San Maximiliano Kolbe, un sacerdote capuchino polaco, es conocido por su profundo amor hacia María y la Eucaristía. Fundador de la Milicia de la Inmaculada, Kolbe predicó la devoción a Jesús a través de María y animó a los fieles a acercarse a nuestra Santísima Madre, quien solo los conduciría más cerca de Cristo, verdaderamente presente en la Eucaristía.
El valiente sacerdote ministró en el apogeo de la Segunda Guerra Mundial, desafiando el régimen nazi para difundir el evangelio y la devoción mariana. Finalmente, fue capturado y enviado al campo de concentración de Auschwitz.
En medio de una profunda oscuridad, mal y sufrimiento, san Maximiliano Kolbe fue una humilde luz de Cristo. Sirvió a los prisioneros fielmente, rezando con ellos, cantando himnos y exhortándolos a mantener la esperanza, a pesar de sus sombrías circunstancias.
Un día, Franciszek Gajowniczek fue seleccionado para morir de hambre, destinado a ser enviado a un búnker para morir. Se desplomó llorando, rogando por su vida y clamando por su familia. San Maximiliano Kolbe se adelantó y se ofreció a si mismo para tomar su lugar. Así como Jesús murió por su pueblo, san Kolbe se ofreció para morir por su hijo espiritual en Auschwitz.
En lugar de caer en la desesperación en el búnker de hambre, san Maximiliano Kolbe y los prisioneros podían ser escuchados cantando himnos de alabanza a Dios y rezando los salmos y el rosario.
El último en sobrevivir después de acompañar a sus hijos espirituales en su camino hacia el Padre, san Maximiliano Kolbe fue llevado para ser ejecutado por inyección letal. Sus dos semanas en el búnker fueron demasiado para las autoridades nazis.
Así, este gran santo dio su vida como un «mártir de la caridad», sacrificándose a si mismo para que otros pudieran vivir. Tomando literalmente las palabras de Cristo, san Maximiliano Kolbe mostró el mayor amor: «Nadie tiene mayor amor que este, que dar la vida por sus amigos» (Jn 15:13).
Mientras celebramos su fiesta hoy, ¡recoge algo de sabiduría del gran testigo del siglo XX en caridad, coraje y fidelidad a través de sus propias palabras!
«Si los ángeles pudieran sentir celos, estarían celosos de una cosa: la Eucaristía».
«Dios mora entre nosotros en el Santísimo Sacramento del altar».
«Nunca temas amar demasiado a la Santísima Virgen María. No hay forma de amarla más de lo que Jesús la amó».
«La oración es poderosa más allá de los límites cuando nos dirigimos a la Inmaculada que es Reina, incluso del corazón de Dios».
«Un simple acto de amor hace que el alma vuelva a la vida».
«Por Jesucristo, estoy preparado para sufrir aún más».
«El veneno más mortal de nuestro tiempo es la indiferencia».
«La Cruz es la escuela del amor».
«Nadie puede cambiar la verdad. Lo que podemos y debemos hacer es buscarla, hallarla y servirla cuando la hayamos encontrado».
«Hijos míos, amen a la Inmaculada; amenla y ella los hará felices, confíense a ella totalmente».
