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Una verdadera celebración navideña

Este artículo fue publicado en la edición de la revisa de El Pueblo Católico titulada El asombro de la Navidad”. Para suscribirte y recibir la revista en casa, HAZ CLIC AQUÍ.

La Navidad es una de las fiestas con más cultura en Latinoamérica y en todo el del mundo. Y con razón, pues marca un momento decisivo en la historia, el momento en que Dios se hizo hombre para transformar el mundo desde dentro.

Muchas veces corremos el riesgo de que las tradiciones culturales se queden en lo superficial y que no nos ayuden a entrar en el misterio de la celebración. Sin embargo, aunque la Navidad ciertamente ha sido muy comercializada, es una de las pocas celebraciones cristianas que aún retiene aspectos culturales que nos pueden ayudar a entrar en el misterio del nacimiento de Jesús. Aquí presentamos algunas tradiciones y cómo su significado puede acercarnos a Cristo. Esta es una oportunidad para preparar nuestro corazón y ayudar a nuestros hijos a hacer lo mismo, explicándoles el verdadero significado de estas prácticas y retomando su sentido cristiano.

La Santa Misa

No hay una verdadera celebración navideña sin la Santa Misa. El mismo nombre que se le da a la Navidad en inglés – Christmas – viene de Christ Mass, es decir, la misa de Cristo. Es ahí donde verdaderamente experimentamos lo que significa que el Hijo de Dios se haya hecho hombre.

Es en la misa donde la carne de Jesús verdaderamente transforma la nuestra; donde él mismo, quien nació hace dos mil años, vuelve a nacer en nuestro corazón. En la misa adoramos ese cuerpo que nació de María Virgen y lo recibimos en su estado resucitado, en forma de pan y vino.

Así es como dejamos que Jesús, a quien celebramos, toque nuestra vida concreta: nuestras alegrías, problemas, preocupaciones, nuestro trabajo y relaciones familiares. Cristo anhela un regalo de nosotros: dejarlo entrar en nuestro hogar y corazón. Esto se hace en la misa. Por eso, asistir a la liturgia y participar activamente es la acción más importante de la celebración navideña.

Desafortunadamente, esto puede ser imposible para muchos de nosotros durante la pandemia. Aun así, Dios desea inundarnos de bendiciones. Pero solo podrá hacerlo si la familia se reúne para orar, si lee y reflexiona sobre las lecturas de Navidad, si se le pone en el centro.

La cena de Navidad

Tal como sucede en una fiesta de cumpleaños, la familia se reúne para festejar de una manera única: con una comida especial, canciones y mucha alegría. Así reconocemos lo bueno de la vida y el amor que tenemos por esa persona que festejamos.

En la Navidad, además de celebrar el nacimiento de Jesús, celebramos nuestro propio nacimiento a la vida en Cristo. Al reunirnos y celebrar con una cena especial, demostramos que este es un día que merece ser celebrado, y hacemos algo fuera de lo normal para mostrar su importancia. La misma comida es una acción de gracias y un acto de amor a Dios y a los demás.

La Navidad también es una ocasión para ser creativos en la cocina y una oportunidad para involucrar a los hijos, ayudándolos a participar en la preparación.

Recostar al niño Jesús y hacer oración
(Photo by Andrew Wright)

Una tradición en varios países hispanohablantes consiste en cantar villancicos y recostar al niño Jesús en el pesebre después de media noche o antes de acostarse en Nochebuena. Aunque la tradición varía por zona o por familia, es una práctica que ayuda a mantener a Cristo en el centro de la celebración.

Por lo general, mientras se cantan villancicos, la figura del niño Jesús que será recostada en el pesebre se pasa de persona en persona para que todos la arrullen y le den un beso. En algunas familias, solo una persona sostiene al niño Jesús y los demás se acercan para besarlo –y los niños reciben un dulce después de hacerlo–.

Son este tipo de tradiciones las que despiertan el asombro de los niños. Ellos, como todos los demás, participan activamente y también aprenden que Jesús es el motivo de la celebración.

Además, es importante hacer una oración de acción de gracias con toda la familia reunida. Esto puede ser difícil si se celebra con familiares no creyentes, pero también puede ser una oportunidad para acercar a todos al verdadero motivo de la fiesta. En todo caso, los padres han de buscar ese momento de oración con sus hijos.

RECUERDA A LAS PERSONAS NECESITADAS

Cristo vino a nosotros en nuestra pobreza. Como dice san Pablo, “vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo” (1 Tim 1,15). Por eso, el recordar a los pobres o a las personas necesitadas es una práctica que podría ayudar a los padres a enseñarles a sus hijos el verdadero sentido de la Navidad.

Los padres pueden dar regalos a familias necesitadas a través de su parroquia o personalmente. También pueden servir como voluntarios en alguna actividad caritativa.

Pero quizá lo más importante es preguntarse quién es la persona más cercana que está necesitada: ¿hay alguien que no tiene con quién pasar la Navidad?, ¿conozco a una familia que no tiene los medios para hacer de ese día un día especial?, ¿ya tiene mi párroco una familia con quien pasar la Navidad?

Esto puede ser difícil o imposible durante la pandemia del coronavirus, pero una simple llamada o una carta puede hacer la diferencia para alguien.

Lee todos los artículos de la edición “El asombro de la Navidad”de la revista de El Pueblo Católico haciendo clic en la imagen.

Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez es el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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