El pasado sábado fue un día de gran alegría y gracia, luego de que seis jóvenes seminaristas fueran ordenados al diaconado transitorio, dedicando sus vidas a servir a Cristo y a su Iglesia. Rodeados de familiares, amigos y fieles, marcaron el comienzo de su sagrado ministerio mientras esperan con ansias su ordenación al sacerdocio el próximo año.
El diácono Jonathan Francois, el diácono Daniel Rivas, el diácono Jason DiRito, el diácono Paolo Mori, el diácono Daniel Viana Pereira y el diácono Manuel Alarcón Salinas están estudiando en el Seminario Teológico St. John Vianney y en el Seminario Misionero Arquidiocesano Redemptoris Mater, ambos en Denver, y servirán a la arquidiócesis de Denver y a su gente.
En una homilía conmovedora, el arzobispo Samuel J. Aquila recordó a los hombres el profundo llamado que han recibido. Con palabras alentadoras y desafiantes, los exhortó a abrazar su nuevo papel con humildad, fidelidad y un compromiso inquebrantable con Jesucristo. Ha decir verdad, dijo el arzobispo, la verdad fundamental de su vocación es que su llamado no es a una institución, una ideología o un mero conjunto de mandamientos, sino a una relación personal con Jesucristo.
«En algún momento de su camino», dijo el arzobispo, «escucharon las palabras de Jesús en su corazón: ‘Ven, sígueme’. No seguir un plan. No seguir un apostolado. No seguir un credo. No seguir unos mandamientos, sino más bien, seguir a Jesús».
Citando las palabras del profeta Jeremías, el arzobispo enfatizó que Dios había conocido y amado a estos seis hombres mucho antes de que nacieran. Este llamado divino, subrayó, es el fundamento de su ministerio.
«Es esencial que comprendan la verdad de que quien los amó primero fue el Padre, Jesús y el Espíritu Santo», recordó a los seis hombres que estaban siendo ordenados.
En su nuevo ministerio, los seis nuevos diáconos están llamados a compartir el amor que han encontrado y a predicar, enseñar y formar a otros en la fe. El arzobispo Samuel les recordó que su proclamación debe permanecer siempre arraigada en la Palabra de Dios, no en opiniones o tendencias teológicas populares.
«Asegúrense siempre de que sea la Palabra de Dios lo que proclaman, no alguna teoría de algún teólogo, sino más bien la Palabra de Dios», agregó.
El arzobispo Samuel los animó a desarrollar un profundo amor por la Sagrada Escritura, especialmente los Evangelios, y a dejar que la voz de Jesús moldee sus corazones y mentes. Señaló el ejemplo de Felipe y el eunuco etíope de los Hechos de los Apóstoles, destacando cómo la proclamación de Cristo por parte de Felipe condujo al bautismo del eunuco. De la misma manera, dijo a los nuevos diáconos, están llamados a guiar a otros a un encuentro con Jesús, un llamado que puede llegar incluso a la mitad de la noche.
“Serán llamados en medio de la noche, despertados de su sueño para servir. Y no vayan quejándose ni murmurando, porque entonces estarán escuchando la voz del diablo, no la voz de Jesús”, dijo el arzobispo a los nuevos diáconos, recordándoles su configuración con Cristo Siervo y alentándolos a abrazar su nuevo rol plenamente, sirviendo con alegría y sin quejarse.
El diácono Daniel Rivas, quien creció en Denver, compartió que esta oportunidad de servicio es lo que más lo emociona del diaconado.
«Lo que más me emociona del diaconado es compartir, aunque sea un poco, el amor infinito de Dios por su pueblo y de Cristo por su Iglesia, especialmente a través de la predicación», compartió. “Este ministerio de servicio solo me recuerda lo que Cristo hizo por mí al llevarme al amor liberador y la misericordia del Padre. Solo deseo extender esto a los demás”.
A medida que los nuevos diáconos se embarcan en su ministerio en el altar y más allá, el arzobispo Samuel les recordó su papel en la preparación del sacrificio y la distribución del Cuerpo y la Sangre de Cristo, llamándolos a meditar profundamente sobre el significado de esas poderosas palabras que se escuchan en cada Misa: «Este es mi cuerpo, entregado por ustedes. Esta es mi sangre, derramada por ustedes.»
Para cerrar, dejó a los seis diáconos más nuevos de la arquidiócesis con tres puntos clave:
- Sepan que pertenecen al Señor: él los ha amado y elegido desde el momento de su concepción.
- Sean fieles en proclamar a Jesús: su misión principal es guiar a otros a un encuentro con Cristo.
- Amen la verdad: están consagrados en la verdad y deben hablarla con gentileza, compasión y valentía.
Mientras los nuevos diáconos se preparaban para hacer sus promesas ante Dios y su pueblo, las últimas palabras del arzobispo, citando el Evangelio de San Juan, resonaron: «Escuchen las palabras de Jesús en sus corazones hoy. ‘Santifícalos en la verdad. Tu palabra es la verdad. Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo’.»
Con estas palabras, los diáconos comenzaron su vocación, listos para servir a Cristo y su Iglesia con corazones enfocados en la verdad.