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sábado, abril 19, 2025
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La evangelización es responsabilidad de todos

En las Misas del tiempo de Pascua tuvimos la bendición de escuchar las grandes obras del Espíritu Santo y las historias de evangelización contenidas en los Hechos de los Apóstoles. Al reflexionar sobre ese tiempo privilegiado, nos sentimos inspirados y desafiados a vivir a la altura de la fidelidad de la Iglesia primitiva. No podemos evitar ver las similitudes entre el tiempo de los apóstoles y el nuestro cuando recordamos la oposición a la que se enfrentaron. Ahora, como entonces, vivimos en un mundo hostil a Jesucristo y al evangelio, y estamos llamados a no acobardarnos ante esta realidad, sino a abrazar este momento apostólico. Estamos llamados a estar preparados para compartir el evangelio con todos aquellos que no han sido rescatados por nuestro Señor Jesucristo.

Aunque los relatos que recibimos en los Hechos de los Apóstoles ponen de relieve un gran heroísmo y una fe extraordinaria por parte de los primeros cristianos, estos no son los únicos medios por los que se difunde nuestra fe. Es poco probable que la mayoría de nosotros llegue a predicar frente una multitud, como lo hizo san Pedro, y que veamos cómo se añaden 3000 personas a la Iglesia en un solo día (Hechos 2,41). Sin embargo, todos tenemos la responsabilidad de compartir el mensaje del evangelio con los demás.

En la exhortación apostólica Evangelii gaudium (La alegría del evangelio) el papa Francisco comparte con nosotros un método sencillo de evangelización que, él dice, “nos compete a todos como tarea cotidiana” (EG 127). Lo describe de la siguiente manera:

“Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos. Es la predicación informal que se puede realizar en medio de una conversación y también es la que realiza un misionero cuando visita un hogar. Ser discípulo es tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino” (EG 127).

Estas oportunidades cotidianas son expresiones claves de una Iglesia que tiene una mentalidad apostólica. Aunque estos encuentros no sean tan extraordinarios como los que vemos en los Hechos de los Apóstoles, puedo asegurarles que son igual de eficaces si es el Señor quien actúa en nosotros y a través de nosotros.

A menudo subestimamos la necesidad que tienen las personas del amor, la fuerza y la presencia de Dios.

La mejor manera de descubrir su necesidad es a través de una conversación verdadera y del interés por su situación. A menudo, las personas con las que nos encontramos nos hablan de sus esperanzas y alegrías, e incluso de sus preocupaciones y dificultades. En esos momentos puede surgir la oportunidad de invitar al Señor a su situación a través de nuestro testimonio, aliento y oración. El papa Francisco escribe:

“A veces se expresa de manera más directa, otras veces a través de un testimonio personal, de un relato, de un gesto o de la forma que el mismo Espíritu Santo pueda suscitar en una circunstancia concreta. Si parece prudente y se dan las condiciones, es bueno que este encuentro fraterno y misionero termine con una breve oración que se conecte con las inquietudes que la persona ha manifestado. Así, percibirá mejor que ha sido escuchada e interpretada, que su situación queda en la presencia de Dios, y reconocerá que la Palabra de Dios realmente le habla a su propia existencia” (EG 128).

Como católicos enraizados en Cristo y llenos del Espíritu Santo, anhelamos difundir la misión de Jesús y dar fruto para que todos puedan encontrar a Cristo resucitado y recibir la vida eterna. Estoy agradecido por este sutil método de evangelización que nos enseña el papa Francisco y también estoy agradecido por todas las formas en que Jesús nos enseña a dar fruto en esta era apostólica.

Es precisamente a través de la Colecta Anual del Arzobispo, que inició hace poco, que la arquidiócesis puede apoyar a tantos ministerios. Estos ministerios ayudan tanto a los fieles como a los no creyentes a encontrar a Cristo y arraigarse en él, a difundir su misión y a dar fruto para el Reino. Le ruego que considere la posibilidad de donar a la colecta para apoyar estos esfuerzos que el Señor está suscitando y bendiciendo en nuestra arquidiócesis. Estoy muy agradecido por su generosidad.

Por último, animo a todos los fieles a leer los números del 127 al 129 de la exhortación Evangelii gaudium del papa Francisco. Dejen que las palabras del papa Francisco sean un reto para ustedes y reflexionen sobre la misión que Jesús les ha encomendado. Todos tenemos la responsabilidad de evangelizar. Debemos recordar que Jesús, al ascender al cielo, nos ha dado el don más precioso: el Espíritu Santo, que no solo nos hace responsables, sino que nos capacita para llevar a cabo esta gran tarea para gloria del Padre.

La Colecta Anual del Arzobispo provee fondos para más de 40 iniciativas educativas, caritativas y pastorales que ofrecen esperanza, sanación y consuelo a nuestro prójimo. Como miembros de una misma Iglesia, nuestra misión es servir a nuestro prójimo con esperanza, fortaleza y consuelo. Para hacer una donación visite archden.org/give/donar.

Arzobispo Samuel J. Aquila
Arzobispo Samuel J. Aquila
Mons. Samuel J. Aquila es el octavo obispo de Denver y el quinto arzobispo. Su lema es "Haced lo que él les diga" (Jn 2,5).
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