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miércoles, abril 16, 2025
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¿Por qué necesitamos la Cuaresma? Consejos de san Benito

Por Jared Staudt

La Cuaresma no debería ser necesaria. Al menos, eso es lo que pensaba san Benito de Nursia, el gran padre de los monjes.

Jesús nos ordenó negarnos a nosotros mismos y tomar nuestra cruz diariamente. En respuesta, Benito pensó que todo el año debería ser cuaresmal por naturaleza, un tiempo de penitencia y renovación. Incluso hizo de la conversión uno de sus tres votos junto con la estabilidad y la obediencia. Sin embargo, lamentó el hecho de que debido a nuestra debilidad generalmente no tenemos la fuerza para ello. Necesitamos un tiempo de renovación para deshacernos de nuestra negligencia y comenzar a tomar la cruz de nuevo. Si no hacemos un espacio premeditado en el calendario cada año, puede que se nos olvide por completo.

La Cuaresma nos ofrece la oportunidad de recuperar nuestro descuido espiritual y regresar con renovado vigor a las prácticas centrales de la vida espiritual. Así es como san Benito describió la práctica de la Cuaresma en el monasterio en el capítulo 49 de su Regla:

Aunque la vida del monje debería tener en todo tiempo una observancia cuaresmal, sin embargo, como son pocos los que tienen semejante fortaleza, los exhortamos a que en estos días de Cuaresma guarden su vida con suma pureza, y a que borren también en estos días santos todas las negligencias de otros tiempos. Lo cual haremos convenientemente, si nos apartamos de todo vicio y nos entregamos a la oración con lágrimas, a la lectura, a la compunción del corazón y a la abstinencia. Por eso, añadamos en estos días algo a la tarea habitual de nuestro servicio, como oraciones particulares o abstinencia de comida y bebida, de modo que cada uno, con gozo del Espíritu Santo, ofrezca voluntariamente a Dios algo sobre la medida establecida, esto es, que prive a su cuerpo de algo de alimento, de bebida, de sueño, de conversación y de bromas, y espere la Pascua con la alegría del deseo espiritual.

En la mente de san Benito, el núcleo de la Cuaresma consiste en abandonar nuestros malos caminos y nuestro apego a las cosas que nos distraen de Dios o nos llevan al pecado. Es difícil hacer eso en sí mismo, por lo que debemos abrazar la penitencia para erradicar este mal y participar en buenas prácticas para ocupar su lugar. Además de negarnos cosas como la comida y el sueño, a san Benito también le gustaría que agregáramos tiempo adicional para la oración y la lectura espiritual. Esto nos ayudará a esperar la llegada de la Pascua con mayor expectativa.

Por lo tanto, san Benito recomienda dos formas principales de hacer una buena Cuaresma. La primera implica un mayor ayuno, y la segunda se refiere a la lectura espiritual.

En el capítulo 41 de la Regla, especifica cómo deben participar los monjes en el ayuno cuaresmal. En la época de san Benito, toda la Iglesia adoptó un ayuno de una comida diaria sin carne, productos animales, aceite o vino. Él deseaba que sus monjes comieran sólo una vez al día durante gran parte del año, pero especificó, como era común, que esta única comida debería tener lugar cerca de la tarde durante la Cuaresma: “Durante la Cuaresma, hasta Pascua, comerán al atardecer. Las vísperas, con todo, han de celebrarse de modo que para comer no tengan necesidad de la luz de una lámpara, sino que todo se acabe todavía con la luz del día”. En el invierno, los monjes se van a dormir más temprano con la puesta del sol y luego se levantan en medio de la noche para comenzar el Opus Dei, la Obra de Dios, que realizan a través del canto de los salmos y otras lecturas de la Biblia en la Liturgia de las horas.

En segundo lugar, en el capítulo 48, Benedicto describe cómo los monjes deben participar en la lectura espiritual adicional. La práctica de la lectio divina, la lectura orante de la Escritura y otros libros sagrados forma un componente esencial de la vida monástica. Mientras leen el texto lenta y cuidadosamente, los monjes meditan sobre él, lo utilizan como base de una respuesta de oración a Dios y lo dejan hervir a fuego lento en silencio contemplativo. Durante la Cuaresma, el tiempo adicional debe permitirles dedicarse a un libro entero, dice Benedicto: “En los días de cuaresma desde el amanecer hasta las nueve se dedicarán a sus lecturas, y después hasta las cuatro trabajarán en lo que se les mande. En esos días de cuaresma reciba cada uno un libro de la biblioteca, que se leerá entero y por orden. Dichos libros se entregarán al inicio de la cuaresma”. El tiempo sagrado de conversión debe ser un tiempo de inmersión en la sabiduría de los santos que da vida adicional para animar el ayuno y las penitencias realizadas.

Puede que no seamos monjes, pero las advertencias de san Benito también se aplican en gran medida a nosotros. Dios nos da este tiempo sagrado como un tiempo para compensar la pereza en la que hemos caído el resto del año. Podemos seguir su doble enfoque: por un lado, ayunar más y hacer penitencia, levantándonos más temprano para orar, reduciendo la cantidad de comida que comemos y, por otro, dedicándonos a la lectura sagrada, sintonizando nuestra mente con Cristo y permitiendo que su Espíritu nos impregne, preparándonos para entrar en su vida resucitada.

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