¡Es hora de volver a la escuela en el norte de Colorado!
Los niños en toda la arquidiócesis están regresando al aula esta semana, si aún no lo han hecho. El ambiente está lleno de emoción mientras conocen a sus nuevos maestros, desempacan sus nuevos útiles y se reconectan con viejos amigos después de un verano separado.
Al comenzar un nuevo año escolar, es importante recordar el porqué de la educación católica. ¿Por qué invertir en la formación de fe e intelecto de tu hijo?
1. Las escuelas católicas ofrecen una educación transformadora para el niño entero: cuerpo, mente y espíritu.
Una educación católica es aquella que se enfoca en la persona completa, formando a los niños para que sean los futuros santos a los que Dios los está llamando. La educación católica no solo enseña hechos, sino que realmente forma el intelecto y el alma de los niños, preparándolos para pensar de manera crítica, discernir con fe y orar con fervor.
2. La fe está impregnada en cada materia y a lo largo de las actividades del día.
En una escuela católica, la fe permea cada cosa que hacen los estudiantes. Ya sea mirando sus materias académicas a través del lente de la fe, asistiendo a Misa o aprendiendo más sobre su fe y los sacramentos, los estudiantes se forman en la fe para ser líderes devotos y servidores fieles de los demás.
3. Las escuelas católicas ofrecen una educación integral.
Se alienta a los estudiantes de las escuelas católicas a ser curiosos, hacer preguntas y ampliar su conocimiento del mundo tal como Dios lo ha creado. Se forman como personas completas, cuerpo, mente y espíritu, para ver el mundo de manera diferente. Después de todo, ¡estamos formando futuros santos!
4. Se enseña disciplina y respeto hacia los maestros, adultos y demás.
La tradición cristiana tiene un honor duradero por los padres y aquellos en autoridad. ¡Es un mandamiento por una razón! En nuestras escuelas católicas, la deferencia, el respeto, el honor y la disciplina se enseñan como virtudes para una vida saludable, santa e integrada. Siguiendo los pasos de Cristo, estamos llamados a amarnos unos a otros, ¡y enseñamos a nuestros estudiantes a hacer lo mismo!
5. Colaboramos con los padres, que son los principales (¡y los primeros!) educadores de sus hijos.
¡Esta vocación profunda y hermosa de los padres se honra en nuestras escuelas católicas! Dado que los padres son los educadores principales de sus hijos, trabajamos en conjunto con los padres y las familias para satisfacer las necesidades de los estudiantes y formarlos según los valores cristianos. ¡Es realmente un esfuerzo de equipo!