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miércoles, abril 16, 2025
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Liderados por el Espíritu en la misión: Anclas de la misión arquidiocesana

Por el Dr Scott Elmer
Director ejecutivo de misión en la arquidiócesis de Denver

Las palabras “Iglesia” y “estrategia” no suelen ir juntas. Hay muchas razones de eso. La Iglesia es una institución longeva (más de 2,000 años). A veces, es difícil ver cómo la sabiduría convencional puede beneficiar a una institución eterna. Al mismo tiempo, la Iglesia ha tenido que adaptarse a innumerables cambios culturales a lo largo de los últimos dos milenios y ha sobrevivido creciendo, reformándose y madurando. En la arquidiócesis de Denver, creemos que Dios tiene un plan que nos invita a discernir y a trabajar en ello. Para nosotros, ese plan consiste en tres anclas para la misión: los santos sacerdotes, líderes equipados para la misión y la curia misionera. Estas anclas no solo guían el trabajo de la arquidiócesis, sino que incluyen un compromiso significativo al que todos están llamados a participar para lograr avanzar.

Santos sacerdotes

El ancla de los santos sacerdotes es el ancla fundamental de la misión de la arquidiócesis. El enfoque de esta ancla es el crecimiento continuo en la caridad, la intimidad con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo para nuestros sacerdotes (y obispos, ¡ya que ellos también son sacerdotes!). Muchas iniciativas pretenden ayudar a los sacerdotes a crecer en el liderazgo organizativo, prácticas empresariales, en la predicación e incluso en la evangelización, pero quedan fuera del ámbito de esta ancla. Esta ancla no tiene nada que ver con otra cosa que no sea eliminar obstáculos y crear oportunidades para que nuestros sacerdotes sigan creciendo en la relación más importante de su vida.

¿Por qué?

Puede parecer bastante obvio que los sacerdotes desempeñan un papel integral en el ministerio de la Iglesia Católica en el norte de Colorado, pero merece la pena destacar lo importantes que son. La Iglesia se refiere a los sacerdotes como los colaboradores más cercanos del arzobispo. Tanto a los obispos como a los sacerdotes se les ha confiado el sagrado ministerio de santificar a los fieles celebrando los sacramentos, instruir al pueblo proclamando la Palabra de Dios y gobernar para construir el Reino de Dios. En un plano totalmente humano, también podemos constatar, y los datos lo avalan, que nada tiene mayor impacto en una comunidad que el sacerdote destinado a servir en ella. Si se quiere medir la asistencia a Misa, las donaciones, la participación en programas o las celebraciones sacramentales, en la mayoría de los casos cambiar de sacerdote cambia la parroquia para bien o para mal.

¿Qué puedes hacer tú para impulsar esta ancla?

El modo más importante de ayudar a nuestros sacerdotes a crecer en santidad es bastante sencillo: la oración y el ayuno. Podemos ofrecer oraciones por nuestros sacerdotes de diversas maneras: acordándonos de ellos en nuestras peticiones, ofreciendo Misas por ellos, rezando rosarios u otras devociones por ellos. Nuestras oraciones pueden cobrar aún más fuerza cuando nuestro amor por ellos nos mueve a ayunar. Del mismo modo que incluimos a nuestros sacerdotes en nuestras oraciones, también podemos incluirlos en nuestros ayunos. Ya sea que elijamos abstenernos de carne los viernes, ayunar de la tecnología, música en el camino al trabajo, o tal vez de abstenernos a un postre, todo esto trae bendiciones y gracias significativas a nuestros sacerdotes.

Si deseas tener una mejor perspectiva de esto, te recomiendo que aproveches la oportunidad de hablar con los padres de un sacerdote o seminarista. Me he sentido profundamente conmovido al conocer a varios padres de sacerdotes, todos los cuales han compartido la responsabilidad que sienten de tener siempre a sus hijos en oración por su protección, por su santidad y por el fruto de su ministerio. En la arquidiócesis de Denver, también tenemos un ministerio especial llamado Madres Espirituales, que reza activamente e intercede por los sacerdotes.

 

Estas anclas no solo guían el trabajo de la arquidiócesis, sino que incluyen un compromiso significativo al que todos están llamados a participar para poder avanzar”.

 

Líderes equipados para la misión

A diferencia del ancla de los santos sacerdotes, esta segunda ancla de misión es un ancla de igualdad de oportunidades y se centra en los obispos, sacerdotes, diáconos y (mi grupo favorito) los fieles laicos. Aunque esta ancla no discrimina ontológicamente (si estás ordenado o no), también es precisa. Aquí nos dirigimos a un tipo específico de formación llamada formación pastoral o apostólica. Tradicionalmente, la Iglesia habla de la formación en cuatro categorías. La formación intelectual nos ayuda a comprender nuestra fe; la formación espiritual nos ayuda a aprender a rezar y a crecer en la relación con Dios; la formación humana nos ayuda a crecer en virtudes; y la formación pastoral/ apostólica nos ayuda a realizar eficazmente la labor del ministerio. Es en esta última categoría en la que se centra el ancla de líderes equipados para la misión.

