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viernes, abril 18, 2025
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Presidente de la universidad Regis se reúne con papa Francisco en Roma

Por Salvador D. Aceves
Presidente de la universidad Regis

A principios de este verano, tuve el inmenso privilegio de reunirme con su Santidad el papa Francisco en el Vaticano. El papa Francisco es un ser humano extraordinario, una persona de profunda compasión y una amplia visión, y conocerlo me conmovió profundamente. El encuentro fue parte de un seminario en Roma patrocinado por la Asociación de Colegios y Universidades Católicas (ACCU, por sus siglas en inglés). El programa invita a los presidentes de universidades y otros líderes a explorar el legado intelectual y espiritual de la Iglesia Católica y a fortalecer y promover la misión de la educación superior católica.

Desde mi regreso, casi todas las personas con las que hablo quieren saber cómo fue el encuentro con el papa Francisco. Me preguntan qué dijo y qué había en mente y en su corazón. Les cuento que fui testigo de alguien con un espíritu inspirador y humilde, un hombre profundamente preocupado por los pobres. Compartió su compromiso a la educación que conecta la mente con el corazón y las manos. Reflexiono sobre su profunda creencia en la importancia de la oración, para él, la iglesia y el mundo. Y recuerdo con ternura cómo nos reunió a nosotros, un grupo de educadores que buscamos sabiduría sobre cómo guiar a nuestras comunidades en casa, para orar juntos.

En las semanas desde mi regreso a Denver, sigo pensando en ese momento y en una pregunta que se me hizo una y otra vez durante mi visita a Roma: ¿Cuál es el papel de la Iglesia en un mundo acosado por el conflicto y la oscuridad, pero también con una increíble abundancia y con grandes oportunidades? Esta pregunta no es solo para que yo la reflexione, sino para que todos participemos y encontremos respuestas juntos.

El papa Francisco no pasa por alto las divisiones y dolores reales que experimentamos en nuestro mundo; nosotros tampoco podemos hacerlo. Necesitaremos vías para que la información, las ideas y el diálogo fluyan entre y a través de nosotros. El papa Francisco adopta un enfoque colaborativo que promueve la misión viva de la Iglesia como una responsabilidad que todos compartimos.

He invitado a los miembros de nuestra comunidad de Regis a participar en estas conversaciones, pero creo que esta invitación podría extenderse más allá de nuestro campus. Deberíamos pensar en tener discusiones más amplias que apunten a enfrentar mejor nuestro mundo juntos, investigar las heridas de nuestro mundo e imaginar formas de marcar una diferencia. Podemos encontrarnos con desafíos que requieran que actuemos, hablemos y seamos parte de la solución a los retos. No será fácil, pero creo que podemos forjar maneras de construir un mundo más justo y humano precisamente si nos relacionamos abiertamente y con empatía, dando forma a nuestro futuro en solidaridad.

Mi encuentro con el papa Francisco me ha afectado profundamente y ha despertado un deseo de ser un catalizador para la reflexión y la acción dentro de nuestra comunidad. Esto también me ha llevado a reflexionar y pensar sobre nuestra relación con la Iglesia Católica y todas las comunidades religiosas que nuestra comunidad representa, preguntándome cómo podemos trabajar juntos para construir nuestro mundo. Empecemos este viaje con el mismo espíritu de humildad y dedicación que encarna el papa Francisco, fomentando una comunidad donde la fe, la razón y la cultura se entrecruzan para inspirar un cambio significativo.

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