El revuelo mediático que rodea el “momento exclusivamente gay” en la última película de Disney La bella y la bestia, fue precisamente eso, un revuelo. Si bien hay algunas insinuaciones, tipo guiños y saludos, no es el tremendo escándalo de inmoralidad que muchos temían.
Durante toda la película, es claro que el personaje de LeFou realmente admira a Gastón (así como en la película original). Es un poco extravagante; hay algunas bromas. En la parte donde los aldeanos asaltan el castillo, el armario les avienta vestidos a unos cuantos hombres, que terminan vestidos de mujer (lo que también pasa en la original). Y luego al final, se ve bailar a LeFou con una mujer, y después de eso, con el hombre al que antes se había visto en la película disfrutando del vestido.
Es cierto que hay una pequeña insinuación. Esa clase de bromas, no importa a qué género se refieran, es mejor dejarlas fuera de las películas infantiles. Pero no necesariamente corresponde a un ataque de agenda.
La película es muy entretenida, y vale la pena verla. Las mejores historias deben ser contadas más de una vez. Por eso la versión de 1991 de La bella y la bestia es un clásico de Disney. Recuerdo haberla visto una y otra vez desde pequeña. No sabía por qué la historia se quedó conmigo pero creo que tal vez por el hecho de que es una historia donde el amor redime todo, hasta las causas sin esperanza.
Los “refritos” [nuevas versiones] pueden ser un éxito o un fracaso. Mientras que la nueva versión de La Cenicienta de Disney en el 2015 le dio un nuevo sabor a la vieja historia, incluso centrándose en temas más profundos, La bella y la bestia fue casi igual a la película original.
Muchos aman la nostalgia, yo entre ellos. Muchos momentos de la película (especialmente la transformación de la Bestia, o la canción de Gastón) me regresaron a mi niñez.
Sin embargo, viéndola desde una perspectiva cinematográfica, la película es un poco insípida. No se puede comparar con la original, y dado que la original era tan buena, no era necesario agregarle nada extra para hacerla mejor; me refiero especialmente a algunos de los temas musicales que fueron agregados.
Las canciones fueron un poco pobres, a pesar de los talentosos miembros del elenco; fue como si ellos se hubieran puesto unos zapatos que les quedaron grandes, o por lo menos no tenían la misma magia que las voces del elenco original. Hubo mucha rigidez. En lugar de ver a “Belle”, se ve a Emma Watson recitando el guion de Belle. En vez de Lumiere, se siente a Ewan McGregor con un acento francés falso.
Aun así, es bueno verla. Los mismos temas de la producción original siguen allí: el amor verdadero, amor que se escoge libremente, amor como sacrificio, amor redentor.
Este film puede ser una oportunidad para iniciar una conversación con sus hijos -dependiendo de la que tengan-. La homosexualidad es algo de lo que no podrán esconderse; si ellos no ven la película, igual verán este tema en otro lado. Evitar el tema podría ser una manera de evadir a un tipo de personas que conocerán en el día a día.
Por otra parte, si sus hijos están en edad de tener este tipo de conversación, se puede usar esta película como punto de partida para discutir la hermosa enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad humana, y cómo aproximarse al tema de las personas con atracción al mismo sexo a través de la mirada católica.
Al hacer esto usted preparará a nuestra próxima generación de católicos a enfrentarse al mundo, involucrándose en él, a través de una discusión educada y reflexiva, así como a través del amor incondicional.