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viernes, abril 19, 2024
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Viviendo el Adviento como san Juan de la Cruz

La espera y la preparación nunca son fáciles. El tiempo se alarga y la mente tiende a dispersarse por doquier. Sin embrago, la Iglesia nos enseña el sentido de la espera. El Adviento es esa espera. ¿Cómo vivirla? San Juan de la Cruz tiene la respuesta.

El Adviento es tiempo de esperanza, de fe, de dilatación del deseo del corazón para recibir a Jesús: un tiempo para esperar con amor el amor.

San Juan de la Cruz vivió por el “adventus” (la venida) de su amor más grande, Jesús, y lo buscó incansablemente, reconociendo sus propias limitaciones y dejándose moldear por él.

“Durante el Adviento, la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la venida de Cristo y es precisamente eso en lo que se enfoca san Juan de la Cruz”, dijo la hermana Rita Therese del Sagrado Corazón, superiora local de las Hermanas Carmelitas del Sagrado Corazón de Los Ángeles en Denver. “Nos preparamos buscando con toda nuestra vida ser más como él”.

Sin embargo, lo que el cristiano puede hacer en este proceso por medio de penitencias o actos de auto negación es limitado, explicó.

Dios, en su misericordia, entra y purifica lo que el hombre no puede purificar por sí solo, para poder elevarlo a una unión perfecta con él.  A esta purificación pasiva san Juan de la Cruz la llama “la noche oscura del alma”.

El carmelita sistemáticamente describe dos “noches”, o etapas, distintas en esta purificación para llegar a la perfecta unión con Dios: la noche de los sentidos y la noche del espíritu, explicó el padre David J. Centner, experto en san Juan de la Cruz y un Carmelita Descalzo de la provincia de Washington, D.C.

Es entonces la labor principal del cristiano dejar que Dios trabaje en él, creciendo en amor y deseo por Dios, agregó.

“En la noche de los sentidos nada satisface”, dijo Centner. El amor de Dios está trabajando, limpiando al hombre de todos sus apetitos sensibles desordenados para ayudarle a verlo y amarlo mejor.

Durante la noche del espíritu, surgen otros desafíos. Liberado de los deseos desordenados de los sentidos, la persona puede ver más claramente, pero aún no logra deshacerse de su egoísmo y amar a Dios sobre sí mismo, continuó Centner. Dios entonces entra de nuevo para purificar a la perfección, quitando toda satisfacción o gusto hasta en prácticas religiosas.

“[Parece que las personas en la noche] ya no tienen motivo para vivir”, declaró Centner. “De hecho, sienten que podrían morir de depresión si Dios no los alentara de vez en cuando por medio de consolaciones que les dan esperanza… hasta que sus deseos aprendan a satisfacerse con nada más que con Dios”.

El Adviento y la Noche

La relación entre la noche y el Adviento no significa que el Adviento tenga que ser necesariamente doloroso.

La Noche Oscura es primordialmente sobre el amor, dijo Centner, “Muchas veces nos obsesionamos con la oscuridad y no comprendemos el verdadero sentido”.

Lo que tienen en común es que nos enseñan lo mismo: el significado de esperar en el amor por el amado. Es aguardar activa y pasivamente: dejando que Dios trabaje en el corazón, en las actividades cotidianas que el hombre muchas veces no puede controlar.

“El Adviento implica espera, pero una espera que da esperanza”, Dijo la hermana Juanita de Jesús y María, religiosa de la comunidad de Carmelitas en Denver. “San Juan de la Cruz nos enseña que aunque [la noche o nuestras dificultades] sean terribles y dolorosas, siempre debemos mantener la esperanza de que Dios está obrando”.

“Esta esperanza y expectativa dilata nuestro corazón hacia el silencio y la quietud del Adviento para que nuestros corazones sean más capaces de recibir el amor de Dios cuando venga en la navidad”, agregó la hermana Faustina del Amor Misericordioso, también Carmelita y directora de la escuela Saints Peter and Paul en Denver.

Dios moldea el corazón del hombre cuando éste espera, se prepara y se deja moldear. Mientras todo cristiano está llamado a buscar amarlo activamente, al final, Dios tendrá que entrar y purificar ese amor.

El Adviento es una temporada de esperanza, dejando que el corazón sea transformado por la luz que brilla en la oscuridad y que la oscuridad no puede vencer.

En la muchas situaciones que el hombre no puede controlar, Dios desea trabajar en él, para que como san Juan, aprenda a desear a Dios sobre todas las cosas y a todas las cosas en Dios – como lo expresó en su “oración del alma enamorada”:

“Míos son los cielos y mía es la tierra… los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías; y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. Pues ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo es para ti. Note pongas en menos…

“Sal fuera y gloríate en tu gloria, escóndete en ella y goza, y alcanzarás las peticiones de tu corazón”.

Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez
Vladimir Mauricio-Pérez fue el editor de El Pueblo Católico y el gerente de comunicaciones y medios de habla hispana de la arquidiócesis de Denver.
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