¿Por qué?

Efesios 4, 11-12 ha sido un tema común de oración entre el equipo de liderazgo misionero del arzobispo y en el sínodo arquidiocesano. En esos versículos, san Pablo explica que Jesús ha dado “los apóstoles, los pro- fetas, los evangelistas, los pastores y los maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio”. Al observar la arquidiócesis, es evidente lo mucho que el Espíritu Santo nos ha inspirado y bendecido, especialmente en las áreas de formación intelectual y espiritual. Sería una lástima que los tesoros que hemos recibido a través de nuestro estudio no se utilizaran también en la misión.

En esta era apostólica en la que nos encontramos, la Iglesia necesita líderes equipados para proclamar el Evangelio y compartir sus testimonios de la acción de Dios en sus vidas. Necesita líderes equipados para sanar corazones y huesos, personas que lleven a otros al perdón y les ayuden a integrar sus vidas según el plan de Dios para ellos. No basta con tener fe. La Iglesia nos llama a difundirla. Sabemos que necesitamos equipar a la gente para hacerlo.

¿Qué puedes hacer tú para impulsar esta ancla?

Recuerda que con la llamada universal a la santidad está la llamada universal a la misión. Cada uno de nosotros está llamado a participar a su manera en la misión de Jesucristo. Es nuestra responsabilidad descubrir quiénes somos en Cristo y vivir la misión para la que él nos creó. Si deseas aprender cómo extender mejor el ministerio de Jesús a los demás, mantente atento a las oportunidades en tu parroquia o a través de eventos patrocinados por la arquidiócesis. La Oficina de Evangelización y Ministerios de Vida Familiar está a punto de llegar a 1,000 personas con sus talleres de evangelización; el programa B.A.S.I.C. capacita a estudiantes de preparatoria para crecer en el ministerio y el liderazgo; en el otoño se lanzará una Escuela de Ministerio de Encuentro; y habrá varios retiros de sanación en el Centro de Sanación San Juan Pablo II. ¡Aprovecha estas oportunidades y entra en misión!

Al observar la arquidiócesis, es evidente lo mucho que el Espíritu Santo nos ha inspirado y bendecido, especialmente en las áreas de formación intelectual y espiritual”.

Curia Misionera

Se podría decir que ésta es el ancla más “interna”, pero como líder de esta, ¡te aseguro que es de gran importancia! La “curia” son las personas que ayudan al arzobispo a gobernar la arquidiócesis. La mayoría de las veces, la gente nos llama simplemente “la arquidiócesis” o “la cancillería”, pero nosotros preferimos “centro pastoral”. El anclaje de la curia misionera incluye los esfuerzos del centro pastoral por reformar su propia cultura, estructura y modos de funcionamiento para posicionarse mejor en el avance de los anclajes de la misión mencionados. Este puede ser el ancla más emocionante porque conlleva el mayor riesgo. Admitámoslo: las curias (u oficinas) diocesanas no son precisamente conocidas por marcar tendencias. Pero estamos en una era apostólica. El centro pastoral no puede ser la única parte de nuestra Iglesia anclada en la cristiandad. Así que, en resumen, estamos renovando.

¿Por qué?

En realidad, la curia no es más que una extensión del arzobispo. Su responsabilidad en el gobierno de la arquidiócesis es orientar la acción pastoral, supervisar la administración y ejercer el poder judicial. El problema es que hay casi 150 localidades que supervisar y más de 100 párrocos que pastorean comunidades parroquiales. Un solo hombre, por santo, brillante o ambas cosas, no puede hacer todo ese trabajo por sí solo. Por eso, un grupo de personas, clérigos y laicos, ayudan al arzobispo en estos asuntos. Un rey tiene su corte, y un obispo su curia. Puesto que somos una extensión de él, principalmente en apoyo a nuestros sacerdotes y comunidades parroquiales, es muy importante que nuestros esfuerzos reflejen la misión que hemos recibido de Cristo.

¿Qué puedes hacer tú para impulsar esta ancla?

Al igual que el ancla de los santos sacerdotes, siempre nos vendrán bien tus oraciones para esta transición. Sin embargo, de forma concreta, me gustaría señalar que estoy a punto de celebrar mi décimo aniversario laboral en octubre como miembro de la curia arquidiocesana. Puedo decir sin dudarlo que sigue siendo un lugar maravilloso para trabajar. Si te sientes llamado a servir al Señor de manera significativa, consulta nuestras posiciones vacantes en archden.org/careers. ¡Podríamos utilizar tus dones y te prometo que también será una bendición para ti!

Por favor, lleva estas anclas de misión a la oración. Pregúntale al Señor cómo puedes ayudar a hacerlas avanzar. La verdad es que te necesitamos, y en la arquidiócesis de Denver ¡TÚ IMPORTAS para la misión de Jesús!

 

 

Este artículo ha sido traducido y adaptado del original en inglés por el equipo de El Pueblo Católico.

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