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miércoles, abril 16, 2025
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Orando por nuestros sacerdotes: 12 maneras de apoyar espiritualmente a nuestro clero

Por Opus Angelorum

¡Nuestros sacerdotes necesitan nuestro apoyo! Aunque necesitan líderes preparados para estar en misión con ellos, lo que más necesitan son nuestras oraciones. La respuesta a esta necesidad no es una oración particular o una forma específica de oración, sino la oración frecuente y los sacrificios por nuestros sacerdotes y su santidad.

Aquí tienes 12 ideas para apoyar espiritualmente a nuestros padres espirituales, provenientes de Opus Angelorum, un movimiento católico internacional que busca promover «una colaboración más consciente con los santos ángeles en la vida diaria para la salvación personal, la salvación de las almas y la santificación de los sacerdotes», según el sitio web de la organización.

  1. “Adopta” o reza por un sacerdote u obispo en particular que encuentres especialmente desafiante en lugar de uno que te guste. Esto requiere un sacrificio mayor y, por lo tanto, nos formará en el amor desinteresado de Cristo, siendo más meritorio y eficaz. Nuestra caridad es como una cadena, tan fuerte como su eslabón más débil. Al trabajar en nuestros “eslabones débiles” de caridad, nosotros mismos creceremos y contribuiremos más a la edificación del Cuerpo de Cristo, la Iglesia.
  2. Reza especialmente por los sacerdotes recién ordenados. Son como plantas jóvenes en el jardín: tiernos y necesitados de cuidados especiales. Su inmersión en el apostolado, su falta de experiencia, aislamiento y, a veces, desilusión son especialmente dolorosos al inicio de su ministerio. Un estudio informó que entre el 10 y el 15 por ciento de los sacerdotes americanos abandonan el sacerdocio dentro de los cinco años siguientes a su ordenación.
  3. Ofrece una parte de tus sufrimientos por los sacerdotes, ya sea enfermedad, dificultades, noches sin dormir, una operación u otras incomodidades.
  4. Reza por las almas de los sacerdotes en el purgatorio, pidiéndoles que intercedan por sus compañeros sacerdotes en la tierra. Sería bueno obtener al menos una indulgencia plenaria a la semana por ellos. En general, las oraciones por las almas pobres que no pueden ayudarse a sí mismas son una gran obra de misericordia, a la que se adjunta una gran obra de misericordia adicional: cuando llegan al Cielo a través de nuestras oraciones, nunca olvidan rezar por nosotros, los pobres pecadores. A su gratitud, podemos recomendar y dirigir sus oraciones por los sacerdotes.
  5. Ofrece al menos un rosario al día por los sacerdotes. Cuando sea posible, reza el rosario en una Iglesia en la presencia del Santísimo Sacramento y con otros.
  6. Ayuna con prudencia y con la aprobación de un sacerdote o director espiritual para la santificación y conversión de los sacerdotes, especialmente para aquellos en estado de pecado mortal y en la influencia del demonio. Como Cristo mismo nos dijo, hay algunos demonios que solo pueden ser expulsados por oración y ayuno (ver Mc 9, 29). Y el papa san Juan Pablo II ha afirmado que “la oración y el ayuno son las armas principales y más eficaces contra las fuerzas del mal” (Evangelium Vitae, 100).
  7. Si dices la Liturgia de las Horas, ofrécela en reparación por todos los sacerdotes que han dejado de rezar su Oficio. Si no sabes cómo rezar la Liturgia de las Horas, considera aprender; es la oración oficial de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, en y con la Iglesia.
  8. Reza la Coronilla de la Divina Misericordia diariamente —o al menos cada viernes— a las 3:00 p.m., la hora de la misericordia, pidiendo a nuestro Señor que sea misericordioso con sus sacerdotes. El Señor reveló a santa Faustina que grandes gracias están asociadas con la oración a esta hora. Le dijo: “A la hora de las tres implora mi misericordia, especialmente por los pecadores; y aunque sea por un brevísimo momento, sumérgete en mi Pasión, especialmente en mi desamparo en momento de agonía. Esta es la hora de gran misericordia para el mundo entero. En esta hora, no le rehusare nada al alma que me lo pida por los méritos de mi Pasión.” (Diario, 1320). Por lo tanto, es útil y eficaz rezar también en este momento la breve pero poderosa oración: “Oh Sangre y Agua que brotaste del Corazón del Salvador como fuente de amor y misericordia, en ti confío.”
  9. Reza el Vía Crucis al menos una vez a la semana por los sacerdotes. Intenta hacerlo durante la hora de las tres, si es posible. Cristo le dijo a santa Faustina: “En esa hora, procura rezar el Vía Crucis, en cuanto te lo permitan tus deberes; y si no puedes rezar el Vía Crucis, por lo menos entra un momento en la capilla y adora, en el Santísimo Sacramento, a mi Corazón que está lleno de misericordia. Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante” (Diario, 1572).
  10. Visita a una persona enferma en un hospital o en un hogar de ancianos en reparación por los sacerdotes que han fracasado en consolar a los enfermos y ofrecerles el consuelo de los sacramentos.
  11. Haz una hora santa frente al Santísimo Sacramento al menos una vez a la semana por los sacerdotes. Si ya estás haciendo esto, trata de hacer otra, pasa otra media hora frente al Santísimo Sacramento, o al menos intenta hacer una visita extra a una iglesia o capilla.
  12. Haz al menos una Comunión de reparación cada semana al Sagrado Corazón de Jesús para reparar la irreverencia de los sacerdotes y en expiación por las Misas sacrílegas ofrecidas por sacerdotes en estado de pecado mortal.

Estas son solo algunas de las oraciones y sacrificios que se pueden ofrecer por los sacerdotes. Hay muchas más. Pero lo que debe destacarse en el momento presente es la necesidad crítica de que todos hagamos algo extra, no solo por la santificación de los sacerdotes, sino también algo extra en reparación por los pecados de aquellos sacerdotes que han fracasado al Señor. El papa san Juan Pablo II escribió una carta a todos los obispos de los Estados Unidos cuando un escándalo sacerdotal sacudió la Iglesia en América. Al final de su carta, el papa advirtió a los obispos con palabras que ahora parecen proféticas: “Sí, queridos hermanos, América necesita mucha oración – para no perder su alma.”

Entonces, redoblemos nuestras oraciones y sacrificios por los sacerdotes para que América pueda crecer en santidad y así cumplir con su misión de ser testigo del evangelio de Cristo en el mundo moderno.

Nuestro Señor promete: “Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí … Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa” (Mt 10, 40-42).

Que el Señor te recompense con la gracia de siempre tener un sacerdote que te dé a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento diariamente y la felicidad eterna al final de esta vida.

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