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Es hora de poner manos a la obra: el papa León XIV y la evangelización

Por Tanner Kalina

Imagina por un momento que el papa Francisco te nombró obispo en el 2015.

Ahora imagina que te nombraron cardenal hace apenas dos años, en el 2023.

Ahora imagina que tu jefe, el papa Francisco, acaba de fallecer, y que te envían rápidamente al Vaticano para ayudar a elegir al próximo papa.

Piensas que es imposible que te elijan. No llevas tanto tiempo en esto. En el fondo, solo eres un simple sacerdote misionero. ¡Y, además, eres estadounidense, por el amor de Dios!

Ahora imagina que tus hermanos cardenales te eligen sucesor de Pedro, el papa número 267.

¡¿Qué?!

Y, de repente, te preguntan si aceptas el nuevo cargo y, si lo haces, amablemente saldrás al balcón de la Basílica de San Pedro y te dirigirás al mundo entero, un mundo que sin duda estará pendiente de cada palabra que digas.

¿Te imaginas el torbellino que se armaría? Solo podrías decir las pocas palabras que más te pesan en el corazón, las palabras que el Espíritu Santo había plantado firmemente allí.

Tal fue el caso del cardenal Robert Francis Prevost, ahora papa León XIV.

Su primer discurso (una obra maestra, por cierto) merece nuestra atención.

No dijo mucho, pero sí dijo esto:

“Somos discípulos de Cristo, Cristo nos precede y el mundo necesita de su luz. La humanidad necesita de él como puente para ser alcanzada por Dios, por su amor. Ayúdense también ustedes, los unos a los otros, a construir puentes con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz”.

Y esto:

“Quisiera también agradecer a todos mis hermanos cardenales, que me han elegido para ser el sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes, como Iglesia unida, buscando siempre la paz y la justicia, buscando siempre trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el evangelio, para ser misioneros”.

Y esto en particular:

“Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo, siempre abierta a recibir, como esta plaza, con los brazos abiertos a todos…”

¿Observan los puntos en común?

“Puentes”.

“Diálogo”.

“Paz”.

“Misión”.

Claramente, lo que está en el corazón de nuestro nuevo santo padre es la labor misionera de unir a las personas con Cristo. Evangelización, si tuviéramos que usar una sola palabra.

En mi última columna, escribí sobre los logros del papa Francisco al guiar a la Iglesia desde el modo mantenimiento hacia el modo misión. Basándonos en la breve perspectiva que tenemos hasta ahora, el Espíritu Santo podría estar impulsando a la Iglesia hacia un modo misión más profundo.

Me viene a la mente Lucas 5,4 cuando Jesús le dice a Simón (casualmente el primer papa): “Boga mar adentro, y echen sus redes para pescar”.

Es hora de que la Iglesia se aventure mar adentro y echemos nuestras redes. El mundo está más hambriento que nunca del evangelio de Jesucristo. Nuestros métodos de evangelización son tan fuertes como nuestros 2000 años como Iglesia. La verdad es tan sólida y atractiva como siempre lo ha sido.

Es hora de tender puentes con quienes nos rodean: familiares, vecinos, compañeros de trabajo, feligreses, etc. Es hora de incluir a Jesús en nuestras conversaciones cotidianas. Es hora de mostrar a nuestra sociedad inquieta y dividida la paz que busca con todas sus fuerzas.

Es hora de ser una Iglesia misionera.

Haciendo eco al papa León XIV: “Tú nos ayudas a tender puentes mediante el diálogo y el encuentro para que todos seamos un solo pueblo siempre en paz”. ¡Te necesitamos! Formas parte de la Iglesia misionera. Tienes algo que el mundo que te rodea necesita.

¿Echarás la red?

¿Incluirás a Jesús en tus conversaciones diarias?

¿Darás testimonio de la paz que has encontrado?

¿Seguirás buscando la fuente de esa paz, nuestro Señor y Salvador Jesucristo?

Estamos en los albores de un nuevo momento para la iglesia. Es hora de ponerse manos a la obra.

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