La fe católica es visible en todo el Valle de Vail, desde familias jóvenes con niños inquietos hasta visitantes temporales que se deslizan en las bancas y feligreses de toda la vida que se saludan en inglés y en español. Sin embargo, durante años la comunidad católica del valle ha tenido que arreglárselas con espacios de culto que no han logrado responder a sus crecientes necesidades.
En la parroquia St. Clare of Assisi en Edwards, la Misa se ha celebrado en el gimnasio de la escuela primaria. En la parroquia St. Mary en Eagle, la comunidad ha crecido tanto que los feligreses con frecuencia tienen que desbordarse al sótano para seguir la Misa por televisión.
Ahora, las parroquias católicas del valle están entrando en un nuevo capítulo histórico: una campaña capital a nivel regional para construir dos nuevas iglesias, una en St. Claire of Assisi en Edwards, y un nuevo campus de St. Mary en Gypsum.
El esfuerzo comenzó de manera discreta, con oración y conversaciones en los hogares de los feligreses, y desde entonces ha crecido hasta convertirse en un movimiento de generosidad y filantropía en todo el valle. Con más de 800 donantes y más de 21 millones de dólares recaudados, a una meta de 23 millones, los organizadores aseguran que el proyecto no se trata solo de construir iglesias, sino de fortalecer a toda la comunidad católica.
Para muchos de los involucrados, la historia de la campaña se cuenta a través de las personas que la han sostenido, la han encomendado en oración y han invitado a otros a sumarse.

Padre José María Quera, párroco: “Dios mismo ha estado trabajando con nosotros”
Para el padre José María Quera, párroco de las parroquias católicas del valle, la campaña ha sido un ejercicio de discernimiento y confianza. Describe su papel al aprender a reconocer cómo Dios revela su voluntad a través de señales y luego al caminar con la comunidad en el trabajo que sigue. “Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles”, dijo, citando el Salmo 127. Pero añadió que cuando Dios quiere que se construya una casa, no reemplaza el trabajo del constructor, sino que lo acompaña.
“Dios ha estado actuando poderosamente a lo largo de todo este proceso, colmándonos de muchas bendiciones”, afirmó. “El apoyo de nuestro arzobispo, la guía de la arquidiócesis, la generosidad de tantos feligreses y visitantes del valle y un entusiasmo creciente por hacer realidad este sueño”.
El padre José María subrayó que los nuevos edificios no son el objetivo final. El propósito es la fe: hacer espacio para la presencia de Dios y ayudar a los feligreses a crecer como “piedras vivas”, más profundamente unidos a Cristo y a la iglesia.
Con una profunda devoción a María y a san José, el padre José María acudió a ellos con frecuencia durante la campaña, incluso durante un mes completo de oración parroquial a san José.
“La capilla de nuestra rectoría está dedicada a la Sagrada Familia, y allí tengo una hermosa imagen de la Sagrada Familia huyendo a Egipto, un camino que, sin duda, fue un desafío mucho mayor que construir dos iglesias”, comentó. “En esa capilla recé muchas veces y hasta coloqué una nota escrita a mano encomendando nuestra campaña de capital a su cuidado”.
A lo largo de todo el proceso, ha contado con el apoyo de la comunidad.
“Nunca me he sentido solo en este esfuerzo. A través de sus reacciones, su ánimo y su participación, nuestros feligreses me han recordado lo que realmente significa ser iglesia”, dijo. “Su confianza en Dios y su amor por su iglesia me recuerdan cada día que el mayor regalo que podemos ofrecer no es un edificio, sino una comunidad viva en Cristo, agradecida, generosa y unida en el amor. Por todo esto, solo puedo decir: ¡Deo gratias!”.

Alba Padilla, co-coordinadora de la comunidad hispana: una comunidad que se une
Cuando Alba Padilla habla de lo que más la ha conmovido de la campaña, vuelve una y otra vez a un mismo tema: la unidad. En un valle donde las comunidades a veces pueden sentirse separadas por la distancia, el idioma o los horarios, Alba ha visto cómo las relaciones se han fortalecido a través de esas diferencias.
“La comunidad angloparlante y la comunidad hispana realmente se han unido, y eso me ha inspirado mucho”, dijo Alba. “La comunidad latina aquí ha estado muy entusiasmada con la recaudación de fondos para las nuevas iglesias, y todos se han unido con mucha fe, amor y generosidad”.
Para ella, la campaña se ha convertido en algo más que un proyecto; también ha sido una invitación a entrar en la vida de las personas. Ha conocido a familias, escuchado sus historias y encontrado sus esperanzas sobre lo que podrían significar las dos nuevas iglesias, especialmente para los católicos latinos del valle, que representan una parte importante de los fieles.
“Estas nuevas iglesias buscan crear un hogar espiritual más fuerte para la comunidad”, explicó. “Están construidas para acoger a más familias y ofrecer un lugar donde las personas puedan crecer en la fe, apoyarse mutuamente y sentirse verdaderamente conectadas”.

