Bajo el cielo brillante matutino del 23 de mayo, se veía un mar verde y dorado de birretes y togas. Los padres se aferraban a los programas, los profesores mostraban sonrisas agridulces y la última clase graduada de la Escuela Preparatoria Bishop Machebeuf, la generación del 2025, se preparaba para subir al estrado, no solo como estudiantes de último año, sino como el capítulo final de un legado católico de 66 años en Denver.
Aunque la graduación siempre trae finales y nuevos comienzos, la de este año se vio ensombrecida por la noticia de que la escuela cerrará sus puertas en junio. Sin embargo, incluso en medio del duelo, como dijo un orador, había un espíritu de “alegría total”.
El director interino, Ralph Pesce, que ha desempeñado muchos roles en la escuela a lo largo de seis años, inauguró la ceremonia con un mensaje de gratitud, esperanza y fe, destacando el “amor y el compromiso” de la comunidad con el “lugar tan amado” que es Machebeuf.
“Todo lo que hicieron, lo hicieron juntos. Nunca tuvieron miedo de ser ustedes mismos”, dijo Ralph.
Recordó el trayecto de los estudiantes a través de grandes libros y oraciones diarias, desayunos de último año y victorias deportivas, e incluso los momentos más tranquilos: las conversaciones en la oficina principal, las risas compartidas en los pasillos y los lazos formados en la fe.
Pero, sobre todo, recordó a los graduados que su educación los condujo hacia Cristo.
“En cada momento de alegría e incluso en cada momento de tristeza, allí encontramos a Cristo”, dijo el director. “Esto es lo que siempre ha sido Machebeuf, y esto es lo que siempre será Machebeuf, ya que el espíritu de esta escuela vive en cada uno de ustedes a medida que construimos el Reino de Dios”.
Basándose en las escrituras, Ralph citó a Efesios: “Ustedes son conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios… Cristo Jesús mismo es la piedra angular” (Efesios 2, 20). Estas palabras enmarcaron su encargo a los graduados: salir no solo como académicos, sino como testigos del evangelio.
El alumno con la segunda mejor nota de este año, Matthew Menke, pronunció un discurso que combinaba humor, humildad y gratitud sincera. Recordando un momento de tercer grado cuando su padre, después de una dura derrota en el baloncesto, le dijo: “El segundo lugar significa que eres el primer perdedor”, Matthew bromeó sobre la ironía de ser ahora el segundo con la mejor nota de la clase graduada.
Aunque inicialmente estaba molesto por haber quedado en segundo lugar, a pesar del “
“fuego en mi corazón… por intentar ser el mejor en todo lo que hago”, no pudo evitar mirar hacia atrás con profunda gratitud por su tiempo en Machebeuf.
“Al recordar el tiempo que he pasado aquí en Machebeuf, no podría pedir una experiencia mejor”, dijo. “En general, estoy muy contento de haber podido pasar mis últimos cuatro años aquí en Machebeuf. No podría pedir una familia mejor de la que rodearme”.
El discurso de Matthew desenvolvió como una carta de amor a Dios y a la comunidad que lo formó: sus padres, compañeros de equipo, profesores y compañeros de clase. Recordó que se sintió inmediatamente bienvenido como estudiante de primer año y reflexionó sobre cómo las pequeñas cosas (los retrasos de los miércoles, los chistes en el aula, los viajes en autobús después de los partidos) creaban un profundo sentido de pertenencia.
“Durante los últimos cuatro años, he podido llamar a este lugar un segundo hogar», expresó.
“Aunque la escuela vaya a cerrar, la huella que Machebeuf ha dejado en mí y en todos los que estamos aquí durará toda la vida», añadió Matthew.
El alumno con la mejor nota, Ben Mages, continuó con un discurso que honró el trabajo, la fe y la perseverancia que definieron la clase del 2025. Comenzó dando las gracias a los padres, a los profesores, al clero y al personal que había caminado junto a ellos en la fe.
“La fe es una parte integral de todo lo que hace Machebeuf y ha tenido un gran impacto en mí y en muchos otros en esta clase y da forma a lo que somos”, dijo Ben. “No seríamos las personas que somos hoy sin la fe”.
Describió a la clase como pequeña pero poderosa: estudiantes que lideraron equipos deportivos exitosos, actuaron en el escenario, sirvieron en el ministerio del campus y se mantuvieron unidos en las dificultades.
“Hemos creado recuerdos que durarán toda la vida durante nuestro tiempo en Machebeuf”, dijo. “Y son esos éxitos, luchas y amistades lo que nos ha preparado para el futuro. Nuestra educación y nuestras amistades nos han dado las habilidades que necesitaremos para ser personas exitosas y virtuosas. Machebeuf nos ha preparado para el futuro y nos ha formado para ser las personas que somos hoy”.
Los logros de la clase fueron más allá de premios o reconocimientos. No solo se formaron para la universidad o para una carrera, sino para una vida con un propósito. La educación de Machebeuf, basada en una cosmovisión católica, la búsqueda de la verdad y la práctica de la virtud los ha preparado para afrontar lo desconocido con confianza.
El director Ralph Pesce recordó a los graduados que el año pasado, marcado por la incertidumbre y la pérdida, también fue un momento de profundo crecimiento.
“Como estudiantes de Machebeuf, la cruz no les es ajena”, dijo. “En medio de las tormentas que todos experimentamos, debemos recordar que en nuestras barcas duerme el Señor del Universo; no hay por qué temer”.
Citando a un estudiante, Ralph añadió: “Cuando se educan, quieren aspirar a más. ¿Qué más hay que aspirar que a Dios mismo?”
Con eso, la clase del 2025 dio un paso al frente, enviada no solo con diplomas, sino con una misión. En las palabras de la Primera Carta de San Juan, que Ralph eligió para concluir su discurso: “Lo que hemos visto y oído lo anunciamos también a ustedes… Y lo escribimos para que nuestro gozo sea completo” (1 Juan 1:3-4).
Al desvanecerse la campana final en la memoria, el legado de la Escuela Preparatoria Bishop Machebeuf continúa, no en muros ni edificios, sino en las vidas de quienes la formaron, en el testimonio que dan y en la alegría que llevan al mundo.