Por Gladys Oster
Asociada de Desarrollo
Fundación FIRE de Denver
Temprano por la mañana en la escuela católica St. Mary’s Catholic Virtue en Littleton, los estudiantes salen de los autos y charlan mientras se dirigen a clase, pero una estudiante se detiene antes de apresurarse a su siguiente tarea.
Anna Langston, una estudiante de primer grado se detiene todos los días para rezar ante la estatua de san José afuera de su escuela. Se agacha o se arrodilla ante él y le habla en silencio al diligente protector de Cristo. Después de unos minutos, felizmente hace la señal de la cruz y corre a clase, con la luz de los patriarcas a su lado y en su corazón.
Recientemente, Anna ha adoptado la costumbre de arrodillarse frente a la estatua de María en el vestíbulo de su escuela entre clases. Aunque esto a veces puede dificultar el cambio de clase, sus compañeros y maestros saben que eso es justamente lo que Anna hace. Así como Anna aprende de sus maestros y amigos, también ellos aprenden de Anna un profundo amor y alegría.
“Tiene una profunda reverencia y casi no puede evitar arrodillarse y rezar”, dijo la Dra. Eve Langston, madre de Anna y miembro fundadora de la junta directiva de la Fundación FIRE de Denver.
Pero ese testimonio devoto no habría sido posible sin la labor de su madre para impulsar la inclusión en las escuelas católicas de la arquidiócesis de Denver, labor que le valió el primer Premio de Liderazgo Langston en febrero del 2025.

Cuando la Dra. Langston recibió la noticia del diagnóstico de Anna, pensó en su propia hermana, Elizabeth, quien también tiene síndrome de Down y no pudo asistir a escuelas católicas con sus hermanos. Cuando nació Anna, la Dra. Langston inmediatamente comenzó a investigar cómo lograr que Anna ingresara a una escuela católica y descubrió la Fundación FIRE en Kansas City, Missouri. En 2021, junto con Jessica Johnson y la Dra. Jill Hall, la Dra. Langston cofundó la Fundación FIRE de Denver y presidió la junta directiva entre el 2021 y el 2024.
Sin embargo, para la Dra. Langston uno de sus mayores logros es asegurar la educación católica de su hija Anna.
Rodeada de fe, Anna ha llegado a amar a san José y a la Virgen María como a dos de sus mejores amigos. En su corta estancia en St. Mary, ha hecho muchos amigos entre sus compañeros de estudios y ha recibido abundantes frutos de estas relaciones centradas en Cristo. Así como san José unió y protegió a la Sagrada Familia, sigue siendo un poderoso intercesor en la labor de la educación católica inclusiva, donde reúne y mantiene a todas las familias y amigos en la misma comunidad católica.

Por coincidencia divina, celebramos la fiesta de San José pocos días antes del Día Mundial del Síndrome de Down y en medio del Mes de concientización sobre las discapacidades del desarrollo, mirando al pilar de las familias al recordar a nuestras poblaciones más vulnerables, que tienen un lugar especial en la Sagrada Familia y en el Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Aunque se sabe muy poco del mejor amigo de Anna en las escrituras, san José es descrito simplemente como un «hombre justo» (Mateo 1:19), «recto» en su reconocimiento de la dignidad humana de cada uno como hijos amados de Dios. Para proteger a su vulnerable esposa e hijo, aunque pudo haberlos rechazado y abandonado mucho antes de acoger a María en su hogar, siguió a Dios incluso cuando esto lo puso en un lugar incómodo, puso su vida en peligro o lo alejó de todo lo que conocía.
En resumen, san José mantuvo viva la Palabra de Dios, viva y palpitante, en su hijo Jesús.
Como él, nosotros también estamos llamados a mantener viva y floreciente la palabra en todas las personas, independientemente de sus capacidades.
En 1999, la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en inglés) publicó una declaración sobre «Bienvenida y justicia para personas con discapacidades». Allí, describen la verdadera visión de las personas con discapacidad dentro de nuestra Iglesia Católica, escribiendo:
“Nuestra defensa de la vida y el rechazo a la cultura de la muerte exigen que reconozcamos la dignidad y las contribuciones positivas de nuestros hermanos y hermanas con discapacidad… La defensa del derecho a la vida implica la defensa de todos los demás derechos que permiten a la persona con discapacidad alcanzar el máximo desarrollo personal del que es capaz. Estos incluyen el derecho a la igualdad de oportunidades en la educación, el empleo, la vivienda y la atención médica…” (Párrafos 3-4).
La educación católica inclusiva permite a Anna y a otros recibir y difundir el mensaje del evangelio como testigos vivos de la alegría de seguir a Cristo.

Mientras la Iglesia celebra a san José y se toma un breve descanso de los ayunos cuaresmales, recordemos la imagen de la dulce Anna ante su estatua, viéndolo como un amigo que brinda guía y protección perfectas.
Que, como José, seamos sumamente justos en todo lo que hacemos, recordando y cuidando a los marginados que merecen conocer a Jesús tan íntimamente como nosotros.