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miércoles, abril 16, 2025
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Escuela de Guadalupe 25 años de escuchar, aprender y enseñar

Por Janalee Chmel
Directora de marketing de Escuela de Guadalupe.

Escuchar. 

Eso fue todo lo que se le pidió al padre Tom Prag, S.J., cuando los jesuitas lo enviaron al noroeste Denver. Era 1996. El vecindario, predominantemente latino, era extremadamente pobre y el delito estaba siempre presente. Los jesuitas deseaban servir a la comunidad, pero querían ser cuidadosos y querían evitar presumir de que comprendían y empatizaban con las grandes necesidades que enfrentaban los residentes.

Es bajo estos principios que el padre Tom se mudó al vecindario y comenzó su misión: escuchó. Se encontró con niños etiquetados como “perdidos”, con niños que se unían a pandillas desde cuarto grado, y con muchas jóvenes que se convertían en madres a los 14 años. Y mientras el padre Tom escuchaba, aprendió lo que la gente —especialmente los padres— en la comunidad deseaba más: una educación de calidad para sus hijos.

Entendiendo que era necesario el apoyo de alguien con experiencia en educación, el padre Tom se contactó con la Hna. Susan Swain de las Hermanas de Loretto, y juntos iniciaron un proyecto desafiante. El objetivo era abrir una escuela católica en el noroeste de Denver, que atendiera desde jardín de infantes hasta quinto grado, que enseñara a los estudiantes en dos idiomas —inglés y español— y que ayudara a la comunidad a sentirse optimista acerca del futuro.

En 1999, la escuela abrió sus puertas en la esquina de las calles 32 y Pecos. Y luego de un largo camino, este año, Escuela de Guadalupe celebra 25 años de brindar una excelente educación católica en Denver.

25 años de fortaleza

Hoy en día, Escuela de Guadalupe se encuentra en las calles 6 y Julian, en un edificio que anteriormente albergaba a la parroquia Presentation of Our Lady. Este cambio, que ocurrió en 2015, fue impulsado por el crecimiento de la escuela, la gentrificación del vecindario anterior, y el compromiso de los líderes de servir a estudiantes desde pre-kinder hasta octavo grado.

“Los fundadores siempre supieron que querían que la escuela se expandiera, pero hubo algunos momentos difíciles en el camino”, dice Michelle Galuszka, presidenta de Escuela. “En particular, 2007 fue un año duro que obligó a los líderes de la escuela a hacer un llamado desesperado a la comunidad en busca de ayuda”.

En 2007, Escuela enfrentó un desafío financiero crítico. Con la misión de servir a familias de bajos ingresos que en su mayoría no podían pagar la matrícula completa, el modelo de negocio de la escuela se volvió insostenible. Ante la posibilidad de cierre, Escuela lanzó una Campaña de Salvación con la esperanza de recaudar dinero y concientizar sobre la misión de la escuela.

La cobertura mediática local jugó un papel fundamental en dar a conocer la situación. Un artículo escrito por Bill Johnson en el Rocky Mountain News fue fundamental. El artículo de particular interés comenzaba señalando:

El nombre de la escuela es Escuela de Guadalupe, lo cual, dado su origen y su situación actual, es un nombre completamente apropiado. Necesita uno o dos milagros. 

[“La falta de dinero podría cerrar las puertas de oportunidad.” 19 de octubre de 2007]

Este artículo —que goza de mucho reconocimiento en la comunidad de Escuela— generó un amplio apoyo comunitario y ayudó a Escuela a recaudar los fondos necesarios para lograr mantener la escuela abierta.

Posteriormente, Bill Johnson realizó una nueva nota periodística el 5 de diciembre de 2007 titulada “Escuela de Guadalupe encuentra fondos para mantenerse abierta”, donde señalaba:

La noticia de la situación de la escuela desencadenó una avalancha de dinero inesperado, incluidos cuatro donativos de $50,000.

