Durante la conferencia anual de la Federación Hispana de Catholic Family Life Association en Louisville, Kentucky, el obispo auxiliar de Denver, Mons. Jorge Rodríguez, compartió un mensaje sobre la esperanza cristiana en este Año Jubilar 2025, dirigido especialmente a las familias inmigrantes hispanas que viven hoy miedo e incertidumbre en Estados Unidos.
Desde el inicio de su charla, el obispo destacó el valor de este encuentro para fortalecer la misión pastoral con las familias.
“Han estado ustedes escuchando una serie de conferencias llenas de contenido, experiencias, desafíos que seguramente los han inspirado para ofrecer un mejor servicio a las familias”, expresó.
El obispo subrayó que la realidad eclesial hispana en Estados Unidos está profundamente marcada por la experiencia migrante.
“Gran parte de esa comunidad es inmigrante y, lamentablemente, muchos de ellos carecen de la documentación requerida para vivir y trabajar aquí”, dijo.
Vivir con miedo
Con sensibilidad pastoral, el obispo habló del dolor y la inseguridad que muchas familias enfrentan.
“Es muy triste ver que estas hermanas y hermanos de nuestras comunidades hoy día viven con miedo», dijo el obispo Jorge. «Padres que le están sacando la ciudadanía mexicana a sus niños, para que, en caso de deportación, no se vean separados de ellos”.
También citó al obispo auxiliar de Washington, Mons. Evelio Mejía-Ayala, quien afirmó: “Lo que estoy oyendo del pueblo y viendo en sus ojos es miedo. Un sentimiento de confusión e incertidumbre. Se preguntan: ¿a dónde vamos, si aquí no nos quieren?”.
El obispo Jorge añadió: “La comunidad inmigrante, nuestra comunidad, está atravesando por una situación muy difícil que afecta fuertemente la vida familiar. El miedo de llevar al hijo a la escuela, de salir a trabajar, de ir a la Iglesia… hemos oído las historias y hemos visto las fotos y los videos”.
El año santo: un tiempo de esperanza
Ante esta realidad, recordó que el Año Santo 2025, convocado por el papa Francisco bajo el lema “La esperanza no defrauda” (Spes non Confudit), llega providencialmente para iluminar la vida de las familias.
“Dios quiso que la Iglesia viviera en este tiempo bajo la luz de la esperanza», expresó. «Él sabía que esto era precisamente lo que necesitan nuestras familias hoy en los Estados Unidos: esperanza”.
El papa Francisco, recordó el obispo, ha dicho: “No pueden faltar signos de esperanza hacia los migrantes, que abandonan su tierra en busca de una vida mejor para ellos y sus familias”.
El obispo Jorge invitó a los presentes a descubrir esos signos y llevarlos a las familias.
“La esperanza es una fuerza sobrenatural que nos permite confiar en las promesas que Dios nos ha hecho, y se funda en la absoluta y firme certeza de que Dios nos ama”, explicó.
Para ilustrar su mensaje, compartió una anécdota de Alejandro Magno, quien antes de una batalla repartió sus tierras entre sus generales. Cuando le preguntaron si no se quedaba con nada, respondió: “A mí me queda la esperanza”.
Adicionalmente, explicó que “la esperanza cristiana no se basa en el poder humano, sino en el amor de Dios”. Citó al papa Francisco: “En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien… la vida está hecha de alegrías y dolores, que el amor se pone a prueba cuando aumentan las dificultades y la esperanza parece derrumbarse frente al sufrimiento”.
“Podemos ayudar a encender la esperanza cristiana en el corazón de nuestros hermanos, y ayudarles a sanar la humillación vivida y el dolor por la familia”, agregó.
Construir sobre roca firme
El obispo Jorge exhortó a los agentes pastorales a fortalecer la fe de las familias sobre una base sólida.
“Es importante que retomemos fuertemente el tema de la esperanza para que las familias sepan y estén afianzadas, como en roca firme, que Dios está con ellas y que pase lo que pase, él estará a su lado”, dijo.
Recordó las palabras de Jesús: “Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca” (Mateo 7, 25).
“La esperanza cristiana solamente resiste los embates de la dificultad cuando está enraizada en la convicción personal y viva del amor de Dios, inquebrantablemente sembrada por la acción del Espíritu Santo”, añadió.
De la misma manera, el obispo también citó al papa Benedicto XVI: “Las verdaderas estrellas de nuestra vida son las personas que han sabido vivir rectamente. Ellas son luces de esperanza”.
“Hoy nos toca a nosotros ser ‘luces de esperanza’ junto a nuestros hermanos”, afirmó. “Una luz, sin embargo, que es reflejo de la luz por antonomasia, que es Cristo. Él así lo dijo: ‘Yo soy la luz del mundo’”.
El obispo invitó a llevar esa luz a quienes viven en la oscuridad del miedo, recordando que Jesús siempre calma las tormentas.
Movimientos que sostienen a las familias
El obispo agradeció el servicio de los movimientos y grupos familiares, como el Movimiento Familiar Cristiano USA, el Encuentro Matrimonial y el Enriquecimiento Matrimonial, que acompañan pastoralmente a miles de familias.
“Juegan hoy un papel muy importante en el plan de salvación de Dios”, afirmó.
Pidió a todos mantener el corazón firme en la certeza del amor divino.
“Pidamos a Dios que nos llene de esperanza el corazón para que nunca dudemos de la victoria, nunca perdamos la certeza del llamado a la vida eterna”, expresó.
Concluyendo su mensaje, animó: “Llevemos a las familias católicas que servimos la esperanza del amor y del poder de Dios que nos protege del mal, nos cuida en todo momento, nos da lo que necesitamos y, así, en medio de la tempestad de la vida, por terrible que sea, lleva la barca de nuestra vida a puerto seguro”.
Luego citó las palabras finales del papa Francisco en la bula jubilar: “Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia… Que nuestra vida pueda decirles: ‘Espera en el Señor y sé fuerte; ten valor y espera en el Señor’ (Salmo 27,14).”
“Esa es nuestra tarea hoy. Ese es el matiz de nuestro ministerio a las familias en las circunstancias actuales, pero que es válido siempre», afirmó. «Se trata de contagiarles la esperanza de que, en la incertidumbre de lo que trae la vida cada día, el amor inquebrantable que Dios les tiene nunca los dejara solos y los llevará de la mano con cuidado paterno, pase lo que pase”.
Finalmente, recordó el mensaje maternal de la Virgen de Guadalupe: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu madre?”, concluyó.

