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jueves, marzo 28, 2024
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Viernes 13 de octubre: de la superstición a la consagración

Según las tradiciones de la superstición el viernes 13 es una fecha de mala suerte. Sin embargo, la Arquidiócesis tomó este como un día sagrado.

Con motivo de la celebración del centenario de la aparición final de la virgen a los pastorcitos de Fátima y del milagro del sol, el pasado 13 de octubre centenares de personas se reunieron en la Catedral Basílica Immaculate Conception y cientos más asistieron a las ceremonias que se celebraron de manera simultánea en sus respectivas parroquias a lo largo y ancho de la Arquidiócesis de Denver, cuando el arzobispo Samuel Aquila consagró la arquidiócesis al Inmaculado Corazón de María.

El evento, que se transmitió en directo vía live Stream, comenzó con una procesión y exposición del Santísimo Sacramento, seguido de momentos de silencio. Luego el director de vocaciones de la Arquidiócesis, el padre Ryan O’Neill dirigió el rezo del santo rosario y después realizo una explicación de la importancia de esta consagración.

Padre Ryan O’Neill. Foto de Anya Semenoff.

“Estamos aquí en la oscuridad de un día de mala suerte para celebrar algo bello y santo: la fiesta de Nuestra Señora de Fátima”, dijo el padre O’Neill. “Hoy es un día de mucha suerte para nosotros, es más, es un día bendecido. En medio de nuestros miedos viene una mujer vestida de blanco”.

Luego de un momento de adoración silente en frente de la Eucaristía, el arzobispo Aquila se dirigió a los fieles antes de la oración final de consagración, recordando el milagro que ocurrió hace 100 años aquel día.

“Nuestra Señora dijo: ‘al final mi inmaculado corazón triunfará’ (…) en esto, nosotros vemos el corazón de María y su amor por Jesús. Las últimas palabras que se registran de María son: ‘Haced lo que Él os diga’. Ella constantemente nos recuerda a su hijo y su más profundo deseo es que tengamos un corazón tan puro como el suyo”, dijo el Prelado.

El arzobispo Aquila recordó a los fieles que Nuestro Señor “nos prometió darnos un nuevo corazón y María quiere que abramos nuestros corazones a la salvación y a Jesús”.

El prelado hizo alusión a cuatro temas que nos pueden llevar a tener una intimidad más profunda con Jesús: El don de la fe, de la conversión, la oración por la paz y el recuerdo constante de la esperanza que da el mensaje de Nuestra Señora.

“María nos invita a poner nuestra fe en Dios, a creer en su amor por el mundo y en poner nuestra confianza en Él”, dijo. “Necesitamos orar por nuestra propia conversión, así como por la conversión del mundo entero”, agregó.

“Ella también nos recuerda que debemos orar por la paz del mundo”, puntualizó el Arzobispo. “Puede que no estemos viviendo una guerra mundial, pero hay muchas guerras pequeñas. Vemos amenazas de guerra en Corea del Norte y existe esa angustia, pero ¿qué tan seguido le pedimos al Señor que nos conceda la paz?”.

“La paz que el Señor nos da no está exenta del sufrimiento de la cruz”, agregó el Arzobispo. “Esta es la paz que María conoció al pie de la cruz. Estamos orando por esa paz hoy”.

El arzobispo Aquila concluyó, recordándole a la arquidiócesis que con las apariciones de María siempre viene un mensaje de esperanza – que la vida tiene un significado y que existe la vida eterna.

El padre O’Neill también señaló tres eventos en la vida de María que nos ofrecen un ejemplo de sus virtudes que deben ser imitadas: la anunciación, las bodas de Caná y su amor a los pies de la cruz.

En la anunciación el padre O’Neill dijo: “María recibe el don que Dios quiere darle”, y que, a menudo, nosotros deseamos cosas muy diferentes a la gran bendición que Dios quiere darnos.

En Caná, María mostró una humilde confianza. Ella le hizo ver a Jesús una necesidad de manera muy confidencial y tenía la certeza de que Jesús le respondiera como Él quiso”, dijo el padre O’ Neill.

“Santa Teresa oraba así”, dijo el director de vocaciones. “Ella dijo que aún si las cosas no resultan como tú quieres, recuerda que Jesús te ama tanto que si tú pudieras ver este amor morirías de éxtasis. No por lo que Él te da sino por lo que Él es”.

El tercer ejemplo está en la cruz. “Cada cruz es una preparación para una bendición más grande, una maduración de nuestra alma para una gracia más grande. Yo quiero que ustedes vean la cruz como algo bueno que viene a tu vida”, dijo el padre O’Neill.

Como la arquidiócesis se ha unido al arzobispo en la oración de consagración al Inmaculado Corazón de María, los fieles rezan: “Que cada país, cada persona en el mundo venga a tu amor maternal a través de tu intercesión, que cada ser humano encuentre a tu hijo Jesucristo y que convierta en la persona que Él quiere que sean”.

“Mientras que oramos al Inmaculado Corazón de María oremos con fe… para que amemos al Señor Jesús como María lo amó, para que oremos por la paz y oremos por la esperanza, enraizada en la promesa de la vida eterna”, concluyó el Arzobispo. “Esto solo sucederá si tenemos nuestros corazones fijos en Jesús”.

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