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martes, septiembre 2, 2025
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Cómo hacer del regreso a clases un año lleno de fe y propósito

Seis consejos para que las familias católicas acompañen a sus hijos en el crecimiento académico, espiritual y humano

Por Kim Mack, LPC
St. Raphael Counseling

El inicio del ciclo escolar ofrece a las familias católicas algo más que la oportunidad de aspirar al éxito académico: es también una ocasión para crecer en la fe, en el carácter y en la vida comunitaria. Un año escolar verdaderamente fructífero nutre al niño en su totalidad —mente, cuerpo y alma—. Cuando la experiencia escolar tiene sus raíces en la fe, los niños pueden florecer espiritual y emocionalmente, al mismo tiempo que prosperan en lo académico y en lo social.

Con el regreso a clases ya en marcha, aquí te compartimos seis maneras de ayudar a que este año escolar sea de alegría, propósito y crecimiento:

Comenzar con oración

La mejor forma de iniciar tanto el ciclo escolar como cada día es con oración. Oren juntos en familia cada mañana, pidiendo la guía, la sabiduría y la paz de Dios. Anima a tu hijo a orar antes de los exámenes, en los momentos difíciles y también en los de alegría. La oración centra el día en lo que más importa y recuerda a los niños que nunca están solos.

Consejo para padres: Mantén la oración sencilla. Digan: “Jesús, camina con nosotros hoy” o recen un decenario del rosario antes de ir a la escuela. Deja que tu hijo dirija a veces para fomentar en él pertenencia y conexión.

Priorizar las virtudes por encima de los logros

En una cultura enfocada en la competencia y el rendimiento, los padres católicos están llamados a formar hijos con un carácter moral sólido. Enséñales que lo que son vale más que lo que logran. La integridad, la bondad y la humildad deben celebrarse junto con los éxitos escolares.

Consejo para padres: Durante la cena o a la hora de dormir, reflexiona con tu hijo sobre las virtudes que practicó —paciencia, honestidad, generosidad— y celébralas con la misma alegría con la que celebrarías una buena calificación o un premio.

Estar activamente presentes, en cuerpo y espíritu

Tu presencia comunica amor y apoyo. Asiste a los eventos escolares, conversa con los maestros y mantente involucrado en el aprendizaje de tu hijo. Apoya también su crecimiento espiritual asistiendo juntos a Misa y participando en la vida parroquial.

Consejo para padres: Anota los eventos de fe en el calendario familiar igual que las actividades escolares. Haz que la Misa dominical sea una prioridad y busca oportunidades de voluntariado en familia.

Modelar una mentalidad de crecimiento arraigada en la fe

Los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan. Cuando lleguen los tropiezos —una mala calificación, un problema de amistad o una materia difícil—, demuestra una mentalidad de crecimiento iluminada por la fe. Recuérdales que Dios puede valerse de las dificultades para hacernos crecer.

Consejo para padres: Anima a tu hijo con Filipenses 4, 13: “Todo lo puedo en aquel que me fortalece”. Muéstrale cómo los errores pueden formar parte del plan de Dios para cultivar la virtud.

El equilibrio es santo

La sobrecarga de actividades agota la energía, la concentración y la vida de fe. Protege el tiempo para descansar, compartir comidas en familia, jugar libremente y renovarse espiritualmente.

Consejo para padres: Revisa las actividades extracurriculares y pregúntate: “¿Esto nos acerca a Dios o nos aleja de Él?”. A veces decir “no” abre espacio para algo más importante.

Crear una cultura de servicio

La educación católica forma discípulos que sirven. Busca maneras sencillas y constantes de involucrar a tu hijo en actos de bondad: ayudar a un vecino, donar juguetes o enviar tarjetas a los ancianos.

Consejo para padres: Elijan un proyecto familiar de servicio cada mes. Incluso acciones pequeñas —recolectar alimentos para un banco de comida u hornear para un vecino— enseñan que la fe se vive en el servicio.

 

Un gran año escolar no se trata de perfección, sino de propósito. Cuando la fe sostiene el día de tu hijo, los estudios, las amistades y los retos se moldean en el amor de Dios. Tu testimonio, tu presencia y tu oración pueden guiarlo hacia un año no solo exitoso, sino también santo y lleno de alegría.

Que este año esté colmado de gracia, crecimiento y de la presencia de Dios en todas las cosas.

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