56.9 millones de bebés han sido abortados en Estados Unidos, desde que en 1973 la Corte Suprema decidió legalizarlo en el país. Son muchas mujeres que se enfrentan día a día con el dilema de defender la vida o desecharla. Sin embargo, Karen Burt, una joven madre dice que pese a lo que mucha gente dice, el aborto no es la solución. Y se lo dijo especialmente a otra joven adolescente embarazada, que se encontró con el dilema del aborto.
Publicamos aquí la carta de Karen Burt como un homenaje a todas aquellas mujeres -jóvenes y no tan jóvenes-, que a pesar de las muchas dificultades que enfrentan, tienen el coraje, la valentía y el amor para tomar la mejor decisión: amar a sus bebés y dejarlos vivir.
“Dale a tu bebé el regalo de la vida”
Mi nombre es Karen y soy una madre adolescente. Me acababa de graduar de la escuela secundaria y estaba lista para empezar el próximo capítulo de mi vida: principalmente conseguir “mi libertad”. Dos meses antes de empezar la universidad, me enteré que estaba embarazada; tenía 17 años. Al hacerme la prueba de embarazo, viví los tres minutos más largos de mi vida. Me dije a mí misma, mantén la calma, abrí los ojos y leí los resultados: “Embarazada”. Esa simple palabra cambió toda mi vida.
Pensé en la posibilidad de abortar para “resolver el problema”, ya que como algunos me decían, un bebé “podría arruinar tu vida”. Mi vida volvería a la normalidad, podría tener una gran vida en la universidad y nunca nadie lo sabría. Sin embargo, mientras contemplaba esta posibilidad, sabía que a pesar de que nadie podría ser capaz de notar algún cambio en mí -exteriormente-, en mi interior habría una gran diferencia. Una diferencia que no iba a ser capaz de olvidar nunca. Me destruiría y nunca volvería a ser feliz de nuevo, sabiendo lo que había hecho: deshacerme de mi hijo o mi hija.
Así que decidí que nunca tendría un aborto en mi vida. Ninguna presión, por más grande que fuera, o de la persona que fuera, me haría matar a mi bebé.
Sabía que mi familia estaba decepcionada de mí. Lo pude ver en sus rostros y en la forma en que actuaron. Sé que la gente hablaba de mí, que murmuraban diciendo que debería abortar, o dar al bebé en adopción, porque yo era sólo una adolescente irresponsable. Pero no me importó. En el fondo sabía que estaba haciendo lo mejor por mi bebé. Lo que mi familia y amigos pensaban de mí, no importaba en ese momento. Tenía que ser fuerte, pues ahora iba a traer una nueva vida al mundo.
En el preciso momento en que mi bebé fue concebido, me convertí en madre, siempre iba a serlo. Y aunque el embarazo no es una cosa placentera, estaba feliz de aceptarlo.
No hay palabras para describir la felicidad que experimenté cuando sentí la primera patadita; ver los dedos de sus manos y pies y su pequeña naricita en el ultrasonido, fue indescriptible; en una palabra, increíble. Había un ser humano creciendo dentro de mí. ¡Una nueva vida!
El día en que nació y lo colocaron en mis brazos, fue el día más feliz de mi vida.
Hoy puedo decir que soy una madre muy orgullosa, de un bebé de nueve meses lleno de vida y sonriente, llamado Matthew. Él es la mejor decisión que jamás haya podido tomar en mi vida. Matthew tiene ocho dientes que se pueden ver cuando sonríe, porque su sonrisa es grande. Ahora puede gatear tan rápido que apenas puedo seguir su ritmo. Cuando bostezo, él me imita entrecerrando sus ojos. Su juguete favorito, desafortunadamente, es el juguete del perro y no puedo comprender por qué le encanta tanto. Le gusta jalar todos los libros y las películas de los estantes y me mira y se ríe cuando lo hace; para él es el mejor juego, aunque para mí no tanto, ya que tengo que recogerlo todo. A la mayoría de los bebés no les gusta la hora del baño, a mi hijo le encanta. Le encantan también los camotes y detesta las alverjitas, prácticamente suspira cuando prueba la fruta fría. Aunque a veces puede ser exigente, lo amo más que a nadie en este mundo.
Admito que he pensado en lo que mi vida hubiera sido si es que no hubiera quedado embarazada. Pero si tuviera la oportunidad de cambiar el día en que el fue concebido, no lo haría. Nunca me he arrepentido de haber elegido el no abortar a mi hijo y no podría imaginar mi vida sin él.
El aborto no es la respuesta. No puede “resolver tu problema”. Sólo te causará otro emocionalmente. El aborto no va a hacer que el bebé se vaya, al menos no de tu corazón. Él o ella siempre serán tu hijo o tu hija.
Te animo a optar por ti misma, a criar a tu bebé o darlo en adopción. La adopción es una buena alternativa. No hay vergüenza en admitir que no puedes criarlo tú misma. Esto no te hace una mala madre. Te hace valiente, fuerte y especialmente bondadosa, porque estás poniendo sus necesidades antes que las tuyas al decidir dejarlo(a) con otra familia. Se necesita mucho coraje para elegir la adopción y quiero decirte que si eliges la adopción, eres increíble. Pon las necesidades de tu bebé antes de las tuyas. Haz lo mejor para tu bebé, no para ti. El aborto nunca será lo mejor para tu bebé.
La razón por la que te estoy escribiendo es simple. Quiero decirte que pienso que eres fuerte y valiente. No importa lo que los demás digan, yo te aseguro que tú puedes hacerlo. No estás sola. Yo he sentido el miedo que tu haz sentido y he pensado cada pensamiento que está pasando por tu mente. He experimentado la ira de sentir que la vida ha terminado. Que este bebé va a arruinar tu vida. Pero por experiencia te puedo decir que un bebé no la arruinará. Un bebé sólo puede mejorarla.
El día en que quedaste embarazada te convertiste en madre. Eres responsable de lo que le suceda a tu bebé. Sé valiente y defiende su vida. Nadie más puede tomar la decisión de lo que le sucederá a él o a ella por ti, porque al final del día, ellos no tienen que vivir con la decisión, pero tú sí. Te recomiendo profundamente que pienses en el pequeño bebé que está dentro de ti. Se te ha dado el regalo de una nueva vida. El regalo de un niño. A pesar de que tú no planeaste quedar embarazada, acéptalo. Dale a tu bebé el mejor regalo que cualquier mujer le puede dar. Dale a tu bebé el regalo de la vida.