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jueves, septiembre 18, 2025
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FOTOS: Comunidad de Fort Morgan y sus alrededores reciben al arzobispo Samuel Aquila en emotivo encuentro de gratitud

Por Joe Donelson

La semana pasada, las comunidades católicas de las llanuras orientales se reunieron en la parroquia de St. Helena, en Fort Morgan, para una ocasión memorable: un evento de agradecimiento a benefactores que se vivió más como un alegre reencuentro. El ambiente estaba lleno de entusiasmo mientras fieles de distintas parroquias recibían con alegría al arzobispo Samuel J. Aquila. Con más de 240 asistentes, fue el evento más grande de este tipo en los últimos años, y la presencia del arzobispo dio un sentido de bendición e inspiración a la velada.

“Ha sido un gran líder. Ha hecho un gran trabajo. Estamos aquí para mostrar respeto”, dijo Rick Lorenzini, de la parroquia de St. Francis en Weldona. “Durante todo su ministerio, el arzobispo ha sido muy generoso al venir a nuestras pequeñas comunidades en el noreste de Colorado. Estuvo en el centenario de nuestra parroquia. Siempre se mostró agradecido de venir y hablar con todos”.

El diácono Richard Wilson, de St. Helena, compartió ese mismo sentimiento de gratitud, reconociendo el esfuerzo que implica llegar hasta las comunidades más apartadas del estado.

“Es difícil que un arzobispo pueda venir hasta acá”, comentó. “Tienen tantas responsabilidades, que el hecho de que se dé tiempo para visitarnos es un gran regalo para las llanuras orientales y para St. Helena. Estamos muy contentos.”

“Me siento cuidada”, añadió su esposa, Jennifer Wilson, “y no olvidada.”

Cuando el arzobispo entró al salón Msgr. Dinan, todos los presentes se pusieron de pie y le dieron una ovación, confirmando las palabras del diácono: “¡Queremos ver al arzobispo!”. Y efectivamente, él se tomó el tiempo de saludar a cada persona.

 

El encuentro fue significativo para los fieles del noreste de Colorado, pero aún más al considerar que el arzobispo Aquila está próximo a presentar su renuncia por edad, según lo pide el Derecho Canónico (c. 401 §1), al cumplir 75 años la próxima semana. Aunque podría permanecer un tiempo más en el cargo, esta visita a Fort Morgan podría haber sido su última visita parroquial oficial.

“Espero con alegría la jubilación. Pero eso no termina con mi misión de proclamar a Jesucristo”, dijo el arzobispo a los presentes. “Les pido dos cosas: que recen por mí, para que pueda continuar la misión que se nos confía a todos los discípulos, y que eleven su corazón en gratitud al Señor por la misión que él les ha confiado a ustedes. Y que también oren por mi sucesor, quienquiera que sea”.

El arzobispo recordó que, gracias a los benefactores de las llanuras orientales y de todo el norte de Colorado, la Iglesia local sigue creciendo. “Este año, veintitrés jóvenes ingresaron al seminario de la Arquidiócesis de Denver. Es el número más alto en la historia del seminario”, anunció con alegría.

Para que esto sea posible, la Iglesia necesita donativos. “Nos enseñaron que ser buenos administradores significa dar nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros bienes. Hemos ofrecido tiempo, hemos ofrecido talentos, y siempre nos sentimos bendecidos al poder apoyar económicamente a la arquidiócesis”, compartió Carolyn Hochanadel, feligresa de St. Helena.

“Me siento muy bendecida; esta es la fe que mi abuela me transmitió a mí y a mi esposo”, dijo Angélica Revolorio, también de St. Helena. “La generosidad es un instrumento de Dios que me ayuda a crecer en la fe, por eso esto es tan especial”.

La comunidad católica de Fort Morgan, junto con las de las llanuras orientales, vive esa entrega de fe en obras concretas: con el centro de Marisol Family en St. Helena, su activo banco de alimentos y el apoyo constante a las iniciativas arquidiocesanas, la parroquia cumple el mandato de Jesús de amar al prójimo como expresión de amor a Dios.

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“Es un reflejo del amor de Dios en la comunidad”, explicó el diácono Wilson. “La gente toca la puerta y no les pedimos que muestren si son católicos. Son personas que necesitan ayuda, y les mostramos el rostro de Cristo, y vemos a Cristo en ellos. Eso es posible gracias a la arquidiócesis y al trabajo de todos en ella.”

De manera sencilla, el feligrés Marco Mejía añadió con alegría: “La gente viene aquí porque necesita ayuda, y se la damos —a todos.”

El arzobispo recordó que en el centro de este amor al prójimo siempre está la fe en Jesucristo, quien sufrió y murió por nosotros. Y subrayó la importancia de vivir esa fe de cara al Gran Jubileo de la Redención en el 2033, que celebrará los 2000 años del Misterio Pascual.

“[La fe] significa mucho para mí. Soy devota de la Virgen de Guadalupe, eso me llena”, dijo Lupita Perea, coincidiendo con el arzobispo.

“Es toda nuestra vida”, agregó su esposo, Gustavo.

Al concluir la velada, el arzobispo saludó personalmente a cada asistente y posó para fotos frente a figuras de tamaño real de él mismo y del papa León XIV.

Finalmente, David Mehr, director ejecutivo de desarrollo de misión de la arquidiócesis, expresó un último agradecimiento a las comunidades del noreste de Colorado, mencionando a las parroquias representadas en la noche de gratitud.

“Gracias de corazón por su generoso apoyo a sus parroquias, a sus ministerios, a su arquidiócesis y a nuestra fe. Es muy alentador ver este salón lleno de personas”, dijo. “Es extraordinario; es el grupo más grande que hemos tenido en mucho tiempo. Gracias por estar presentes por sus parroquias, por sus sacerdotes y por nuestro arzobispo”.

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