Posiblemente cuando la madre de Agnes Gonxha Bojaxhiu (llamada después Madre Teresa) dio a luz a su hija, no se imaginó que ella sería la fundadora de una comunidad religiosa “que lideró a más de 3 mil integrantes de su comunidad y que, al morir ella, ya estaban presentes en 130 países”, dijo el arzobispo Samuel J. Aquila durante su homilía en una Misa de acción de gracias por la canonización de la Madre Teresa, el pasado 4 de septiembre.

El Arzobispo destacó el hecho de que la nueva santa, después de haber pasado 20 años en la comunidad de las Hermanas de Loreto, hubiera escuchado la voz de Dios quien le pidió servir a los más pobres entre los pobres. Petición a la cual la Madre Teresa obedeció con docilidad y diligencia, lo que la llevó a fundar hace 50 años la comunidad de las Misioneras de la Caridad que tiene hoy 758 casas alrededor del mundo, una de ellas en Denver.
Las hermanas, quienes se dedican en esta arquidiócesis a atender un albergue para la rehabilitación de mujeres de la calle, celebraron a lo grande la canonización de su Madre fundadora con una novena que realizaron en su comunidad los días previos, así como una Misa de acción de gracias en la parroquia Saint Joseph el pasado 4 de septiembre presidida por el arzobispo Aquila y concelebrada, entre otros sacerdotes, por el cardenal Francis Stafford y el obispo electo P. Jorge Rodríguez. El lunes 5, día en que la Iglesia horna la memoria de la santa, continuó la celebración con una Eucaristía en la que se conmemoraron 19 años de su paso a la vida eterna.

El Arzobispo recordó en su homilía una de las lecciones que da la Madre Teresa en este Año de Misericordia cuando un día, ella fue a una panadería a pedir que le regalaran panes para sus niños pobres: «Fue donde un panadero que inmediatamente comenzó a burlarse de ella y le gritaba, y ella persistió: «Quiero pan para mis niños, quiero pan para mis niños», y él le escupió en la cara. Ella tomó su pañuelo, limpió su cara y le dijo «gracias por dejarme experimentar lo que Jesús experimentó. Ahora, ¿dónde está el pan para mis niños?» Solo cuando uno está lleno del Espíritu Santo, solo cuando uno está lleno de la confianza en Dios puede continuar y hacer lo que ella hizo”, dijo el Arzobispo.

También destacó cómo oscuridad interior que vivió la Madre Teresa fue una gran prueba que el Señor le permitió vivir para que siguiera creyendo en sus promesas y en la vida después de la muerte: “Incluso en medio de la oscuridad que le había sido revelada en su vida después de la muerte. Esa oscuridad en la que pareciera que se está abandonado por Dios. Esa oscuridad que hizo decir a Jesús «tengo sed», que grita en la oscuridad «Dios mío, Dios mío ¿por qué me haz abandonado?»

Después de la Eucaristía, alrededor de un centenar de fieles devotos de la Santa se congregaron en el salón parroquial de Saint Joseph para celebrar su llegada a los altares. Un grupo de niños representó una obra de teatro basada en la vida de la Madre Teresa. También hubo cantos en honor a esta mujer que dedicó su vida a los más pobres entre los pobres.
Las Misioneras de la Caridad, junto con los fieles devotos de la Madre, continuaron con la celebración el día lunes 5 de septiembre, con una Eucaristía presidida por el Cardenal Francis Stafford, quien fue arzobispo de Denver cuando la Madre Teresa visitó esta arquidiócesis en 1986 y 1989.

El Cardenal destacó en su homilía la bendición de tener una reliquia de la Santa en la que los fieles pueden venerar una parte física que fue testigo de la vida virtuosa de esta mujer. También recordó cómo la presencia de tres santos: (La Madre Cabrini, 1850 – 1917) San Juan Pablo II (1910 – 2005) y la Madre Teresa (1910 – 1997) han dejado huella y han revitalizado la fe en esta arquidiócesis. (Para ver el artículo en inglés sobre la visita de Santa Teresa de Calcuta a Denver, haga clic aquí).
Así la arquidiócesis de Denver honró la memoria de esta mujer que, como la describió el Papa Francisco durante la homilía de su canonización, es “una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada”.