Steve y Janet Burmeister, co-coordinadores: Eucaristía, alimento y convivencia
Antes de las presentaciones, los contratos y los titulares, la campaña comenzó simplemente en salas. Steve y Janet Burmeister, feligreses de muchos años de St. Clare of Assisi, recuerdan con cariño esos primeros días: pequeñas reuniones en su casa donde amigos compartían sus esperanzas para un nuevo espacio de culto en el Valle de Vail.
Al inicio de la campaña, los Burmeister organizaron varias reuniones en su hogar, invitando a otros feligreses a imaginar qué significaría una verdadera iglesia para la región. Incluso celebraron la Misa allí.
“Fue emocionante tener al padre José María celebrando la Misa en nuestra casa”, dijo Steve. “Después pudimos hablar con amigos sobre el sueño, algo que no sucede en el gimnasio, donde todos simplemente se van”.
Para los Burmeister, uno de los momentos más llamativos de la campaña fue ver cómo la comunidad se unió mucho antes de que todos los detalles estuvieran definidos. Las reuniones en casas se multiplicaron más allá de la suya, organizadas por otros feligreses en Edwards, Eagle, Gypsum y Vail, lo que generó un impulso en todo el valle.
Steve y Janet destacan el liderazgo que ha hecho posible la campaña, especialmente el del padre José María, quien se formó como arquitecto en Barcelona antes de ser sacerdote.
“Si piensas en construir una iglesia, y mucho mas dos, nunca está de más tener un arquitecto interno”, comentó Steve. “Ha sido un gran líder en esta campaña”.
Con la campaña acercándose a su meta, los Burmeister animan a todos a orar por las nuevas iglesias y a discernir cómo pueden colaborar. Para ellos, el proyecto busca crear espacios donde los feligreses puedan adorar con reverencia y los católicos del valle puedan por fin sentirse en casa.

Bob Boselli, vicecoordinador: una visión de largo plazo que se hace realidad
Bob Boselli ve la campaña como parte de una historia mucho más larga que comenzó hace más de 25 años, cuando el entonces arzobispo Stafford soñó con fortalecer la fe en el valle mediante la compra de terrenos, la construcción de una escuela primaria, la donación de espacio para el cuidado infantil e incluso el desarrollo de departamentos asequibles.
“Esa visión fundacional ahora impulsa nuestro esfuerzo por añadir estos espacios sagrados, lo que nos permitirá contar con más de 130 asientos en la iglesia principal de St. Mary y celebrar la Misa en un verdadero santuario, en lugar de un gimnasio, en St. Clare of Assisi”, explicó.
Bob reconoció el trabajo del equipo de la campaña, de la arquidiócesis, del arzobispo Samuel Aquila, así como el de Eidos Architecture y Horizon West Builders, como claves para el éxito del proyecto. También señaló que el nuevo campus de St. Mary contará con un salón parroquial, una cocina, oficinas y una capilla de adoración.
“Siempre he dicho que estamos construyendo estas iglesias para que nuestros nietos se casen en ellas”, comentó.
En definitiva, describe este trabajo no como una carga, sino como un llamado.
“Estos proyectos fueron puestos en mi camino por Dios”, afirmó. “Esperamos con alegría que todos vengan a celebrar la Misa; ¡todos son bienvenidos!”.

Jenn Bruno, directora de recaudación: cada donativo importa, cada persona cuenta
A pesar de la fama del valle como lugar de paso, Jenn Bruno cree que esta campaña ha ayudado a que una comunidad geográficamente dispersa se sienta más unida.
“Algunos sienten que esta es una comunidad de medio tiempo, un tanto transitoria”, dijo. “Pero aquí tenemos una comunidad católica vibrante”.
Incluso con una parroquia que se extiende a lo largo de 37 millas y varias capillas, Jenn considera que la campaña se ha convertido en uno de los puntos de conexión más claros que ha tenido la comunidad en años. También ha visto cómo el proyecto ha tocado corazones más allá de los plazos de construcción, como la alegría de familias jóvenes que sueñan con que sus hijos reciban la primera comunión en una nueva iglesia.
Jenn ha sido testigo de cómo se han formado pequeños ritmos comunitarios, como un club de lectura que pasó de ocho participantes a más de 40, y a menudo se quedan conversando durante horas.
“Estamos construyendo dos nuevas iglesias, pero también una comunidad de fe más fuerte”, afirmó.
Cuando habla del mayor reto de la campaña, no menciona la logística ni el costo, sino la importancia de que cada feligrés se sienta valorado.
“Cada donación importa, sea grande o pequeña”, dijo. “Ese donativo de 10 dólares es igual de valioso. Algunas personas piensan que no están aportando lo suficiente, pero nosotros reconocemos cada esfuerzo”.
Cómo apoyar a la campaña
Las parroquias católicas del valle continúan recaudando fondos para alcanzar la meta de la campaña. Quienes deseen obtener más información, ofrecerse como voluntarios o realizar un donativo pueden visitar vailvalleychurchfund.org.

