una iniciativa a fin de conseguir una votación en el próximo ciclo de elecciones”, agregó. “Debemos permanecer vigilantes y, más importante aún, debemos educarnos a nosotros mismos respecto a esta mala política pública y sobre las razones por las que no queremos esto en Colorado”.

Tanto los obispos como Kraska han alentado a la gente a informarse sobre los peligros que traen este tipo de leyes.

Para ello, los prelados están promoviendo una serie de charlas durante el mes de marzo en tres diócesis de Colorado a cargo del abogado Wesley J. Smith, autor del libro “Forced Exit: the Slippery Slope from Assisted Suicide to Legalized Murder” que en español sería “Salida forzada: la pendiente resbaladiza del suicidio asistido al asesinato legal”.

“Los Estados que han permitido el suicidio asistido reportan un número creciente”, dice Smith. “La gente se acostumbra a lo que está pasando y nadie se preocupa de los abusos que se cometen y los medios no investigan. Pero existen”.

La evidencia muestra que este tipo de leyes degradan la vida de los pacientes vulnerables y los expone a la explotación, corrompen la profesión médica – cuyo código ético los exhorta a “no hacer daño” – y están llenas de eufemismos que se promueven como “Compassion and Choices” (“Compasión y Opciones”) – el nuevo nombre del Hemlock Society, un grupo que aboga por el suicidio asistido.

El alegar que el suicidio asistido se propone como un “último recurso”, solamente cuando el sufrimiento del paciente no puede ser aliviado, es totalmente falso y esa cláusula no se requiere como parte de ninguna ley”, dice Smith.

Kraska estuvo de acuerdo y ofreció el bien documentado caso ocurrido en Oregón de Brenda Wagner, para destacar los peligros del “suicidio asistido”. Wagner, quien había salido victoriosa de una batalla contra un cáncer de pulmón que se le diagnosticó en el año 2005, estaba decidida a seguir luchando cuando el cáncer regresó en 2008 con más fuerza. Pero su compañía aseguradora, Oregon Health Plan, una agencia del gobierno, le envió una carta rehusando pagarle los medicamentos, ofreciéndole, en cambio, cubrir únicamente los 50 dólares que costaban las pastillas para quitarse la vida.

“Ella no ha sido la única”, dice Kraska. “Con ello le dicen a los enfermos terminales: si cuesta mucho mantenerte con vida, cuesta menos matarte”.

Al final, los fabricantes del medicamento le ofrecieron un año de tratamiento gratis a Wagner, quien eventualmente murió a causa del cáncer.

“Este no es solamente un tema religioso”, dice Kraska, refiriéndose a la oposición de la Iglesia hacia el suicidio asistido debido a que atenta contra el mandamiento de no matar y ataca la dignidad de la vida humana. “Este es también un tema médico, un tema de discapacidad, un tema del cuidado de salud”.

Smith, quien no es católico y se opone al suicidio asistido por razones seculares, en su artículo sobre la eutanasia publicado en Newsweek en 1993 indica la pendiente resbaladiza de la que es parte el suicidio asistido.

“Primero, el ‘suicidio asistido’ se promueve como una virtud”, escribió. “Las personas vulnerables… se convierten en las primeras víctimas. Luego, sigue el ‘homicidio por piedad’ a los enfermos terminales. De ahí se salta fácilmente a asesinar a las personas que no tienen una buena ‘calidad de vida”, posiblemente hasta con el propósito de cosechar órganos humanos y mercadear esta idea como un bien deseable para la sociedad”.

 

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