La alegría, el alivio y la realización reflejados en el rostro de las 15 graduadas que pasaban a recibir su diploma mostraban solo una parte de la historia que las había llevado a las puertas de Centro San Juan Diego para obtener su GED, diploma de estudios secundarios equivalente al de high school en Estados Unidos.
Solo ellas y sus seres queridos sabían lo que el cumplimiento de este sueño en realidad había requerido: horas de trabajo, esfuerzo, sacrificio y paciencia. Pero más que todo, constituía la realización de un deseo y un recuerdo escondido que de nuevo veía la luz del día.
Pudieron obtener su diploma el pasado 2 de julio gracias a las oportunidades ofrecidas por Centro San Juan Diego, el ministerio de la arquidiócesis de Denver que se dedica a servir y recibir al inmigrante como a Cristo, respondiendo de manera concreta al llamado de Jesús: “Fui forastero, y ustedes me recibieron en su casa” (Mt 25,35).
“El logro de graduarse hoy no solo las reconoce a ustedes, sino que reconoce a toda su familia. Muestra que todos en el hogar luchan por un mejor futuro y más altos ideales”, dijo Alfonso Lara, director de Centro San Juan Diego, durante la ceremonia. “Por esto existe Centro, para apoyar a las familias y a sus miembros a estudiar y formarse para servir mejor en esta sociedad, mostrando que la dignidad de la persona humana no la determina su estatus migratorio, un número de seguro social o el color de piel, sino su carácter y esencia por ser hijos de Dios”.
El Centro San Juan Diego se ha convertido en “la casa de los sueños” para muchos inmigrantes, pues les ofrece cuidado espiritual, educativo y corporal, dándoles así las herramientas necesarias para alcanzar sus metas e integrarse en este país.
Un sueño rescatado
Para madres como Rosa Castejón, proveniente de Ciudad Juárez, Chih., Méx., esta oportunidad hizo posible la realización de un sueño que ya había abandonado hace muchos años.
“De niña, siempre tuve buenas calificaciones. Me gustaba el estudio. Pero, antes de entrar a la secundaria, mis papás me dijeron que no podía seguir estudiando. La situación era: o pagamos por el estudio o comemos”, recordó Rosa.
El recuerdo de ese deseo perdido la llevaría a motivar constantemente a sus dos hijos a terminar la escuela… hasta que un día su hijo menor le dijo: “Bueno, eso era cuando estabas chica, pero ¿qué te impide hacerlo ahora?”. Rosa se rio y le contestó: “Yo ya estoy muy vieja”.
Pero su hijo insistió: “No, mom. Si tú quieres, puedes regresar a la escuela”. Su hijo se puso a investigar y dio con Centro San Juan Diego. Entonces Rosa se permitió soñar de nuevo.
“Nunca es tarde para lograr lo que uno desea”, dijo el día de su graduación. “Yo les digo a mis hijos: ‘Hoy no va a caminar su mamá; hoy va a caminar esa Rosa que tenía 12 años cuando ya no pudo seguir estudiando’”.
Aplazamiento no es abandono
Una razón que con frecuencia obliga a las personas a abandonar los estudios es la llegada de los hijos. Y aunque dedicarse al cuidado y la crianza de los hijos es una acción ardua y honorable, Marlene Ochoa, madre salvadoreña de tres hijos, demuestra que esa situación no significa que uno tenga que abandonar su sueños de terminar la escuela.
“Entré al programa para superarme, para hacer lo que no pude hacer de joven”, dijo Marlene. “Y ha sido una experiencia maravillosa, porque además de haberlo hecho después de tantos años de haber querido superarme, también me va a ayudar a estudiar una carrera y a mejorar mi estado económico”.
Antes de ingresar al programa de GED, Marlene ya se había hecho asistente de enfermera, y ahora espera poder estudiar una carrera de enfermería.
Un logro alimenta más sueños
De igual manera, Laura González, madre chihuahuense de tres hijos, se vio obligada a dejar la escuela en su juventud. Aunque estudió la secundaria en su casa mientras trabajaba, no le fue posible terminar sus estudios.
“Este ha sido el sueño de mi vida. Siempre quise terminar y ver un día mi graduación. Siempre tuve la espinita de que podía llegar más allá”, dijo Laura.
Después de emigrar a Estados Unidos, se dio cuenta de que sí había una manera de hacerlo: a través de Centro San Juan Diego, y, aún mejor, en su propio idioma. Mas no todo fue color de rosa tras su regreso a los estudios: el logro requirió esfuerzo y paciencia ante los obstáculos del camino.
“No tenemos por qué darnos por vencidos. A veces uno se desanima cuando no pasa un examen, pero uno dice: ‘Voy por el otro’, y el segundo casi siempre viene”, dijo Laura. “Ahora estoy muy feliz y emocionada, porque puedo decirles a mis hijos: ‘Si yo lo hice, ustedes también pueden’”.
Este logro importante de obtener el GED ha sido para Laura un impulso para seguir avanzando.
“Pensé que aquí terminaba todo, pero ahora estoy pensando que voy a buscar algo más, porque creo que en realidad esto es solo el principio”, concluyó.
Para más información sobre las oportunidades disponibles en Centro San Juan Diego, visite centrosanjuandiego.org.