El próximo 16 de mayo el Erik Vigil será ordenado sacerdote en la catedral Immaculate Conception de la Arquidiócesis de Denver junto con otros cuatro diáconos.
Erik es el mayor de cuatro hermanos. Nació en Calvillo, una localidad de casi 60.000 habitantes ubicada en el estado de Aguascalientes, México. En sus 26 años se la ha pasado entre México y Estados Unidos.
Erik recuerda que con solo siete años asistía con su abuelo, que fue cristero, lo llevaba a misa de 6a.m. Yo tuve la inquietud de ser sacerdote desde muy pequeño”, confiesa. “Me enamoré de la parroquia, del sacerdocio, de cómo el sacerdote está relacionado con la gente, con los acólitos”.
El diácono comparte que su abuelo solía contarle la historia de los cristeros (1926 – 1929), que fueron los cristianos que lucharon contra las medidas que querían silenciar la libertad religiosa en México.
“Me dijo que detrás de la parroquia había un túnel que conectaba con las casas porque a los fieles se les prohibía ir a misa”, cuenta el futuro sacerdote. “Y yo no le creí nada, hasta que después comprobé que todas las historias que me contaba eran ciertas”.
“Me di cuenta de que muchos de mis antepasados sufrieron persecuciones y mucha gente dio su vida al testimonio por la fe”, y así persistía el anhelo por la vocación al sacerdocio.
Sin embargo, durante su juventud, la idea de entregarle su vida al Señor se fue evaporando por diferentes atractivos que en un momento le desviaron la mirada.
“Luego regresé a Estados Unidos y tuve un encuentro más cercano con Dios, un tú por tú y ahí le dije: «¿Qué quieres de mí?, ¿quieres que sea sacerdote?, ¿o quieres que me ofrezca a una vida pues diferente, una vida laica?»”.
“Y lo único que recuerdo fue que le dije: «te voy a decir que sí y tú vas a poner los medios»”.
Y así Erik ingresó al seminario. Una parte de su formación la realizó en Denver y otra en México. Una de las cosas que más valora de este tiempo “son los amigos” pues ellos son “la manera como encontré a Cristo”.
Aunque todavía desconoce la parroquia que le será asignada, Erik manifestó que desea trabajar con la comunidad hispana. “Tenemos una religiosidad popular inmensa y hermosa, pero necesitamos fundarla en una buena catequesis”, dice.
El futuro sacerdote está seguro de que la sangre que derramaron sus ancestros ha dado un buen fruto en su tierra: “Siempre me ha sorprendido el hecho de que donde hubo Cristeros hay vocaciones al por mayor. Mi parroquia en Calvillo tiene actualmente 14 seminaristas estudiando. (…) Y ahora tenemos el lujo de exportar vocaciones a otras partes de Estados Unidos y de México. Admiro mucho cómo sufrieron, cómo se entregaron por amor a Cristo. Ahora yo configurándome a Cristo como sacerdote, tengo una mayor exigencia y es la de dar un mayor testimonio”, concluye.