El año 2024 marca el 50º Jubileo del Diaconado Permanente en la arquidiócesis de Denver. A través de la predicación, el servicio, la adoración y la oración, los diáconos sirven al pueblo de Dios de maneras singularmente especiales a través de sus diversos ministerios y vidas. Este artículo es uno de una serie de artículos que El Pueblo Católico publicará en el 2024 y que presentará a diáconos locales o a un ministerio diaconal. Hay muchos santos diáconos que fueron martirizados por su fe. En este año de Jubileo, los diáconos de la arquidiócesis de Denver piden oraciones a través de la intercesión de san Euplio de Catania, diácono y mártir.
Durante décadas, el diácono Jim Blume se ha sentido llamado a ministrar y servir a los pobres, ya sea que les falten bienes materiales o consejo espiritual. Un franciscano secular (de la tercera orden), dice que su cercanía a los pobres siempre ha sido parte de quién es.
“Siempre he tenido un sentimiento, una sensación de ser llamado al servicio de los pobres”, compartió el diácono Jim. “Siempre ha sido parte de quién soy”.
Mientras buscaba una expresión concreta para ese deseo, una forma práctica de vivir este llamado, el diácono Jim discernió el sacerdocio diocesano en el seminario menor y luego discernió con los franciscanos capuchinos en Kansas. Pero a medida que continuaba discerniendo, se dio cuenta de que estaba llamado al estilo de vida franciscano, aunque no a la vida religiosa.
Durante los siguientes años, el diácono integró la espiritualidad franciscana y su énfasis en el servicio a los pobres en su vida diaria, ayudando a las personas con discapacidades y a sus familias en el oeste de Kansas. Durante casi treinta años, trabajó para desarrollar una red sólida de servicios, y finalmente se convirtió en el director ejecutivo de esa misma red.
Sin embargo, a medida que su carrera crecía, sintió un tirón hacia algo más grande. Gracias a la invitación de amigos, vecinos y compañeros feligreses, el diácono Jim comenzó a considerar el diaconado permanente, con un énfasis especial en el servicio a los pobres.
Debido a que su diócesis de origen no tenía un programa de formación para el diaconado permanente, el diácono Jim tornó su mirada hacia el oeste y se conectó con un ex hermano capuchino: el arzobispo Charles Chaput, entonces arzobispo de Denver. Con la bendición del arzobispo, se mudó a ciudad de la milla alta para unirse al sólido programa de formación para el diaconado de la arquidiócesis, dirigido por el diácono Al Sandoval, quien eventualmente se convertiría en su mentor.
Desde su ordenación en el 2007, el diácono Jim se considera bendecido por haber servido en varias parroquias de la arquidiócesis, incluyendo la parroquia Annunciation en Denver y la parroquia St. Pius X en Aurora. Además de su ministerio parroquial, el diácono ha seguido sirviendo a los pobres materiales en refugios para personas sin hogar y a las familias en duelo a través de Vidas Preciosas, un ministerio de la Arquidiócesis de Denver y los Servicios Funerarios y Cementerios Católicos de la arquidiócesis de Denver (CFCS, por sus siglas en inglés). Aunque ahora está oficialmente retirado del ministerio, el diácono Jim sigue involucrado en el servicio a estas familias.
Vidas preciosas ofrece un servicio funerario y un entierro dignos para los bebés que se perdieron durante el embarazo o el parto. «Vidas que se perdieron durante el embarazo o al nacer, los recibimos aquí, y les damos cuidado en nuestros cementerios católicos sin costo alguno a su familia. Como ministerio de la Arquidiócesis Católica de Denver, vivimos nuestro llamado vocacional de la obra de misericordia corporal de enterrar a los muertos. Sin importar que la familia sea católica, protestante, de otra fe tradicional o sin fe alguna, nosotros asistimos a todas esas familias”, explica el sitio web de CFCS.
Mientras sirvió en el ministerio de Vidas Preciosas, el diácono Jim acompañó a las familias en algunos de los días más oscuros de la vida mientras procesaban la pérdida de su hijo no nacido o recién nacido.
“Vienen heridos y con una especie de vacío”, explicó el diácono. “Para una pareja joven, este embarazo, este tipo de nueva vida, es una especie de reorientación de la esperanza. Por lo tanto, según su experiencia, les duele cuando eso casi se les arranca de su relación de pareja. Para la madre, ese vacío literal de perder a ese bebé duele. Vienen con un vacío que es un tipo de dolor que va más allá de las palabras. Por lo tanto, que la Iglesia esté allí para tocar ese vacío por ellos es una parte hermosa del ministerio provida de la Iglesia”.
El importante apostolado provida –y otros similares, como el ministerio arquidiocesano Behold Your Child– ofrece a las familias la oportunidad de “llenar el vacío de la pérdida con fe”, como afirma CFCS en su declaración de misión. Vidas Preciosas crea un espacio para la oración, el duelo, la sanación y el cierre, todo dentro de una comunidad de personas compasivas, muchas de las cuales también han experimentado la pérdida de un niño no nacido o recién nacido. Con ese fin, una vez al mes, CFCS organiza un servicio de oración y entierro para estos niños y familias en el cementerio católico Mount Olivet en Wheat Ridge.
“Llegaba temprano, así que cuando las parejas entraban a la capilla, podía pasar tiempo con ellos, aprender el nombre de su bebé no nacido y muchas veces llorar con ellos”, compartió el diácono.
Ahora oficialmente retirado del ministerio, el diácono Jim ha dado un paso atrás en el ministerio en el que sirvió tan fielmente durante tanto tiempo. A pesar de los problemas de salud, los largos viajes en automóvil y los desafíos del envejecimiento, sigue tan activo como puede, “¡Un diácono no se jubila! Me ordenaron diácono para servir”, comentó bromeando.
Sin embargo, debido a sus desafíos, el ministerio del diácono Jim ha cambiado. Si bien su ministerio solía ser de presencia, ahora es principalmente un ministerio de oración.
“Como mi ministerio externo se ha ralentizado, he pasado al ministerio de la oración”, explicó sobre el puesto informal. “Acabo de celebrar un funeral en el cementerio católico de San Simeón, así que he mantenido en mis oraciones diarias los nombres de la madre, el marido y las hermanas de esta jovencita que murió”.
Más que algo habitual, el diácono Blume ve su actual ministerio de oración como un compromiso y una extensión de su vocación y servicio diaconal. Aunque no puede ser tan activo en el ministerio como solía serlo, puede servir a su pueblo uniéndose a ellos en oración y elevándolos al Padre.
“Me siento tan bendecido de que, al orar por la gente, puedo sentir mi diaconado”, concluyó el diácono. “En nuestra ordenación, hacemos un voto de orar por y con la Iglesia en la Liturgia de las Horas. Esas palabras “por y con” están en la ceremonia, por lo que son parte del llamado del diácono, no solo del ministerio, pero luego tiene que haber oración. La oración tiene que ser parte de eso”.