“Esos donativos, y un nuevo enfoque en nuestro modelo de negocio, ayudaron a catapultar a Escuela a un período de crecimiento y estabilidad”, dice Galuszka. “Hoy, servimos a 210 estudiantes de pre-kinder hasta octavo grado, y somos reconocidos a nivel nacional como un modelo de educación católica bilingüe”.

La prueba está en los resultados

Hoy en día, Escuela es reconocida como un faro de éxito y esperanza, tal como lo esperaban el padre Tom y la Hna. Susan. Casi la mitad de los estudiantes de la escuela recibe almuerzos gratuitos o reducidos, y solo un pequeño porcentaje paga matrícula completa. El modelo se sostiene gracias a una robusta comunidad de donantes que se comprometen no solo con apoyo financiero, sino también con su tiempo como voluntarios y experiencia profesional.

De manera notable, los estudiantes de Escuela son bilingües para el quinto grado y superan de manera consistente a sus compañeros de las escuelas públicas en las pruebas académicas en ambos idiomas.

De hecho, basándose en los puntajes más recientes publicados por Denver Public Schools, los estudiantes de Escuela superan a la mayoría de los estudiantes de las escuelas públicas en todo el estado de Colorado, como se observa en las siguientes cifras:

 

ÍNDICE DE DOMINIO

GRADOS 3-8

Escuela DPS Colorado
LECTURA 76% 40% 43%
MATEMÁTICAS 67% 34% 33%

 

Desafiando aún más los estereotipos de las comunidades desatendidas, el 97 % de los exalumnos de Escuela se gradúan en algunas de las mejores escuelas secundarias de Denver, y el 95 % asiste a la universidad.

Escuchar sigue siendo fundamental para la misión de Escuela

Una persona que ha sido testigo de gran parte del crecimiento y transformación de Escuela de Guadalupe es Mariella Robledo, actual directora. Robledo se unió a Escuela en 2005 como profesora de español de 4o y 5o grado y se convirtió en directora hace 16 años. Este año, mientras Escuela celebra su 25° aniversario, Robledo también celebra 20 años con la escuela.

Antes de enseñar en Escuela, Robledo sirvió dos años como profesora de español en una escuela chárter pública. Cuando encontró Escuela, sintió que estaba volviendo a casa.

“Crecí en Lima, Perú, y fui a todas las escuelas católicas”, dice Robledo, quien asistió al Colegio María Reina Marianistas y a la Pontificia Universidad Católica del Perú. “Mi fe es muy importante para mí y creo que es fundamental que las familias puedan hablar sobre su fe como parte de la educación de sus hijos”.

Como directora, Robledo dice que uno de sus trabajos más importantes es escuchar. Al igual que el padre Tom escuchó hace 25 años, Robledo escucha a los padres y estudiantes que, según ella, a menudo solo necesitan sentirse escuchados.

“En Escuela, enseñamos en inglés y español porque eso permite a los padres involucrarse en la educación de sus hijos”, dice ella. “Nuestras familias trabajan muy duro y desean una buena educación para sus hijos. Ellos inspiran a quienes trabajamos aquí a esforzarnos aún más. Así que, cuando pueden venir y hablarme en español, sé que se sienten escuchados y comprendidos”.

Robledo recuerda sus primeros días en Escuela, cuando era extremadamente difícil encontrar libros de texto publicados en ambos idiomas. Toda su familia en Perú colaboró y le envió cajas de libros de texto para que tuviera un currículo en español. Cada vez que iba a casa, regresaba con maletas llenas de libros.

Recordando esos tiempos difíciles y pensando en lo fuerte que es Escuela hoy, Robledo vuelve a su fe. “Siento que Dios está presente en este edificio”, dice Robledo. “Cada mañana, paso por nuestra imagen de la Virgen María, tomo su mano y rezo: ‘Hoy es un buen día’”.

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