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Llamados por Dios para servir

La Basílica Catedral de la Inmaculada Concepción, en Denver, fue el hermoso escenario donde se llevó a cabo la ceremonia de ordenación de seis nuevos Diáconos, el pasado sábado 23 de Agosto. El Arzobispo de Denver, Mons. Samuel J. Aquila presidió la ceremonia de ordenación en la que los seis ordenandos compartían algo en común: todos son inmigrantes, provenientes de México y tienen como lengua natal el español.

Amigos y servidores

Fue precisamente en español que el Arzobispo se dirigió a ellos, durante la homilía, para agradecerles el haber dicho “Sí” al servicio de Cristo; recordándoles que ellos “han sido llamados desde la eternidad… para servir al Señor como diáconos”. “Un diácono es un servidor”, continuó el Arzobispo. “Los diáconos reciben la imposición de las manos, no para el sacerdocio sino para el ministerio. Esta única vocación es su tesoro”, agregó Mons. Aquila, quien explicó que los diáconos “no son sacerdotes o casi sacerdotes. Son diáconos que quieren ser como Cristo, el servidor. Ellos están configurados con Cristo siervo, y servirán en la sagrada liturgia… también llevarán alimento a los hambrientos, pero sobre todo, esperanza a los que sufren”.

Más adelante, el Arzobispo les hizo ver que también son ahora “amigos” de Dios, porque se han ganado su confianza.

Para la comunidad hispana

Durante la ceremonia bilingüe, cada uno de los candidatos fue llamado por su nombre, y al responder “Presente”, ratificaron su compromiso de estar ahí para la Iglesia y para cada una de las comunidades en las que servirán. Según el Arzobispo de Denver, la labor de los nuevos diáconos estará orientada principalmente a la comunidad hispana, que es “una parte muy importante de nuestra arquidiócesis, y por quienes hay tanto que hacer”.

Visiblemente emocionados, los seis candidatos subieron al altar y expresaron su intención de ser ordenados oficialmente diáconos y llevar con humildad su ministerio. Luego, de forma individual, se acercaron al Arzobispo y le prometieron respeto y obediencia a él y a sus sucesores. Siguiendo el rito de ordenación, se postraron ante el altar, para recibir la guía del Espíritu Santo, mientras los presentes les acompañaban en oración. Acto seguido, cada uno recibió la estola que los invistió como nuevos ministros del diaconado. También recibieron el Libro de los Sagrados Evangelios, porque son llamados a ser mensajeros de la palabra de Jesucristo. “Crean, enseñen y practique lo que aquí leen”, les exhortó el Arzobispo Aquila. Posteriormente, los nuevos ordenandos recibieron el abrazo y beso fraternal de sus hermanos diáconos.

Un momento significativo fue cuando todos en oración pidieron a la Virgen de Guadalupe, para que proteja a los nuevos diáconos, y les ayude a ser hombres valientes.

Amor a sus familias

En la ceremonia, el Arzobispo Aquila agradeció a las familias, y muy especialmente, a las esposas de los nuevos diáconos por su apoyo y sacrificio para que pudieran llegar a ordenarse.

María Guerrero, esposa del diacono Antonio Guerrero, dijo sentirse muy orgullosa de su esposo y muy feliz de estar acompañados por toda la familia. “El orar juntos nos ayudó y fortaleció para aceptar la vocación de mi esposo para este ministerio”.

Volver a nacer

“Recibir el diaconado fue para mí realmente como volver a nacer, pero ahora con la certeza de emprender la labor que Dios me ha encomendado, de servir a su pueblo”, compartió con El Pueblo Católico, el nuevo diácono Mario Vielma. “Agarrado de la mano de Dios, apoyado en Maria Santísima y guiado por el Espíritu Santo, quiero servir, no solamente en mi parroquia, sino en todo el pueblo de Dios”.

Además del diácono Vielma, fueron también ordenados Arturo Araiza Olivar, Roberto Cuevas Cabrera, Antonio Guerrero Chávez, Pedro Mota Flores y José Antonio Rodríguez Arellano. Los seis forman parte del grupo de formación “San Juan Diego” y estudiaron durante 5 años en la Escuela de Teología para Diáconos de la Arquidiócesis de Denver.

¿Qué significa el diaconado?

El orden del diaconado, según lo afirma el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1554 está destinado a ayudar y a servir a los obispos y a los presbíteros. Por eso, el término “sacerdote” se refiere en nuestros días a los obispos y a los presbíteros, pero no a los diáconos. Sin embargo, la doctrina católica establece que el grado de diaconado es un grado de servicio, que viene establecido desde el tiempo de los apóstoles, como lo atestigua el pasaje del sexto capítulo de los Hechos de los apóstoles, así como en lo expresado por el Apóstol San Pablo en su carta a Timoteo: “También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios, que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura. Primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos.” (1 Tim. 3, 8-11) Con el tiempo el diaconado se convirtió en un paso transitorio en el camino al sacerdocio. Pero fue restaurado como un ministerio permanente por el Papa Pablo VI en el año 1967, como resultado del Concilio Vaticano II.

La palabra “diácono” viene del griego diakonía, que significa “servicio”. Los diáconos pueden celebrar bautizos, bodas, velorios y funerales, e igualmente pueden predicar o distribuir la Eucaristía. Sin embargo, ellos no pueden consagrar la hostia, escuchar confesiones o realizar la unción de los enfermos. Actualmente son  180 diáconos permanentes en la arquidiócesis de Denver, 135 de los cuales, están activos.

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