Por el diácono Marc Nestorick
Cuando llega el duelo, rara vez lo hace con suavidad. La casa se siente vacía, las palabras se atoran en la garganta y el silencio suena más fuerte que la oración.
En esas horas frágiles, de Colorado (CFCS, por sus siglas en inglés) da un paso al frente, no solo para encargarse de los servicios funerarios, sino para llenar el vacío de la pérdida con fe, esperanza y la presencia consoladora de la Iglesia.
Un ministerio con historia y compasión
CFCS es un ministerio sin fines de lucro de la Arquidiócesis de Denver que ha acompañado a las familias por más de 130 años. Su misión comenzó en 1891, cuando el obispo Joseph Machebeuf, primer obispo de Denver compró un terreno al oeste de la ciudad para establecer lo que se convertiría en el cementerio católico Mount Olivet en Wheat Ridge. El primer entierro se celebró el 25 de septiembre de 1892, un momento sagrado que marcó el inicio de un ministerio que continúa hasta hoy.
Desde aquel día hasta los más de 150,000 entierros realizados desde entonces, Mount Olivet ha permanecido como un signo de esperanza, fe y la promesa de la resurrección. Hoy, CFCS continúa esta misión mediante servicios funerarios, cementerios, cremación, programas de planificación anticipada y acompañamiento en el duelo, ofreciendo a las familias una atención integral y profundamente católica.
En una sociedad que suele evitar hablar de la muerte, CFCS invita a las familias a hacerlo con valentía, fe y amor, ayudándolas a planificar no solo para aliviar las cargas prácticas, sino para enraizar cada decisión en la comprensión católica de la persona humana, del entierro sagrado y de la esperanza en la vida eterna.
Historias que hablan de fe y cuidado
Detrás de cada obituario hay una familia, una historia y un momento de dolor. En esos momentos, el ministerio de CFCS se convierte en fuente de paz.
“El personal fue muy profesional e hizo un trabajo excelente. La Misa fúnebre fue hermosa y la recepción después del funeral fue un consuelo”, compartió una familia. “Esto es lo que Jesucristo querría para las familias que han perdido a sus seres queridos”.
“La asesora familiar no apresuró el proceso en ningún momento. Nos dio tiempo para hablar, respondió todas nuestras preguntas y fue completamente profesional”, escribió otra familia.
Estas palabras de gratitud son más que simples comentarios: son testimonios de acompañamiento. Reflejan lo que sucede cuando el dolor se encuentra no con un trámite, sino con un ministerio; cuando las familias no solo reciben atención profesional, sino el consuelo de hermanos en la fe que caminan con ellas hacia la luz de Cristo.
El cuidado de Cristo en medio del dolor
CFCS atiende no solo el qué de los ritos funerarios, sino el por qué. Para los católicos, la muerte no es el final, sino el paso hacia la resurrección. Una Misa fúnebre bien celebrada, un entierro reverente, las oraciones por los difuntos y los gestos litúrgicos proclaman que el amor vence incluso a la muerte.
Esa fe no elimina el dolor, pero le da un horizonte de esperanza.
CFCS encarna esa esperanza en cada detalle: desde el tono reverente de las capillas hasta el manejo respetuoso de las cenizas según la enseñanza de la Iglesia, pasando por los programas de apoyo en el duelo. Las familias que cruzan sus puertas no son tratadas como clientes, sino como hijos confiados al cuidado de la Madre Iglesia.
Acompañar en el camino
Cuando una familia contacta a CFCS en su hora de necesidad, encuentra mucho más que horarios o servicios. Encuentra un corazón que escucha y una guía compasiva a través del ritmo sagrado de la vigilia, la Misa fúnebre, el entierro y el acompañamiento posterior.
La Iglesia ofrece su oración y su consuelo. CFCS pone los medios concretos para que ese cuidado espiritual tome forma.
Este ministerio también se extiende a la planificación anticipada, un acto de mayordomía espiritual que permite a las familias expresar su fe y su amor antes de que llegue la muerte. Lejos de ser un gesto de miedo, planificar desde la fe es un acto profundo de confianza en la promesa de la vida eterna.
Tierra sagrada, esperanza sagrada
El cementerio católico Mount Olivet sigue siendo el corazón de este ministerio. Por generaciones, las familias han depositado allí a sus seres queridos bajo sus majestuosos árboles y su cielo abierto, confiadas en la promesa de la Iglesia:
“Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él” (Romanos 6, 8).
El cementerio es un lugar donde el dolor se encuentra con la fe, donde las familias regresan a orar y donde la comunidad se reúne cada año para honrar a los fieles difuntos.
Es tierra santa, un recordatorio tangible de que no pertenecemos solo a este mundo, sino a la comunión de los santos.
Una fe que perdura
Perder a un ser querido nunca es fácil. CFCS no niega el dolor del duelo ni ofrece promesas vacías; en cambio, lleva el bálsamo de la fe, esa fe que nos recuerda las palabras de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11, 25).
Al ofrecer un ministerio enraizado en la fe, la tradición y la compasión, Servicios Funerarios y Cementerios Católicos de Colorado transforma el vacío de la pérdida en un lugar de encuentro —con Cristo, con la Iglesia y con la promesa de la vida eterna.
“Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados” (Mateo 5, 4).
Cuando el dolor se encuentra con los brazos consoladores de la Iglesia, encarnados en el ministerio de CFCS, el vacío de la pérdida deja de ser hueco. Se llena de fe, acompañamiento y la certeza eterna de que, en Cristo, la muerte no tiene la última palabra.
Servicios Funerarios y Cementerios Católicos de Colorado acompaña a las familias de toda la arquidiócesis de Denver a través del cementerio Mount Olivet en Wheat Ridge, el cementerio St. Simeon en Aurora y sus servicios funerarios y ministerios pastorales.
Para más información, visita: cfcscolorado.org.

