52.1 F
Denver
miércoles, noviembre 26, 2025
InicioConoce tu feOraciónGracia en medio del duelo: cómo la fe y la consejería abren...

Gracia en medio del duelo: cómo la fe y la consejería abren caminos de sanación

Por Lisa Smith, MA
St. Raphael Counseling, un ministerio de Caridades Católicas

Cuando enfrentamos la pérdida de alguien a quien amamos, el corazón suele luchar por comprender lo que parece imposible de soportar. En St. Raphael Counseling, un ministerio de Caridades Católicas, somos testigos cada día de ese espacio sagrado donde el dolor, el amor y la fe se encuentran en el corazón humano. Es ahí donde comienza la sanación y donde Dios nos recuerda, en silencio, que aun en la tristeza nunca estamos solos.

Hace poco, en una de nuestras clases psicoeducativas sobre el duelo, asistió una mamá soltera con lágrimas en los ojos. Su hija adolescente había muerto por suicidio y ella buscaba orientación para acompañar a su hijo sobreviviente en su duelo mientras intentaba sobrellevar su propio dolor.

Escuchó en silencio casi toda la clase, asintiendo de vez en cuando mientras hablábamos sobre la naturaleza del duelo, que no es algo que uno deba “superar”, sino un camino que se recorre con gracia, fe y compasión.

“No sé cómo ser fuerte para él”, dijo.

Al final de la clase, la madre compartió que se sentía más aliviada.

“No me había dado cuenta de cuánto necesitaba escuchar que no tengo que tener todas las respuestas”, dijo.

Ese es el milagro silencioso que ocurre en esos momentos. Cuando llevamos nuestro duelo a la luz de la fe y de la comunidad, se convierte en algo que podemos sostener juntos.

El duelo es, como dijo tan bellamente la escritora Jamie Anderson, “simplemente amor. Es todo el amor que quieres dar, pero no puedes. Todo ese amor no entregado se acumula en las esquinas de tus ojos, en el nudo de tu garganta y en ese hueco en tu pecho. El duelo es solo amor sin un lugar adónde ir”.

En St. Raphael Counseling, vemos esta verdad cada día. Las clases y los grupos de apoyo que ofrecemos para quienes enfrentan una pérdida no se tratan solo de entender la psicología del duelo, sino de redescubrir la presencia de Dios en medio de él. Invitamos a los participantes a ver que su duelo, aunque profundamente doloroso, es también una expresión profunda de amor.

Para muchos, las sesiones son su primer paso hacia la sanación. Algunos llegan poco después de una muerte, aún en estado de shock e incredulidad. Otros se unen meses más tarde, al darse cuenta de que el duelo permanece de formas sutiles. Hablamos de herramientas prácticas para sobrellevarlo, como mantener rutinas saludables, buscar el autocuidado y encontrar maneras de honrar la memoria de los seres queridos. Pero también nos quedamos con el misterio del sufrimiento y del amor, reflexionando sobre cómo Cristo mismo entró en la muerte para que esta nunca tuviera la última palabra.

Como católicos, creemos que la muerte no es un final, sino una transformación, un paso de esta vida a la comunión eterna con Dios. Esta fe no borra el dolor de la separación, pero llena nuestra tristeza de esperanza. Cuando los participantes y las familias comienzan a comprender esto, algo cambia. El duelo no desaparece, pero se vuelve parte de una historia más grande, sostenida en la misericordia de Cristo.

Un hombre asistió a un grupo de apoyo el otoño pasado y después compartió que las ideas comentadas le ayudaron a encontrar maneras significativas de honrar a su esposa durante las fiestas. Temía la temporada y no sabía cómo podría estar presente para sus hijos y nietos. Aunque fue difícil, encontró consuelo al crear un nuevo ritual familiar para recordarla, uno que se volvió especial para todos. Eso le recordó que el amor no termina, simplemente cambia de forma.

En muchos sentidos, esa es la esencia de lo que hacemos: ayudar a las personas a ver que el duelo no es un problema que deba resolverse, sino un camino sagrado que debe cuidarse. Honramos la historia de cada persona y la invitamos a encontrar a Dios en su dolor.

Durante este mes en que la Iglesia nos llama a recordar a los difuntos y a orar por las almas, muchos católicos se sienten movidos a reflexionar sobre la realidad de la muerte. Estas reflexiones pueden resultar incómodas, incluso evitadas. Sin embargo, como cristianos estamos invitados a enfrentar la muerte no con miedo, sino con fe.

Prepararnos para el final de la vida, ya sea el propio o el de alguien a quien amamos, no es una negación de la esperanza, sino un acto de amor y de paz. Permite que las familias tengan conversaciones sinceras, expresen perdón, compartan recuerdos y profundicen su confianza en la providencia de Dios.

En St. Raphael Counseling, nuestro ministerio busca acompañar a las personas en esos momentos tan delicados. Ya sea por medio de consejería individual, clases sobre el duelo o talleres parroquiales, caminamos con quienes lloran, ofreciendo apoyo psicológico y aliento espiritual.

Porque, al final, el duelo no se trata solo de pérdida. Se trata de amor, un amor que duele, un amor que permanece y un amor que, al final, nos conduce a casa con Dios.

+++

St. Raphael Counseling es un orgulloso miembro de la Red de Atención al Final de la Vida (EOLN, por sus siglas en inglés), un ministerio de la Arquidiócesis de Denver dedicado a ayudar a los católicos a enfrentar el final de la vida con fe, dignidad y esperanza. Para obtener más información sobre grupos de apoyo para el duelo, consejería o talleres parroquiales, visita www.straphaelcounseling.com.

 

 

Artículos relacionados

Lo último